¡Mi caballo no va! ¿Te suena? ¿Alguna vez lo relacionarías con el asiento como problema principal?
Puede que no estemos del todo mal sentados a caballo… o eso nos parece.
Puede incluso ser cierto y no importarnos mucho, porque no estar del todo mal es mejor que ir mal sentado, ¿cierto? El tema es que, en la equitación, no ir mal sentados significa que no vamos bien sentados.
A caballo sólo hay una forma de sentarse bien: la que permite que el dorso del caballo se mueva libremente sin interferir en su movimiento cuando le pedimos algún ejercicio.
Pisar el estribo de forma que quede adelantado unos milímetros hacia delante, más de lo que sería deseable, puede arruinar el dorso de un caballo sensible y puede ser motivo suficiente para que el caballo no quiera andar. O corra y huya de nosotros, pero ese es otro tema.
En este artículo trataremos una posible causa por la que el caballo no va o no responde a las ayudas.
Las piernas demasiado hacia delante, por ejemplo, nos hacen poner demasiado peso en la silla … en el dorso … en las vértebras sensibles del dorso del caballo. Estaremos ejerciendo peso en un sitio del dorso que tiene muy poco apoyo, sobre todo si el problema es que el caballo “no avanza”. En cambio, si los pies están trabajando recto hacia delante y están empujando al resto del caballo hacia delante por la espina dorsal, el cuello y la nuca, el caballo, si avanzaría. Cuando el caballo no avanza y nuestro asiento está ejerciendo fuerza donde no debe, el caballo, simplemente no puede poner los pies debajo para dar apoyo a ese dorso y empujarse hacia delante.
La forma que utilizará el caballo para compensar será, abriendo los pies hacia los lados. O levantando la grupa y “pisando corto” como le llamo yo. Parece que pisa huevos. De puntillas, rápido y precipitado para poder mantenerse de pie con un peso mal distribuido encima.
Otra forma de impedir físicamente que el caballo no vaya con nuestro asiento es cuando vamos tumbados hacia delante. Nuestro peso recae sobre las manos del caballo. Sobre las espaldas. Y si las espaldas llevan demasiado peso, la consecuencia natural es que le cueste levantarlas para pasar las manos hacia delante. En consecuencia, empezará a levantar la cabeza y a intentar “tirarse” hacia arriba para poder andar. Los movimientos se volverán cortos pero altos e incómodos. Cómo pasará el tiempo concentrado en levantar esa zona de su cuerpo (algo que ocurriría de forma natural si los pies estuviesen funcionando bien y el dorso fuese permeable junto con el cuello y la nuca), los pies quedan trabajando de cualquier manera. Nada fluye. Mucho menos el movimiento hacia delante y mucho caso no podrán hacernos a la pierna porque ni siquiera conectará la ayuda de la pierna al cerebro del caballo.
La tercera forma de impedir el movimiento hacia delante del caballo son nuestras órdenes contradictorias. Cuando le pides que vaya hacia delante con la pierna, ¿avanzas también con la cadera como queriendo que vaya también con la ayuda del asiento?
¿Sí? Pues ahí tienes un gran Equierror…si movemos la cadera de forma forzada encima del dorso del caballo hacia delante y hacia atrás, estamos incomodando al caballo de tal forma que su reacción será poner el dorso cuanto más rígido mejor para no sentirnos. Y a través de un dorso rígido, no hay movimiento hacia delante. Un caballo que se tensa no siente las ayudas y cuanto menos las siente, más apretaremos con las piernas y le daremos patadas y fustazos, pero … a más de todo, más se encogerá el pobre caballo porque, simplemente, no quiere sentirnos.
Pequeños detalles en nuestro asiento pueden significar una gran diferencia en nuestra equitación y aplicación de ayudas. Tanta diferencia que estos tres detalles que he explicado aquí son un buen motivo para que el caballo deje de andar e incluso, si continuamos así, empiece a defenderse.
¿Te suena caballos que se defienden en medio de la pista porque ya ni saben lo que tienen que hacer? Ese sería un extremo y no dejaría de ser un síntoma de un mismo problema: un asiento mal distribuido y utilizado que no ayuda para nada al caballo. Mucho menos a llevarnos de forma que no seamos un “peso molesto”. Si nuestro objetivo es que nuestros caballos disfruten de la disciplina que practicamos y estén cómodos con lo que hacen, no podemos aceptar un “no voy del todo mal sentado”.
Una de las mejores formas que conozco de mejorar nuestro asiento y distribuir nuestro peso es trabajando el asiento en suspensión. En Equierrores Directo ya tenemos unas clases dedicadas a ello que te enseñarán a hacerlo de forma correcta y un directo dedicado a ello en el que intercambiamos ideas interesantes con los participantes. Está ya disponible en la plataforma por si te quieres apuntar y ver todo el material que hay detrás, acompañar nuevos temas, etc.
Haz la prueba tú mismo: Si no logras quedarte en suspensión al paso, al trote y al galope de una forma cómoda (como si pudieras estarte horas sobre los estribos y el caballo pudiera hacer lo que quisiera que no te saldrías de tu asiento), necesitas mejorarlo. Urgente. Porque en algún momento molestarás a tu caballo con tu asiento si no lo haces bien. Al galope debes saber cambiar de suspensión a sentado sin que el caballo mueva una oreja. Es decir, que ni se dé cuenta que cambias de asiento.
¿Logras hacerlo? ¿Sí? Enseña a los demás que veas que no saben hacerlo.
¿No logras ser tan preciso? Ya sabes cuál es el paso siguiente en la corrección de tu asiento para que tu caballo disfrute contigo de lo que hacéis.
En el próximo artículo hablaremos del caballo que no va porque se ha vuelto insensible a la pierna y a las ayudas de la pierna. Si tu asiento es impecable, pero la utilización de la pierna no siempre está funcionando….ese artículo será para ti😉