Entender cómo ven los caballos el mundo, nos puede ayudar a comprender sus reacciones y a adaptar nuestro comportamiento a ellas.
El caballo es el mamífero terrestre con los ojos más grandes. Sólo le superan las ballenas, las focas y los avestruces. Detectan mucho más los movimientos que nosotros y éstos les parecen más bruscos (mientras que nosotros vemos 18 imágenes por segundo, los caballos llegan a ver 25). Para entender las reacciones habituales de los caballos y siempre partiendo del hecho que son animales de presa y su instinto es huir de cualquier amenaza, debemos también tener en cuenta cómo perciben ellos la realidad. Por ejemplo, cuando hay viento, además del ruido, los caballos se asustan: ven que los objetos se mueven y esas señales alertan mucho más a su cerebro en comparación al humano.
Otra característica distintiva de los ojos de los caballos es que los tienen ubicados a ambos lados de la cabeza, lo que les permite detectar a los posibles depredadores con mayor ángulo que los humanos. Esta visión lateral es monocular, es decir, pueden ver ambos lados sólo con el ojo que se corresponde, pero es una visión de alerta, de amenaza típica de los animales de presa, no es una visión definida ni enfocada. La visión binocular que permite entre otras cosas poder medir la distancia de los objetos, con ambos ojos, se centra desde su nariz hacia abajo, pero no hacia adelante (por ello tienen un área ciega delante de su frente).
Por ejemplo, cuando el caballo está pastando relajado, su visión se dirige al terreno frente a él con visión monocular. En cuanto escucha un ruido que le puede suponer una amenaza, levanta la cabeza para utilizar su visión binocular, calcular distancias y enfocar. Si, además, detecta que el ruido proviene de la derecha, girará la cabeza hacia este lado y la levantará para poder evaluar mejor la situación enfocando los objetos dentro de su campo de visión con ambos ojos.
La forma de la pupila, tiene su utilidad
La forma longitudinal de la pupila, tiene sus ventajas respecto a las pupilas redondas, permite la entrada de luz en un campo horizontal más ancho, lo cual ayuda a tener más campo de visión horizontal y la forma vertical permite tener los objetos mejor enfocados.
Probemos este experimento: si miramos a través de un agujero muy pequeño, que nos podemos fabricar con un simple papel recortándolo, veremos los objetos mejor enfocados. Esto nos demuestra que cuanto más estrecha sea la pupila, ¡mejor enfoque!
Los caballos tienen muy buena vista y de largo alcance, sin embargo, no pueden ver al jinete mientras monta, ya que está situado en su punto ciego. De hecho, el jinete tampoco puede ver totalmente los ojos del caballo cuando está montado, de manera que a la inversa tampoco es posible. Por este motivo, cuando un jinete monta por primera vez a un potro y éste ve parte de su mano o la fusta entrando de repente en su campo de visión es normal que se asuste.
Visión nocturna
A pesar de ser animales principalmente diurnos, los ojos de los caballos ven mejor en la oscuridad que los de los seres humanos, pero tienen dificultades para ajustarse rápidamente a la oscuridad. Así, se resisten a entrar en un espacio oscuro y tienen problemas para cambiar en poco tiempo de un espacio iluminado a la sombra. Seguro que en más de una ocasión habréis visto a un caballo dudar al entrar en un remolque o un camión, tropezar al entrar en el box, o pararse: no le regañéis, no se ha vuelto perezoso, simplemente, ¡dadle tiempo a sus ojos para que se adapten!. De hecho, en una prueba de Cross Country de los Juegos Olímpicos de Sidney, algunos binomios tuvieron problemas y hubo varias caídas en un obstáculo que estaba situado a la sombra mientras el resto del recorrido estaba bien iluminado por el sol.
Los colores
Tienen una proporción de células fotorreceptoras de color frente a blanco y negro de 1:20, lo que implica que ven bien en la oscuridad pero tienen poca percepción de los colores. Los seres humanos tienen 3 tipos de sensores de color (visión tricrómica), los caballos sólo dos (visión dicromática), por lo tanto diferencian menos los colores entre sí.
El blanco, es un color que les llama mucho la atención, les alerta, a muchos les asusta. Quizás es un color poco habitual en la naturaleza, no obstante, se usa mucho en competiciones de salto (obstáculos) y doma (cuadrilongo).
¿Cómo lee las imágenes su cerebro?
Nos hemos percatado alguna vez, trabajando en la pista a una dirección, que el caballo se asusta al ver un objeto, lo calmamos, y se acostumbra a ello. Cambiamos de sentido y se vuelve a asustar.
En este punto en que el cerebro interpreta la realidad es donde hay algo de controversia. Por un lado, trabajamos al caballo siempre a las dos manos porque parece ser que no hay conexión (o la que hay es insuficiente) entre los dos hemisferios del cerebro del caballo y no hay transferencia interocular. Por lo tanto, lo que sucede y el caballo asimila a una mano, puede suponer algo nuevo y todo un reto cuando cambiamos a la otra mano, aunque el contexto sea exactamente el mismo.
Pero por otro lado, existen estudios que demuestran que este hecho no es la causa definitiva de su comportamiento. Por ejemplo, Evelyn B. Hangii ha realizado un trabajo que confirma que el caballo tiene más fibras cruzadas del nervio óptico que el humano y que la conexión entre los dos hemisferios es perfectamente capaz de transferir datos suficientes entre ellos. Entonces, ¿cómo se explican ciertos comportamientos? Según los autores de estos estudios, simplemente se debe al hecho que los caballos son animales de presa y, por lo tanto, más vulnerables y precavidos. Los caballos recuerdan cada cambio en su entorno, incluso los más pequeños. La única forma con la que el caballo se relaja es en compañía de otro caballo o una persona en la que confíe y en un espacio que le transmita seguridad.
Conclusiones
Sea cuál sea la razón, entender cómo ven los caballos el mundo, nos puede ayudar a comprender sus reacciones y a adaptar nuestro comportamiento a ellas. El caballo ve lo que necesita y lo que no ve lo huele, lo oye o lo siente. Esto significa que, debido a que su visión es en ciertas ocasiones restringida, nosotros tenemos la responsabilidad de conducirlos correctamente: nos convertimos en sus ojos, muestra de la enorme confianza que los caballos depositan en nosotros.