¿Por qué mi caballo no está quieto cuando lo necesito? Que no se esté quieto no es un problema, en realidad es un síntoma y hay que trabajar para que dicho síntoma desaparezca con el tiempo. Primero hay que entender su naturaleza y cómo funciona la lógica equina para después, crear una base sobre la que construir la solución. En el fondo es bastante simple, no se lo hemos enseñado.
No es algo natural en los caballos eso de estarse quieto atado en algún sitio o con nosotros encima. Su naturaleza hace que esté en constante movimiento y se estará quieto cuando esté relajado, dormitando, o apreciando un momento de tranquilidad junto a sus compañeros cuando no haya depredadores ni nada de que deban huir.
Pero, en momentos de tensión, el primer instinto que surge en el caballo es el de mover los pies. Sí, es una necesidad básica. Al que no mueve los pies para huir de algo, se lo comen. Así de simple. O se lleva un mordisco de la yegua que le está echando, o una patada, o un empujón del que manda más y sea más fuerte/rápido que él. Entendiendo su naturaleza, ¿qual es el principal problema de un caballo que, por ejemplo, está atado en la ducha y no se está quieto?
Lo has pensado bien. LA INSEGURIDAD.
- Inseguridad de quedarse sólo
- Inseguridad por no ver a los demás caballos
- Inseguridad por el ruido que hace la ducha
- Inseguridad por sentir claustrofobia en una ducha cerrada
- Inseguridad al estar atado y pueder ser comido por un “depredador”
- Inseguridad porque el agua brilla y se mueve y puede ser algo peligroso
- Inseguridad porque están echando de comer y le preocupa no poder comer…
¿Qué podría empeorar la situación?
Cualquier situación que le tense aún más. Te pongo algunos ejemplos:
- Nuestra voz nerviosa porque “ya estamos de nuevo, otra vez con el rollo de no estarse quieto” o porque “pobrecito se siente solo”, o porque “me da miedo que me haga daño”. Sí, todo eso es negativo, se transmite por la voz y el caballo lo interpreta como algo negativo. Y si ya está intentando huir porque está inseguro, lo hará aún más.
- Manguerazos, gritos, patadas, fustazos, etc. Sé que en el siglo XXI ya todos estamos hartos de saber que eso no, pero…se sigue haciendo. Y aunque pueda parecerles a algunos que eso resuelve la situación, no es así. Se estarán quietos porque les hemos metido tanto miedo en el cuerpo que lo paraliza. Pero en realidad, poco bueno ha aprendido.
- Toques nerviosos para que se tranquilice y peticiones que el caballo no puede cumplir en ese momento tales como, que levante una mano o un pie para limpiarle los cascos, tomarle la temperatura, quizás ponerle la montura sin que la tire al suelo, ducharle, etc. No es el momento.
- No saber qué hacer. Si el caballo no sabe qué hacer y nosotros tampoco, lo dejaremos aún más inseguro, empezaremos a pensar demasiado y empeoraremos aún más la situación porque nos enfocamos en el problema y no en la solución, más estrés para el caballo aún y no solucionamos nada de nada.
- Estar sobrado de energía. No aprenderá nada y estará más explosivo.
¿Qué hará que la mejore?
Entender el por qué no se está quieto, como hemos explicado, ya es un buen principio. Por lo menos hará que no mezclemos emociones negativas ni hagamos tonterías variadas que empeoren la situación.
Y después de entenderlo, nos tenemos que poner manos a la obra. Hay que enseñarle a estarse quieto y tranquilo. Algunos caballos lo hacen naturalmente, otros no. A los que no, debemos quitarles la inseguridad y para ello existen tres herramientas que nos ayudarán a enseñárselo:
- Saber que en realidad no están en ningún medio salvaje, nadie se les comerá, ellos comerán igual y nadie les va a hacer daño.
- Existen unas normas esenciales de convivencia básica con el ser humano que una vez entiendan que deben respetar, podremos empezar a comunicarnos con ellos.
- Existe un procedimiento que podemos aplicar para que el caballo entienda que debe estar tranquilo y quieto.
En el curso sobre “Cómo utilizar el LENGUAJE EQUINO en el día a día” hay un ejemplo en vídeo con todo el procedimiento, preguntas respondidas y el resultado está a la vista, pero aquí te doy algunos pasos que puedes aplicar y un problema frecuente que nos encontramos.
- Elige un sitio donde quieras que esté el caballo. A la derecha de la ducha, a la izquierda, da igual. Dónde quieres que esté (que no corra peligro, desde luego).
- Pones al caballo en el sitio que quieres que esté. Y lo dejas.
- Si vuelve a salir de su sitio vuelves a ponerle ahí, exactamente en el mismo sitio.
- Tu actitud debe ser la de indicarle que debe quedarse allí sin rechistar. Si pones esa actitud evitarás que no te haga caso.
- Vuelve a ponerlo tantas veces como haga falta hasta que entienda que ese es su lugar. No le quites la vista de encima hasta que esté unos segundos quietos y le premias con la voz, pero no le dejes salir de su sitio.
- Hasta que muestre señales de relajación como bajar el cuello, masticar y quedarse quieto unos 15 segundos.
- Puedes sacarle de la ducha mientras le acaricias y vuelves a ponerlo si ves que no ha supuesto un gran esfuerzo para él. Le pones de nuevo en su sitio y repites el proceso.
- Repite (dependiendo del caballo harán falta varias sesiones en días diferentes) hasta que el caballo entienda cuál es su función. Sí. Su función. En la ducha, su función es estar donde le pides que esté y que se esté quieto y tranquilo. Esa es su función.
Si no mezclamos ninguna emoción porque simplemente es un procedimiento y lo estamos negociando con el caballo al mismo tiempo que le distraemos de lo que realmente le pone nervioso, la inseguridad (derivada de razones como las que hemos visto al principio del artículo) irá desapareciendo y con ella la necesidad de moverse constantemente. Con el tiempo, ni se acordará de que alguna vez se movía tanto en la ducha y nosotros tampoco.
En otros artículos hemos hablado de la intención. Aquí nos hará falta. La intención es que no se mueva de donde le hemos puesto. Cuando le dejamos en su sitio, nuestras manos y el cuerpo retroceden, pero nuestra intención no. Se mantiene firme, aunque relajada, con la energía adecuada a la situación y el tipo de sensibilidad del caballo.
Si ya tienes el curso de Lenguaje y el del Ramal, probablemente ya habrás solucionado el problema del “no estarse quieto en la ducha”. Si no lo tienes y quieres contarme cuál es el problema concreto de tu caballo, puedes hacerlo contactándome en [email protected], estaré encantada de ayudarte.
Si te apetece hacer alguno de los cursos, puedes ver toda la información aquí.
Sigue atento a la revista Equisens porque en el próximo artículo hablaremos del caballo que no va cuando lo montamos. O va, pero hay que pedírselo una y otra vez y terminamos cansados, el caballo no mejora a lo largo de la clase y cuando queremos pedir algún ejercicio nos tenemos que torcer encima del caballo para intentar que sienta o escuche nuestra pierna. ¿Te pasa? Puedes contactarme por correo y contarme qué has probado que no está funcionando, ¡¡así voy preparando el próximo artículo a tu medida!!
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