Crearnos imágenes mentales puede ayudarnos a mejorar como jinetes y a estar más relajados. El uso de técnicas de visualización puede ser una forma sencilla y efectiva de encontrar el equilibrio, la posición y la armonía con el caballo. Si te esfuerzas demasiado cuando montas, si consigues la posición perfecta pero no puedes mantenerla, o quieres tener unos músculos más fuertes para mantener tu posición, este artículo te interesa.
Las técnicas de visualización se han utilizado durante mucho tiempo en la psicología deportiva. Así, los atletas programan su mente y cuerpo para realizar un esfuerzo mayor, lograr la calma, enfocarse a un objetivo o manejar el estrés y la ansiedad. En el caso de los jinetes, el dominio de esta técnica es muy importante porque los caballos sienten y reaccionan a la actitud mental del jinete y se expresan a través de la tensión física: un jinete tenso no podrá conseguir un caballo tranquilo y relajado.
Las imágenes mentales funcionan cuando el jinete está tranquilo, centrado y consciente de su cuerpo. Los ejercicios de visualización que se plantean en este artículo se basan en lograr la alineación y el equilibrio del esqueleto, como dijo Sally Swift, en lugar de centrarse en el control muscular consciente. Cuando intentamos usar solamente músculos específicos, nos volvemos rígidos, de manera que si construimos una imagen mental de los huesos y las partes del cuerpo sobre las que queremos influir, todo nuestro cuerpo irá acorde.
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La consciencia es lo primero
Comienza deteniéndote o caminando, tómate tu tiempo para darte cuenta de la parte de tu cuerpo en la que te quieres enfocar, mientras permites que el caballo camine en silencio. Pregúntate: ¿qué notas sobre esa parte del cuerpo?, ¿cómo se mueve?, y compara los lados izquierdo y derecho. Observa sin prejuicios. Si encuentras un error como inclinarte hacia adelante o hacia atrás, no te castigues, solo concéntrate en cómo te sientes y compáralo con lo que sientes cuando lo corriges.
Prueba los siguientes ejercicios al paso para notar las sensaciones y el aprendizaje corporal, para luego hacerlos al trote y al galope cuando estés list@.
Para el equilibrio
Piensa en tu cuerpo colgando de un cordón elástico desde el centro de tu cabeza hasta el cielo. Compáralo con el hecho de sentarte lo más alto que puedas: ¿qué imagen te permite sentirte alto y relajado?
Inclina hacia adelante la parte delantera de tu asiento y luego hacia atrás sobre la cadera. Cuando vuelves hacia adelante, ¿dónde te aprietas para evitar caer hacia adelante? Y cuando vuelves, ¿dónde está la tensión: en el pecho, los muslos o las rodillas? Debes buscar el punto ideal en el medio, donde no es necesaria la tensión muscular para mantener el equilibrio.
Para la rectitud
Tu cuerpo no es exactamente simétrico, un lado pesa más que el otro. Prueba a inhalar levantando una parte del peso de la mitad del cuerpo que más te pese y al exhalar, déjalo caer hacia el otro lado. Esta es una redistribución interna sutil del peso en lugar de mover los hombros o las caderas.
Si sientes un lado más apretado, corto o fuerte, procura extender el brazo sobre la cabeza con la palma hacia adentro y el pulgar hacia atrás. Imagina que la energía corre hacia arriba de tus dedos y permite que desde la axila se relaje y suelte hacia abajo.
Posición de la pierna
Imagina que tus piernas son tan largas que tus pies se arrastran por el suelo, acumulando la tierra frente a tus pies y estirando las piernas ligeramente hacia atrás para crear líneas largas en la pista.
Imagina que tus piernas están hechas de una cuerda pesada y que tus pies son bloques de cemento. Deja que tus piernas cuelguen de los estribos. Piensa en una banda elástica que se extiende desde cada talón hasta el corvejón del caballo: como éste va hacia atrás, también atrae tu pierna hacia atrás.
Imagina que tienes los ojos en las rodillas, justo debajo de la rótula. Deja que esos ojos miren hacia adelante y hacia abajo para llevar las rodillas hacia abajo y la parte inferior de las piernas, hacia atrás.
Posición de la cabeza y de los hombros
Imagina que tu cabeza es una bola balanceada en la parte superior de tu columna vertebral: hay mucho cráneo detrás de tus oídos, así que ¡equilibra tu cerebro!
Deja que tus clavículas crezcan largas y anchas, como si estuvieran haciendo una gran sonrisa amplia (lo opuesto a los hombros encorvados y redondeados apretados al frente). Deja que tus omóplatos (dos pesados huesos triangulares) cuelguen detrás de tu caja torácica: imagina pequeños pesos colgando de la parte inferior de cada omóplato.
Finalmente, imagina un pequeño globo descansando en cada axila, apoyando suavemente tu cintura escapular para liberar los brazos. De hecho, puedes poner un globo pequeño o una toalla doblada debajo de cada brazo para sentirlo.
Movimiento y energía
Imagina una cinta en movimiento (como una cinta transportadora) bajando por tu espalda, avanzando debajo de los huesos del asiento por la parte frontal de tu cuerpo, sobre tus hombros y bajando por tu espalda. Este círculo de energía se engancha con el movimiento hacia adelante de tu caballo desde los cuartos traseros sobre tu espalda.
Piensa en la energía de tu caballo fluyendo a través de todas las articulaciones de tu cuerpo como el agua. Para la calma y la tranquilidad, quieres agua profunda y de movimiento lento; para obtener energía, quieres el poder del agua corriente. Recuerda que tú controlas el agua, ¡no permitas que se salga de control!
Al trote, imagina que lanzas una pelota de tenis desde el centro de tu cuerpo en la parte superior a cada tranco y que cae directamente sobre tus pies. Al galope, siente el movimiento ascendente de cada zancada, como un balancín. Deja que tus caderas y espalda sigan el movimiento circular y no te inclines hacia adelante.
Imágenes: Susan. E. Harris
Artículo original: Equine Wellness Magazine