Esta carne estaba destinada para alimentar a los animales del zoo de Vigo, pero nada más lejos de la realidad, parece que el sobrante salía más rentable venderlo (ilegalmente eso sí), para consumo humano. Esto confirman las grabaciones judiciales de esta trama que acaba de ser destapada y donde se ha descubierto que se vendían caballos ya muertos y enfermos para carne.
O lo que es lo mismo, esta trama, desmantelada por la Guardia Civil en abril de 2017, vendió para consumo humano parte de la carne que salía del matadero municipal de Toreno (León), y que estaba destinada para alimentar a los felinos del parque zoológico de Vigo.
El sumario nos muestra las tretas, numerosas, utilizadas por los miembros de la trama para introducir en la cadena alimentaria carne de caballos muertos (es decir, muertos, no sacrificados), enfermos y por supuesto sin ningún tipo de control sanitario, y, ¡ojo!, con el conocimiento y colaboración necesaria y cómplice de veterinarios. Y lo que es peor, ¡ni siquiera la vendían como carne de caballo!, si no que la hacían pasar como de vacuno o ternera.
¿Qué tal? ¿Has hecho hambre ya? Pues otro detallito: en las grabaciones telefónicas de la Guardia Civil, los implicados se referían a los caballos como «los dormidos o tumbados».
Asustan y mucho estas prácticas que poco a poco van saliendo a la luz y que desarrolla la Unidad Central de Medio Ambiente de la Guardia Civil (Ucoma) en el marco del sumario de la Operación Gazel contra el tráfico ilegal de carne. Esta red se extiende internacionalmente en al menos en cinco países y ya hay implicadas 65 persona entre ganaderos y empresarios cárnicos, veterinarios y responsables de mataderos de la provincia de León.
Y, aunque no ha tenido mucha repercusión, seguro que os suena: hay una industria cárnica situada en Valmojado (Toledo) desde donde se enviaron a Bélgica productos cárnicos contaminados con listeriosis. Y atención. ¿Fuimos nosotros los que nos enteramos? ¡No! Si no que fue la Agencia Federal para la Seguridad de Bélgica la que avisó a España de los más de 3.400 kilos de carne contaminada con listeria que les habíamos enchufado.
Esto acredita el descontrol sanitario que existe con respecto a la carne de caballo, como el caso del matadero e Toreno y la carne del zoo de Vigo. Parte de esta carne nunca llegaba al zoo, si no que se vendía sistemáticamente para alimento humano una vez troceada. Hasta que un veterinario del zoo de Vigo se dio cuenta: las cantidades de carne que compraban no coincidía con la que llegaba; la diferencia la aprovechaba la red de tráfico para venderla al público mucho más cara. Hay que tener en cuenta que la carne de caballo es muy valorada en algunos países europeos.
Para hacernos a la idea, en el supuesto legal, cada caballo orientado a consumo debe de tener un registro vital (DIE), que contenga sus características y evolución sanitaria, documentos que deben de ser analizados por un veterinario antes y después del sacrificio.
Dinero negro y crueldad animal
Por supuesto, esta red utilizaba dinero negro para pagar y cobrar y así encubrir las compras y ventas de caballos y evitar que Hacienda echara un ojo a sus transacciones (nada habitual por otra parte en el mundo ecuestre…). Para hacernos a la idea: han pasado por la mano de estos individuos unos 18.000 caballos en los últimos años, y han obtenido beneficios anuales de unos veinte millones de euros.
Y ahora la parte más oscura. Se ha acreditado que llegaron a destinar para consumo humano carne de caballos muertos previamente (no sacrificados). Introducían en el matadero de Toreno caballos ya fallecidos, en horas nocturnas, cuando el matadero abría sus puertas para sacrificar animales al margen de los controles sanitarios pertinentes. El que no llegaba muerto, estaba muy enfermo.
Por supuesto, esta práctica se hacía con el beneplácito de los responsables de la instalación y al margen de los controles veterinarios obligatorios.
Y claro que la investigación desvela prácticas de crueldad extrema con los animales, donde personas carentes de cualquier cualificación y preparación rajaban a los animales para cambiarles el chip de identificación. Y lo hacían sin ningún reparo en el estrés y el dolor al que sometían a los caballos. Utilizaban un ecógrafo para localizar el chip y lo extraían rudimentariamente. Esta práctica también se ha detectado en Reinosa (Cantabria), donde a los caballos se les cambiaba el chip por otros con la documentación en regla y tras curarles, los vendían para que fueran sacrificados para carne. La Guardia Civil pilló a los ganaderos con las manos en la masa realizando esta práctica.
Fuente: El Pais