Muchas veces nos planteamos cómo conseguir una perfecta armonía y equilibrio entre caballo y jinete. Una de las claves para encontrar la respuesta está en dar la importancia necesaria a las necesidades básicas de los caballos, tanto físicas como psicológicas. Si nos centramos en el castigo y el sometimiento, el caballo solamente obedecerá por miedo y, en un momento u otro, reaccionará de forma negativa.
Por suerte, la tendencia en el mundo del caballo es ofrecer un trato racional y no violento al caballo, y la gran mayoría de los profesionales del sector coinciden en el hecho que debemos, en primer lugar, entender la naturaleza del caballo para después, relacionarnos con él.
¿Sabemos cuáles son las necesidades básicas del caballo? Su cerebro busca:
De igual manera que en las personas, los dos hemisferios del cerebro del caballo funcionan de forma distinta. Por ello, hay una dualidad en el comportamiento del caballo, según Jo Bird en el libro «Cuidado natural del caballo» (tomamos la misma denominación de cerebro izquierdo y cerebro derecho).
El cerebro izquierdo:
- El caballo responde de un modo racional.
- Conducta tranquila y receptiva.
- Responde a nuestras demandas.
El cerebo derecho:
- El caballo responde instintivamente.
- Conducta agitada, necesita huir.
- Menos receptivo a nuestras demandas.
Así, cuando los caballos son «cerebro izquierdo» son racionales, receptivos y tranquilos; pero cuando son «cerebro derecho» son instintivos y menos receptivos. Lo que buscamos, entonces, es fomentar el cerebro izquierdo.
Los caballos son animales presa, por lo que sus necesidades no son las mismas que otros animales, como los perros, los cuales dan mucha más importancia a la comida y, a través del alimento, podemos conseguir que respondan a nuestras peticiones. Pero para los caballos, lo esencial es la seguridad, después encontramos la comodidad y, finalmente, la alimentación y el juego. Esto significa que si, por ejemplo, queremos subir el caballo a un remolque, hasta que no se asegure que no hay peligro, no se acercará, aunque le demos comida. Igualmente, a la hora de trabajar, las golosinas son un premio al trabajo bien hecho, pero el caballo no lo recibirá como método de convencimiento.
A la hora de trabajar a los caballos, debemos tener en cuenta estas premisas y planificar cada sesión de trabajo, ajustando el tiempo a cada actividad. No debemos pedirle más de lo que puede dar y procurar que no se aburra, alternando ejercicios y no centrándonos en uno solo, incluyendo el trabajo pie a tierra. Lo ideal es que el entrenamiento sea progresivo y, cuando lleguemos al momento máximo de intensidad, volver lentamente al estado inicial.