En esta que pretendo sea una sección más o menos periódica, iré publicando reseñas de libros relacionados con el mundo del caballo que, por designios del destino no sólo han caído en mis manos, si no que además he tenido el gusto de leer.
Gusto porque leer siempre es un placer, y no hay libro malo, y menos sobre caballos. Pretendo hacer un repaso por mi modesta biblioteca, pero he de avisar que no es una selección de lo que considero mejor; como he dicho mi biblioteca es modesta y está en continua expansión. Por ello estoy abierta a cualquier sugerencia para futuros artículos de libros, que podéis enviarme a [email protected]
En este primer artículo, quiero revisar con vosotros un libro reciente de una autora consagrada.
Consagrada porque es difícil que hoy en día no se conozca a esta Etóloga equina, domadora y escritora, con acento galés; bien por sus continuas formaciones a lo largo de la piel de toro, bien por sus trabajos y artículos científicos en el campo de la etología equina, que creo que ha revolucionado y continúa haciéndolo, la percepción que tenemos sobre los équidos, su naturaleza, y la forma en la que los enseñamos y entrenamos.
Y por supuesto que este no es su primer libro. Quizá los más conocidos sean “La Mente del Caballo» del 2000 y la “La Lógica del Caballo”, del 2010, pero también podemos disfrutar de su personal autobiografía “The Maze, 1997” o de una novela infantil “Wild Pony, 1978”, su primer libro.
En mi caso, por mis intereses personales el primer libro que leí de Lucy fue “La Lógica del Caballo”, que versa sobre la doma respetuosa o cómo domar al caballo respetando su etología (R.A.E. 1 Estudio científico del carácter y modos de comportamiento del ser humano. 2 Parte de la biología que estudia el comportamiento de los animales).
Sin embargo he querido abordar primero en esta serie de artículos su libro más reciente, “Caballos en Compañía”, porque aunque sea el último publicado, considero que por su contenido debería de ser el primer en ser leído por aquellos interesados en el mundo del caballo.
El mundo del caballo, es muy amplio. Podemos estar imbuidos en él como jinetes de ocio, deportistas, propietarios, amantes de los animales, emprendedores…. Pero la base para desarrollar una actividad es conocer bien la naturaleza del ser vivo que sostenta nuestra afición o actividad: el caballo.
Este libro NO es una novela, tampoco es una guía o manual de equitación o de doma. Se trata de un texto que recoge las conclusiones de toda una vida de estudio de los caballos en la naturaleza.
En este libro Lucy incluye descripciones de sus observaciones empíricas en distintas partes del mundo (Venezuela, España, Ecuador, Nueva Zelanda…) así como la comparación de sus resultados y análisis con otros estudios realizados anteriormente por otros etólogos o científicos.
Es un libro técnico sobre etología (estudio de comportamiento) y ecología (estudio de poblaciones) en el que la autora consigue utilizar un lenguaje accesible para los no versados, y que puede ser leído con facilidad por los profanos en la materia.
Es decir, respalda todas sus hipótesis con datos recopilados por ella misma o sus estudiantes, fruto de años de trabajo y toma de datos en campo. Además aporta muchísimo material fotográfico propio, lo que hace de este libro una delicia de leer, observar y pensar. Aporta al final del libro una cantidad ingente de referencias bibliográficas a artículos científicos sobre los que se apoya, o que incluso descarta o contradice con sus propias conclusiones expuestas magistralmente en este libro.
No es un libro largo, el tamaño de letra no es el ilegible de un artículo científico; aproximadamente 160 páginas de un libro que no pesa mucho en la mochila.
Hay que tener en cuenta que este estudio se centra en observaciones sobre poblaciones que viven sin intervención humana o con intervención humana limitada. Es decir, no son caballos domésticos o que actualmente lleven un régimen doméstico de vida. Aunque, caballos al fin al cabo, nos permite comparar cómo es un caballo en verdad, frente a cómo dejamos ser a los caballos cuando caen bajo nuestros cuidados.
Comienza el libro invitándonos a pensar sobre el comportamiento del caballo. Analizando los comportamientos innatos de los potros al nacer y cómo se realiza su aprendizaje a lo largo de la vida. Conceptos como la motivación intrínseca y extrínseca que motiva el aprendizaje del caballo y cómo todo responde siempre a una estrategia de supervivencia.
Todo esto puede encontrar una aplicación en cómo domamos a nuestros caballos; desmiente mitos sobre los caballos generados por nuestro afán de atribuirle al caballo características humanas que no tiene (antropormofismo).
Por supuesto que nos pone en antecedentes de lo que ha sido la evolución del caballo hasta llegar al animal que hoy en día es, explicando por qué es cómo es, fruto de su supervivencia a lo largo de su evolución para adaptarse a distintos hábitats, y por supuesto los efectos que ha tenido nuestra domesticación en la naturaleza y comportamiento del caballo.
Nos introduce en conceptos de la etología como la Banda, frente a la manada: bandas natales, bandas de solteros (a los que graciosamente llama “Latin Kings”).
Hace un análisis exhaustivo de los sementales y sus papeles en las bandas. En este sentido creo que hace un gran aporte a la sociedad humana entorno al caballo. Creo que los sementales domésticos en nuestra sociedad humana son unos grandes incomprendidos: se les tiene y se les maneja como animales nerviosos, explosivos, peligrosos, agresivos, excitables; y se les condena por ello al austracismo de una cuadra, un manejo rudo y una vida de aislamiento y soledad; y a una doma agresiva y dolorosa.
Sin embargo Lucy a lo largo del libro nos descubre su papel de “padre de todos sus potros”. Un caballo que cuida de su progenie más allá del acto de amamantar de las yeguas. Un elemento de cohesión de su banda, un animal que no es necesariamente agresivo ni con los potros ni incluso con otros enteros, y que actúa como un elemento de cohesión de la banda. Este libro también desmonta el paradigma del semental líder de la manada, si no que desarrolla un concepto de liderazgo dinámico y social entre distintos miembros de una misma banda, en la que puede haber más de un semental, que viven en armonía donde hay cambios de rol entre ellos diariamente para cada situación (huida, reposo, interacción con otras bandas, juego, apareamiento) que responde a unas relaciones sociales dinámicas mucho más complejas que el simple concepto de “el jefe de la manada.
También introduce la idea de que no es la dominancia del semental, su peso, tamaño o poderío físico frente a otros machos competidores lo que decanta a las yeguas a elegirlo como su pareja; sí, parece que en algunas ocasiones es la yegua la que elige con qué semental se queda, libre de coarción por este mismo u otros.
Nos muestra sementales sociables que gustan de jugar con sus potros o con otros caballos, predominantemente machos, y describe el juego como elemento de desarrollo y aprendizaje desde la más tierna infancia del potro hasta su adolescencia, donde el juego es la herramienta de entrenamiento físico más útil para la supervivencia frente a depredadores y relaciones con otros semejantes.
De hecho, describe un “ritual” propio de los semantales, que utilizan su propio estiércol para marcar su territorio, y que se repite con más o menos frecuencia en las poblaciones de caballos “salvajes” en distintas partes del mundo. “El montón de estiércol”. Relata cómo los sementales establecen su dominancia estercolando en un mismo montón múltiples veces; e incluso tras una “pelea” entre dos sementales, que raramente termina con lesiones, la disputa se resuelve con ambos sementales estercolando alternativamente en un mismo montón de “caca”. Mismo montón, estercola uno, luego va el otro, estercola en el mismo montón, luego vuelve el primero, y estercola encima del primero…. ¡Muy curioso!
Otro de los muchos mitos que enfrenta este libro, es el de la agresividad en el caballo y el liderazgo (entendido desde un punto de vista antropomórfico); el macho alfa y la yegua beta. Comprueba con datos que el falso mito de que la yegua más vieja es la que guía a la manada por los recursos no es cierto; y de que en los caballos siempre dirige el semental dominante.
Sí que es cierto que observacionalmente suelen ser las hembras las que inician las marchas hacia los recursos, normalmente el agua; pero existe una explicación biológica a esto: las yeguas siempre suelen estar o preñadas o lactantes, lo que hace que su necesidad de consumo de agua sea mayor y sean las que primero sienten sed; pero no siempre será la misma yegua la que inicie la marcha.
Hace un análisis exhaustivo del lenguaje no verbal de los caballos, con un enfoque muy interesante a los signos de “agresividad” o “ataque”, los cuáles define y categoriza. Normalmente en muy escasas situaciones un caballo “ataca a otro” con un nivel de agresividad elevado (que implica agresión física, como pueden ser coces, o mordiscos), si no que es un lenguaje más sutil de comunicación (no te acerques, apártate) basado en expresiones faciales, amagos, movimientos contenidos…
En comparación con los caballos domésticos, los caballos en regimen de libertad o semilibertad que han crecido y se han desarrollado en una banda en la naturaleza tienen una tasa de interacción con agresividad muy baja: es decir, no existe competencia por los recursos (o es muy baja), aún cuando estos sean relativamente escasos, incluso entre distintas bandas; a no ser que interfiera el ser humano. Esto entra en contradicción con los niveles de agresividad de los caballos domésticos ante recursos limitados (agua, alimentación), en los que sí se observan acciones más allá de un guiño de orejas (coces, mordiscos). Pero en su análisis, la autora deja ver que esto quizá guarde más relación con cómo es el ser humano el que influye en que el comportamiento de los caballos domésticos difiera en este punto de los caballos en libertad: los caballos domésticos están sometidos diariamente a mucho más estrés y situaciones que modifican su conducta. La vida en una cuadra, la agresividad en el manejo o la doma; lo que les genera un estado de ansiedad que repercute en cómo se comportan con sus congéneres. Algo que con los caballos en libertad no se ve.
Es por ello que Lucy Rees al final de su libro desmonta el mito de que los caballos sean animales altamente jerarquizados por dominancia estricta y que para ganarse su respeto haya que ser “sus líderes de la manada”. Ya que de forma natural, para ellos este concepto no existe. Es algo que nos hemos creído fruto de nuestra experiencia con caballos domésticados con comportamientos sociales disfuncionales que no responden a su verdadera naturaleza, si no que son consecuencia de nuestro manejo.
Quizá esta sea una de las grandes aportaciones del libro, aunque sería mucho simplificar, pero las palabras para un artículo son pocas para hacer un resumen justo.
Es por ello que te invito a que leas el libro si te ha parecido interesante este resumen, o incluso si no estás de acuerdo con el mismo, para que puedas juzgar por ti mismo la carga de veracidad de las observaciones y estudios de la autora.