El galope es un aire de tres tiempos con un momento de suspensión entre tranco y tranco. A los caballos por naturaleza les gusta galopar, y si el jinete sabe adaptarse a su movimiento, los dos disfrutarán con este aire de balanceo.
El truco está en entender cómo se mueve el caballo y aprender a acompañarlo cuando lo montamos.
En muchas ocasiones, igual que en el paso y en el trote, el jinete se queda detrás del movimiento, sin acabar de acompañar al caballo, creando así una presión excesiva en la zona sacro-lumbar del caballo.
Tomar consciencia del movimiento del caballo
El objetivo de mis artículos es transmitir la importancia que tiene tomar consciencia del movimiento del caballo y adaptarnos para crear una equitación equilibrada y sin desordenar demasiado al caballo. Para saber acompañar el movimiento de galope correctamente, primero es necesario entender cómo galopa sin jinete.
Si miramos una secuencia de fotos de un caballo galopando en libertad podemos ver las diferentes fases del tranco: la fase de elevación, la fase de avanzar y la fase de recibir. En el galope a mano derecha, en el primer tiempo apoya el pie izquierdo poniendo peso en él, seguidamente apoya el pie derecho y la mano izquierda al mismo tiempo, trasladando el peso sobre esta diagonal para que el pie izquierdo pueda levantarse del suelo. Luego en el tercer tiempo, apoya la mano derecha volcando su peso hacía delante para dar un impulso y pasar a la fase de suspensión, que es cuando no tiene ninguna pata en el suelo. La fase de suspensión es tan breve que solo nos da tiempo a contar 1-2-3 y pensar en el galope como un aire de tres tiempos.
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El caballo como un balancín
Para entender cómo montar sobre este movimiento que recorre el cuerpo del caballo al galopar, podemos compararlo con el movimiento de un balancín infantil. Si vemos un niño montado en un balancín en movimiento, cuando el balancín está apoyado en el suelo por delante, el niño tiene su cuerpo aparentemente hacia atrás con la articulación de la cadera abierta y las piernas estiradas, para seguidamente impulsarse, adelantando aparentemente su cuerpo, cerrando la articulación de la cadera para poder quedarse en equilibrio. Cuando el balancín está en medio, el cuerpo del niño se ve sobre la vertical y cuando el balancín está apoyado delante, parece que el niño vuelve a colocar su cuerpo hacia atrás, con la articulación de la cadera, nuevamente abierta y piernas estiradas.
De hecho, el cuerpo del niño está en todo momento sobre la vertical, pero el hecho de que el balancín cambie de posición, da el efecto visual de que el niño se inclina hacia atrás y hacía delante.
Para acompañar correctamente el movimiento del galope nos debería pasar exactamente lo mismo, cuando el dorso del caballo está en la fase de elevación, su cabeza sube y la grupa está más abajo, en ese momento el jinete debería cerrar la articulación de la cadera y tener la sensación que se inclina hacía delante (de hecho igual, pero en menor escala, que cuando se está montando un caballo que se levanta de manos). Es en esta fase que la mayoría de jinetes no acaban de acompañar y nunca llegan a cerrar la articulación de la cadera quedándose así, en este momento tan importante del tranco de galope, con su peso por detrás del movimiento dificultando el movimiento del caballo.
Galopar sin caballo
Con la idea de que el cuerpo del caballo es un balancín podemos realizar un ejercicio pie a tierra, sin caballo, para entender cómo acabar el ciclo de movimiento necesario para quedarnos en equilibrio y no sobre cargar la parte posterior del dorso del caballo.
Para facilitar el movimiento te puedes poner encima de un trampolín, una cama elástica pequeña colocando los pies como si fueras a galope, con un pie (el que representa el lado interior) por delante del otro. Si no tienes una cama elástica lo puedes hacer directamente en el suelo.
Esta postura nos enseña que el movimiento del caballo al galope nos hace adelantar primero la cadera interior. Ahora empieza a hacer el movimiento como si estuvieras galopando, ¿En qué dirección se debe mover tu pelvis? ¿Cómo si pedalearas hacía delante o hacía atrás? ¿Qué movimiento tiene que hacer tus caderas? ¿Tus rodillas? ¿Tus tobillos? ¿Te es más fácil “salir a galope” a un lado que al otro? Seguramente notarás que a un lado te es más difícil empezar el movimiento del galope y este ejercicio te hará entender que no sólo es el caballo el que tiene problemas a la hora de salir a una mano u otra, sino que tu también. También te hará ver que para poder galopar con el pelvis, las articulaciones de la cadera, las rodillas y los tobillos se tienen que abrir y cerrar. Si te miras en un espejo, o te grabas, verás que el torso realmente se debe de quedar quiero y la clave para poder encontrar el acompañamiento en el galope está en la libertad de movimiento de sus caderas. A caballo es muy fácil quedarse en la postura hacía atrás. Si te pasa esto debes de poner enfoque en aprender a cerrar bien la articulación de la cadera para poder llevar el pelvía más hacía atrás en el ciclo de acompañamiento de tranco.
Galopar en dos asientos
Una vez montado/a a caballo puedes practicar cambiando entre el asiento en suspensión y el asiento profundo, para aprender a mantener siempre tus pies por debajo de tu asiento y estar en equilibrio. Todas las articulaciones, sobre todo las caderas y las de las piernas deben estar igual de libres y flexibles que en el paso y en el trote, sin apretar hacía la montura. Debes permitir que tus rodillas tengan un pequeño movimiento hacía delante y hacía atrás, primero en un lado y luego en el otro.
Como en todos los aires, es importante tener los principios básicos de la Equitación Centrada bien establecidos y en el galope y uno de los requisitos más importante para acompañar correctamente es respirar bien.