Una investigación publicada hace pocos días en la revista Science desmiente que los caballos Przewalski sean los últimos equinos salvajes de la Tierra, sino que asegura que son ferales: descienden de los primeros caballos domesticados que se conocen y están asociados a los Botai, una población que vivió al norte del actual Kazajastán hace 5.500 años. Esto significa que ya no quedan caballos salvajes en el planeta.
El estudio genético revela que no quedan ejemplares vivos de equinos salvajes y que no hay restos lo bastante antiguos como para confirmar ni dónde ni cuándo desapareció la última especie de la Tierra. Los Przewalski, de los que existen varios ejemplares en la estepa de Asia Central (Mongolia y China, en concreto), eran considerados hasta el momento como la última especie de equinos salvajes que quedaba en el mundo, pero dicha investigación ha hecho tambalear todas estas teorías.
La publicación, liderada por el investigador del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) francés, Ludovic Orlando, ha analizado el genoma de 88 caballos, antiguos y modernos y procedentes de diferentes yacimientos en Eurasia, incluidos 20 caballos Botai. Precisamente éstos tampoco son, como se afirmaba, los ancestros de los actuales caballos domesticados. De esta manera, el estudio, que forma parte de un proyecto de cinco años financiado por el Consejo Europeo de Investigación, ha zarandeado lo que se creía hasta ahora sobre el origen y la evolución del caballo y, como consecuencia, de la historia de la humanidad, ya que la domesticación de estos animales ha influenciado enormemente sobre la evolución de los humanos.
Parece ser que algunos ejemplares de Przewalski escaparon del control humano y regresaron a la naturaleza, volviéndose ferales, pero sin ser genuinamente salvajes, como ocurrió con los mustangs en Norteamérica. En este proceso, los caballos perdieron el pelaje con manchas negras característico de los caballos Botai y se hicieron menos robustos. Sufrieron muchas mutaciones genéticas negativas que casi acaban en su extinción, aunque los ejemplares de Przewalski que viven en la actualidad proceden de aquel grupo.
Si bien ya no podemos decir que los Przewalki son los últimos caballos salvajes que quedan, sí podemos afirmar que son los primeros caballos domesticados que volvieron a la vida salvaje y los ancestros vivos de los primeros caballos que se domesticaron.