Cuando el tejido sano se daña, el cuerpo reacciona para cerrar la herida lo más rápido posible y lo hace colocando en ese punto tejido cicatricial. Una vez esta herida se ha curado, más allá de lo antiestético que pueda resultar, la zona no acaba de funcionar como el tejido original. Así, debemos tener en cuenta que una cicatriz puede afectar a la postura y/o a la movilidad del caballo, incluso teniendo consecuencias sobre su rendimiento.
Si colocamos la mano sobre una área sana del caballo, notaremos la piel, la fascia y el músculo y veremos como se deslizan entre sí, permitiendo el libre movimiento de todas las partes de su cuerpo. La mayoría de caballos no tienen mucha distancia entre estas tres partes, por lo que las lesiones superficiales, a menudo, las atraviesan todas.
El tejido cicatricial que se genere se desarrollará a través de las tres capas, de forma que tendremos que vigilar para que el tejido no se contracture y deje una cicatriz que limite la circulación de la zona. Por ejemplo, una cicatriz en la rodilla puede limitar el potencial de flexión de la misma, o una cicatriz en el hombro puede reducir la longitud de la zancada del caballo. En la imagen superior podemos observar las zonas más comunes en las que los caballos sufren heridas y, por lo tanto, pueden tener cicatrices que afecten a su movilidad.
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Pensemos que la piel cubre el cuerpo del caballo como una sábana y la fascia cubre la parte interna como una red: ambos deben poder moverse y deslizarse sin problemas y una cicatriz mal curada puede agarrar estas dos capas en un mismo punto, arrugarlas o fijarlas.
Cuando la cicatriz está recién formada, es esencial aplicar un masaje y movilizar la articulación de esta área tan pronto como sea posible, siempre que la herida se haya sellado correctamente. De esta manera, minimizamos las adherencias que se forman entre las capas y ayudamos a que se restablezca el deslizamiento entre los tejidos.
En el caso de tratarse de una cicatriz vieja, será importante detectar si afecta al movimiento del caballo y, en consecuencia, a su rendimiento y bienestar. Sea como sea dicha cicatriz, siempre estamos a tiempo de liberar las capas de la piel y la fascia para que el tejido sea más funcional y promover el movimiento local. Será imprescindible, en estos casos, una rutina adecuada y constancia, bien sea a través de masajes, técnicas miofasciales y/o estiramientos. En la mayoría de estos casos y dependiendo de las características de la cicatriz, será necesario requerir de los servicios de un profesional.
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