Los cascos del caballo son resistentes y adaptables a casi cualquier superficie, siempre y cuando les prestemos una atención adecuada y los cuidemos para que puedan resistir perfectamente tanto a un suelo seco como mojado.
Las superficies sobre las que el caballo pasa la mayor parte de su tiempo son importantes para su bienestar y salud: ¿Dónde lo montas? ¿Cuando montas en una pista, en qué estado está la arena? ¿Qué tipo de actividad realizas (doma, salto…)? Si sales de excursión al exterior, ¿cómo es la montaña: rocosa o con hierba?
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Si bien la estructura del casco es notablemente flexible y adaptable, para asegurarnos que se encuentra en un estado óptimo y, por lo tanto, podrá resistir a casi cualquier suelo, debemos tener en cuenta estos 5 puntos clave:
- Los básicos se convierten en imprescindibles: buen forraje, agua limpia y movimiento. Parece una obviedad, pero en muchas instalaciones hípicas, por desgracia, estos mínimos no se cumplen. El caballo debe poder moverse por un espacio amplio y con libertad, ya que si está parado en un box, los cascos no pueden adaptarse y responder al entorno y, además, estarán más expuestos al estiércol y a la orina, por lo que su circulación se verá afectada.
- Mantener el caballo en un espacio acorde al ejercicio que queremos realizar con él, no solo lo preparará para la propia actividad, sino también para responder adecuadamente a la superficie sobre la que practicará dicho ejercicio. Por ejemplo, un caballo que pasta cinco días a la semana sobre un prado lleno de hierba gruesa y de suelo blando, pero el fin de semana lo sacamos de paseo por una montaña de grava, es probable que el caballo no se encuentre cómodo, camine de forma cautelosa e, incluso, muestre signos de dolor. Esta situación podría equivaler a caminar descalzo después de usar zapatos durante todo el día, ya que los pies no estarán acostumbrados al cambio.
- El caballo debería vivir como el equino que es: necesita aire fresco, múltiples superficies que pisar, humedad variable para sus pies, nutrición e hidratación adecuadas y ejercicio.
- Si tenemos previsto un cambio o un desplazamiento de corta duración, deberíamos acondicionar al caballo gradualmente para dicha superficie o usar una bota para una protección temporal. Si se trata de un cambio o un problema a corto plazo, usemos una solución también de corto plazo. Si queremos acostumbrar el caballo a una nueva superficie, deberíamos empezar despacio e ir aumentando el tiempo de exposición.
- Si el caballo cuenta con unos cascos débiles, necesita volver a lo básico. En este caso, si ya mantenemos una rutina adecuada y los cuidados son los correctos, un herrador y/o un veterinario podría recomendarnos suplementación, otros productos para reforzar el crecimiento del casco o cambios en la alimentación, por ejemplo.
Superficies secas y mojadas
Los cascos del caballo interactúan con las superficies sobre las que vive, de manera que un casco sano podrá defenderse y adecuarse mejor a condiciones extremas.
Por un lado, un suelo seco absorberá la humedad de los cascos. La arena, superficies sintéticas o un suelo azotado por la sequía hará perder la humedad propia del casco, haciéndolo más frágil y menos elástico. Igualmente, una cama demasiado seca pueda producir el mismo problema. Un nivel de humedad adecuado es necesario para unos cascos sanos, así que el caballo debería estar en contacto con el agua, de algún modo u otro.
Por otro lado, un exceso de humedad también causará problemas. Desde el rocío sobre el césped hasta el agua estancada en un paddock, si el caballo pasa demasiado tiempo en condiciones muy húmedas puede tener problemas con la integridad del casco, infecciones fúngicas o exposición a bacterias. Por ejemplo, si salimos al campo y paseamos por un terreno excesivamente fangoso, debemos permitir que el caballo se tome su tiempo, para no tirar en exceso de tendones y ligamentos cuando eleve los pies del barro.