Así nos lo muestran nuestros antepasados a través del arte rupestre, donde el caballo tenía un papel especial. Solemos encontrarlo como la imagen principal en una «jerarquía» pictórica de los animales representados por nuestros antepasados hace miles de años en las paredes de diferentes cuevas por toda Europa. «Con frecuencia, los caballos destacan por encontrarse dibujados en una ubicación notable, más grandes y con gran calidad estética en sus representaciones», indica el investigador Georges Sauvet.
Georges Sauvet es un arqueólogo del Centro de Investigación y Estudio Prehistórico (CREAP en sus siglas en francés) de la Universidad de Toulouse, que ha creado una base de datos con más de 4.700 dibujos de animales, y se ha dado cuenta de que los caballos «eran especialmente diferentes en comparación a las otras especies, que comienzan en el Auriñaciense y continúan en todo el Paleolítico Superior, y en toda el área franco-cantábrica».
Nuestro caballo era visto como el rey de los animales por nuestros ancestros miles de años antes incluso de que decidieran (o consiguieran) su domesticación. Las pinturas rupestres analizadas son de un período situado entre 12.000 y 30.000 años, y debemos tener en cuenta que la evidencia más temprana de la domesticación del caballo y su uso como medio de transporte data alrededor de 2.000 años antes de Cristo, en forma de enterramientos con carros.
“La representación de los equinos en imágenes paleolíticas puede entenderse como un dominio conceptual y una posición clave en los principios de organización. El caballo comprende más de una cuarta parte del bestiario y está presente en más de tres cuartas partes de las regiones de Europa en el Paleolítico superior”, indica este investidador en un estudio publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports .
Tal y como escribe Sauvet, “hubo una cohesión significativa y expansiva en las creencias subyacentes y la expresión artística de estos cazadores-recolectores paleolíticos” que pueden interpretarse como “un indicador de la existencia de redes de intercambio”. Las variaciones regionales observadas en los corceles son “principalmente estilísticas y temáticas”.
“Incluso el mayor número de representaciones posteriores en la región cantábrica o la ‘preferencia’ por las representaciones de mamut en el Périgord (suroeste de Francia) no socavan la primacía del caballo como el sujeto preferido”, dice como conclusión este investigador. Es más, por cada cuatro animales que se pintaban (leones, rinocerontes, mamuts, bisontes y osos, entre otros), seguramente uno era un équido.
La realidad es que nuestros antepasados del Paleolítico le daban mucha importancia a los caballos, y esto sorprende, no sólo porque esta importancia ya la tenía el caballo miles de años antes de ser domesticado, sino también porque, en aquella época, eran los renos los que proporcionaban la mayor parte de la carne que se consumía.
Un ejemplo sería el que la mayoría de animales se dibujaban mirando hacia la izquierda, pero los caballos son la única especie predominantemente orientada a la derecha. Y además, en lugares notables de las pinturas, altos y visibles, “en la cima” del resto de los animales.
Existe un buen ejemplo que ilustra esta importancia: Un caballo de 2,70 metros de largo dibujado en el gran techo de la cueva Rouffignac, en Dordoña, en el suroeste de Francia.
Este es, seguramente, el caballo más grande del arte rupestre paleolítico descubierto hasta ahora. Y debajo hay un anillo formado por bisontes, Ibex, mamuts, y rinocerontes: “la plebe”.
Fuente: La Vanguardia