Las lesiones en tendones y ligamentos son patologías frecuentes en los caballos de deporte, estas lesiones son específicas y en algunas disciplinas se ven representadas en exceso. La mayoría de estas lesiones se producen a consecuencia de sobrecarga, al alcanzar los límites funcionales de estas estructuras.
Los tendones y ligamentos son tejidos latamente organizados que dependen de la fuerza y la estructura de la matriz extracelular para funcionar correctamente. La sobrecarga produce cambios físicos y degeneración de dichas estructuras; por lo que al alcanzar cargas máximas, superiores a la resistencia estructural, se produce la rotura fibrilar y el tendón puede incluso llegar a desgarrarse.
¿Qué es un tendón? ¿Y un ligamento?
Los tendones son bandas compuestas por tejido conjuntivo fibroso, que conectan los músculos a los huesos.
Los ligamentos, por el contrario, son bandas de tejido conjuntivo que conectan generalmente hueso con hueso y en ocasiones, huesos a tendones.
Están formados por fascículos de fibras longitudinales de colágeno tipo I y tienen una matriz compuesta por proteoglicanos, glicoproteínas, iones y agua. Los fibroblastos, se encuentran dispuestos en paralelo a las fibras. La función de los mismos es la reparación de las fibrillas que se van lesionando, ya que, al tratarse de una estructura dinámica, el tendón debe ir reparando el colágeno periódicamente.
¿Cuál es la función de los tendones?
Los tendones son transmisores de fuerza, almacenan energía producida en el músculo y la liberan en el momento del impulso del miembro. Tienen una gran capacidad de adaptación a las exigencias del ejercicio, poseen la capacidad de regenerar los microtraumas que se generan durante el ejercicio. Los microtraumas que se producen, dependiendo de la intensidad del ejercicio, pueden acumularse y predisponer a lesiones.
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¿Por qué se produce la lesión?
Las lesiones se producen a consecuencia de un sobreesfuerzo o porque existe una degeneración previa del tejido. La acumulación de microtraumas en el tejido predispone a la aparición de la lesión en la estructura cuando el caballo está sometido a una carga de trabajo intensa y el tejido no es capaz de reparar los microtraumas que se generan a consecuencia del entrenamiento. Otra causa frecuente es un trauma directo, que genere la ruptura de las fibras.
Fases de reparación:
1. Fase aguda: esta fase transcurre desde el momento en el que se produce la lesión hasta pasadas 1-2 semanas. En esta fase se produce una inflamación marcada, hemorragia y edema local, el tejido se infiltra de leucocitos y las enzímas proteolíticas que liberan se encargan de la destrucción del tejido necrótico.
En esta primera fase apreciaremos calor en la zona, inflamación, dolor a la palpación y reticencia a caminar, mostrando un grado variable de cojera.
2. Fase subaguda: transcurre entre la primera y la tercera semana post-lesión. Se caracteriza por la respuesta de reparación que se produce, con una marcada angiogénesis y acumulación de fibroblastos que se encargan de generar tejido cicatricial rico en colágeno tipo III (diferentes propiedades que el colágeno tipo I; más débil que el tejido inicial).
3. Fase crónica: en esta fase se produce la remodelación del tejido cicatricial, pasando el colágeno III a colágeno tipo I, por lo que el tejido toma características más similares a su composición inicial.
En esta fase ya no observaremos calor, ni inflamación; únicamente observaremos un engrosamiento variable de la estructura.
El método diagnóstico más eficaz e indicado para este tipo de lesiones es la evaluación ecocargiográfica:
En fase aguda, se observa un aumento de tamaño del tendón con respecto del contralateral. Además, es característica la presencia de zonas anecoicas o hipoecoicas variables en tamaño (lesión, áreas de rotura de fibras) y edema peritendinoso.
La evaluación de la lesión en los días posteriores, durante la fase subaguda o fase de reparación, permite observar la presencia de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis) que se encargan de nutrir el tejido dañado de substancias que actúan en la reparación de la lesión y la retirada de substancias de desecho y células degeneradas de la zona en cuestión.
Durante la fase crónica, se observa la disminución de tamaño de la lesión, así como la presencia de nuevas fibras que se van produciendo en la zona afectada. Es importante valorar la correcta alineación de estas fibras para que el tendón sea lo más similar a su origen.
Patologías tendinosas y ligamentosas más frecuentes en el caballo de deporte:
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Tendinopatía del tendón flexor digital superficial:
Lesión frecuente en caballos de carreras y de salto, los cuales están predispuestos por el tipo de trabajo que realizan y por su conformación de cuartillas largas e inclinadas. Es más frecuente en los miembros anteriores. Suelen ser lesiones poco claudicógenas, empeorando esta al trabajar sobre terreno blando.
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Tendinopatía del tendón digital profundo:
Es menos frecuente que la tendinopatía del tendón flexor superficial. Se produce más frecuentemente en los miembros posteriores. Son patologías que generalmente producen claudicación marcada, sobre todo al trabajar en terrenos blandos. Suelen estar asociadas a distensión a nivel de la vaina digital flexora.
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Desmopatía del ligamento suspensor:
Lesión frecuente en caballos de doma clásica, predispuestos por el trabajo que desarrollan. Son lesiones que producen cojera de grado variable, de leve a moderada; siendo más evidente generalmente al trabajar en círculos y sobre terreno blando.
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Desmopatía del ligamento accesorio:
Se trata de una lesión poco frecuente, más típica en animales adultos. Produce una cojera moderada, que empeora en el trabajo sobre terreno blando. Suele estar asociada a la presencia de distensión en el tercio proximal de la caña.
Opciones terapéuticas:
El objetivo de la terapia es devolver al caballo a su nivel atlético anterior y la prevención de la aparición de una nueva lesión. La rehabilitación ha sido un pilar importante en la recuperación de las lesiones tendo-ligamentosas. Más recientemente se ha hecho mayor hincapié en el desarrollo de las terapias regenerativas, promoviendo la “autocuración” a través del reclutamiento endógeno o la administración exógena de células, biomoléculas o estructuras de soporte adecuadas. La intención del empleo de estas terapias es que el tejido lesionado se recupere asemejándose más al tejido original, restaurando la función y estructura biomecánica inicial para permitir al caballo alcanzar el nivel atlético inicial con el menor riesgo de recidiva posible.
Los tres componentes principales de la medicina regenerativa son: las células madre, el plasma rico en plaquetas(PrP) y el suero acondicionado autólogo (IRAP). Estos compuestos ejercen su efecto mediante la modulación del proceso inflamatorio y regulación de la regeneración de los tejidos. En combinación con rehabilitación controlada, la medicina regenerativa se ha convertido en una importante opción de tratamiento de estas lesiones.
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Plasma rico en plaquetas – PRP:
El PRP es un concentrado de plaquetas que contiene factores de crecimiento, entre los que se encuentran el factor de crecimiento endotelial, el factor derivado de las plaquetas y el factor transformante beta. Presenta varias ventajas, como que se trata de un producto autólogo, es fácil de realizar y que una vez activado, coagula en pocos minutos, por lo que tras ser inyectado de forma líquida, se transforma en un gel que actúa de soporte físico para la migración de células y retiene los factores de crecimiento en el lugar de administración. Como se trata de un producto biológico, el PRP es considerado un producto muy seguro. A pesar de ello, puesto que contiene plaquetas y leucocitos, se recomienda mantener en observación al paciente durante los primeros 15 minutos posteriores a la administración. Por esa misma razón, puede contener citokinas pro-inflamatorias de efecto no deseado.
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Células madre:
Las células madre componen un área de la biología en auge dentro de la medicina veterinaria. Las células madre pueden ser de diferentes tipos dependiendo de su origen y grado de desarrollo.
Por un lado, se encuentran las células madre embrionarias, las cuales son derivadas de la masa celular del estado de blastocito del embrión. Son células pluripotenciales, por lo que son capaces de diferenciarse en varios tipos de celulares que componen al animal adulto. Son inmortales y bajo condiciones de cultivo in vitro son capaces de proliferar sin diferenciarse.
Por el contrario, las células madre adultas, se encuentran en la mayoría de los tejidos del animal adulto y se encargan del mantenimiento y la reparación. Entre ellas, las más conocidas por el momento, son las células madre mesenquimales. Estas últimas son células extraídas a partir del tejido adiposo y médula ósea; aunque también pueden ser obtenidas a partir de la placenta, el cordón umbilical o líquido amniótico, además de varios tejidos fetales como el páncreas, hígado, pulmón o bazo. Estas células son multipotentes, es decir, son capaces de diferenciarse en hueso, cartílago y tejido adiposo.