¿Qué puede acabar con la vida deportiva de un caballo? Una causa bastante común es el síndrome navicular, una cojera del caballo muy temida por jinetes y amazonas, especialmente de la disciplina de salto. Pero… ¿se puede prevenir?
Los huesos sesamoideos distales son pequeños, redondeados y con superficies articulares amplias. Su función principal no es soportar grandes pesos, pero es un elemento clave en el buen funcionamiento de una articulación, ya que sirve de polea con los ligamentos. El hueso navicular es uno de ellos y sirve de polea al tendón flexor digital profundo del pie del caballo, el cual baja por toda la extremidad del animal de forma vertical hasta el menudillo. A su vez, este tendón, a la altura navicular, vuelve a hacer otro ángulo y se dirige cranealmente hasta su inserción en el tejuelo, el último hueso del pie. De esta manera, el tendón recorre toda la extremidad y la flexiona, es decir, es el responsable de la impulsión del tercio anterior y el que soporta el peso en la recepción de la pisada.
[supsystic-price-table id=10]
Cuando se presiona sobre el navicular dañado, el caballo debe soportar un dolor tan grande que lo compensa pisando con la parte anterior del casco, acortando la amplitud de los trancos y creando la sensación de que tiene los hombros rígidos. Así, no parece cojear, sino que trota de una forma extraña. Como el síndrome navicular engloba muchas estructuras de la zona, no se sabe del cierto dónde comienza la lesión y hacia qué estructura evoluciona.
La circulación sanguínea del pie en estos casos también tiene un papel fundamental. En el momento de la pisada, el casco se expande y se llena de sangre, actuando como un cojín hidráulico que amortigua el impacto. Cuando el pie se eleva del suelo, la presión disminuye y el casco expulsa la sangre. Si bien esta es una teoría, existen otras investigaciones que apuntan justo a lo contrario: cuando el caballo pisa el suelo, es cuando se expulsa la sangre acumulada en la ranilla. Sea como sea, el casco actúa como una bomba de la circulación sanguínea, la cual es correcta cuando el caballo pisa primero con los talones y después con las pinzas.
Como el hueso navicular está poco irrigado por los vasos sanguíneos, si el flujo de sangre disminuye (por un mal herraje, por un recorte del casco incorrecto, por unos malos aplomos…), éste se ve realmente afectado y las consecuencias empeoran si trabajamos por terrenos duros o en el caso del salto de obstáculos.
Si bien es difícil establecer un solo tratamiento completamente efectivo para tratar el síndrome navicular, ya que se trata de una enfermedad de origen multicausal, podemos seguir algunas pautas para minimizar la incidencia de la enfermedad. Además, debemos tener en cuenta que cuando aparece la cojera es porque la lesión ya es avanzada. De todos modos, los avances en veterinaria permiten adelantar cada vez más el diagnóstico de las enfermedades y, por lo tanto, tratar al caballo antes y mejorar su pronóstico y recuperación. En el síndrome navicular, se usan resonancias magnéticas para detectar lesiones muy pequeñas en tejidos blandos, cartílago y médula del hueso.
Aun así, la prevención siempre es la mejor cura, por lo que os recomendamos tener el máximo cuidado con los cascos de los caballos para evitar el síndrome navicular. Por ejemplo, evitar un herraje y una monta demasiado tempranos; trabajar con un buen herrador que vigile el balance natural del pie y conserve la línea entre el casco y la cuartilla; y mantener unos buenos aplomos. En cuanto al entrenamiento, es importante no trabajar sobre superficies demasiado duras y establecer un programa de entrenamiento que no fatigue los tendones.