Los caballos domésticos se enfrentan a desafíos sociales a lo largo de su vida debido, en general, a las limitaciones del contacto social, las restricciones de espacio y los frecuentes cambios entre sus compañeros. Esta situación contrasta con las condiciones naturales en las que los caballos conviven en manadas relativamente estables.
Aunque se sabe poco sobre cómo los cambios repetidos de grupos de caballos puede afectar el comportamiento y el bienestar de los caballos y a su adaptación, un estudio reciente pretendía investigar las consecuencias en un grupo inestable sobre el comportamiento y la frecuencia de las lesiones en caballos jóvenes.
En la naturaleza, no existe el caballo como individuo único, es decir, que su supervivencia está estrechamente ligada a la pertenencia a su grupo. Desde que nacen, cada caballo establece unos vínculos muy estrechos con su madre y con la manada a la que pertenece. Los caballos son animales gregarios, por lo que su aprendizaje está intensamente ligado a la interrelación con otros caballos.
Dentro de cada manada hay unos roles claramente marcados y todos los caballos tienen clara cuál es su función. Así, cuando un grupo de caballos domésticos forma una manada, su naturaleza puede entrar en contradicción con los roles que juegan los demás animales.
En el estudio en cuestión, durante siete semanas se analizaron 45 caballos, asignados a un grupo estable (siete grupos de tres caballos) y a otro inestable (ocho grupos de tres caballos). Los primeros permanecieron en el mismo grupo, mientras que un caballo se intercambió entre grupos inestables cada semana. Los grupos se mantuvieron en recintos con pasto de 80m x 80m y se alimentaron con forraje adicional a diario. Las interacciones sociales se registraron en el caso de los grupos inestables inmediatamente después de cada reagrupación y, en grupos estables, se hizo los días 1, 3 y 6 después de cada reagrupación.
Los caballos que formaban parte de los grupos inestables no mostraron cambios significativos en el nivel de agresión, lo que significa que no estaban habituados ni sensibilizados a la reagrupación repetida. En cambio, sí mostraron un comportamiento más agonístico (comportamiento social relacionado con la lucha) y su comportamiento de juego era más variable.
De todos modos, al tratarse en un 66% de interacciones agonísticas sin contacto, posiblemente no se registraron lesiones graves. Además, el estudio concluye que el comportamiento de los caballos jóvenes es básicamente, el de adaptarse al nuevo grupo.
Fuente: Christensen et al., Appl Anim Behav Sci 133 (2011) 199-206.