Existen tantas leyendas y tantas medias verdades generadas entorno a la alfalfa, que no sé ni por dónde empezar a afirmarlas o desmentirlas.
La alfalfa (Medicago Sativa) es una herbácea leguminosa de sabor algo picante y especiado muy palatable para los caballos. Podemos encontrarla henificada, fresca, en pellets, en cubos y molida.
Existen tanto partidarios como detractores de su uso en la industria alimentaria para equinos, y como en todo, una vez más, en el término medio está la virtud. Bien empleada y equilibrada es un magnífico forraje para nuestros caballos.
En este artículo nos vamos a centrar en analizar los datos que realmente nos resultan útiles para poder tener una comprensión global y un mejor manejo de la alfalfa. Veremos beneficios, perjuicios y desenmascararemos mitos para así lograr conocer mejor a este común, aunque aún desconocido forraje.
Bondades de la alfalfa
– La alfalfa es muy alta en pectina, un carbohidrato altamente fermentable cuya fibra soluble proporciona un efecto prebiótico en el intestino grueso. Esta es la razón por la que se ha catalogado como súper fibra y resulta casi 1,5 veces más calórica que un heno de gramíneas.
– Es muy alta en calcio. El calcio de la alfalfa es el más biodisponible para el organismo.
– Tiene un efecto antiulceroso en el epitelio gástrico ayudando tanto a prevenir úlceras gástricas como a curarlas.
– Su perfil proteico no es sólo elevado, sino equilibrado en aminoácidos esenciales lo que la hace especialmente adecuada para caballos de deporte, yeguas gestantes y lactantes, potros, caballos enfermos y caballos mayores.
– Ha demostrado ser un alimento estrella en la recuperación de animales emaciados (bajos de peso) por su perfil proteico y mineral frente a otros forrajes y concentrados. (La dieta de un animal emaciado ha de ser supervisada por un nutricionista y un veterinario para evitar el síndrome de realimentación).
– Es alta en leucina, un aminoácido ramificado con especial efecto anabólico y reparador del tejido muscular tras el ejercicio.
– El nivel de azúcares y almidón es tan bajo o menor que el de un heno de gramíneas. Los azúcares simples rondan la media del 5% y 2% de almidón frente al 7% de azúcares simples en un heno y un 1,5% de almidón.
– Resulta ideal para aportar calorías y proteína extra a caballos mayores, ya que la digestibilidad de la proteína es mayor que la de un heno de gramíneas y el aporte calórico es casi un 50% más elevado respecto a este.
– El contenido de biotina y vitaminas A, C y E también es más elevado.
Inconvenientes que podemos encontrar
La mayoría de los problemas encontrados cuando se suministra alfalfa a un caballo residen en el mal manejo de esta.
– El ratio de calcio: fósforo: magnesio es de 7:1:1. Esto quiere decir que la alfalfa debe equilibrarse con una fuente de fósforo y magnesio por un nutricionista para evitar la deficiencia de estos minerales ya que afectaría directamente a la remodelación ósea y a la función neuromuscular.
– Si no se equilibra la dieta, el exceso de proteína puede favorecer la deshidratación en determinados casos, por ejemplo en el caballo de competición cuando las temperaturas son altas y la sudoración es mayor de lo habitual.
– Es más alta en hierro que la mayoría de forrajes por lo que hay que equilibrarla con zinc, cobre y manganeso en los ratios adecuados.
– Debido a las sustancias fotosensibilizantes contenidas en la alfalfa, caballos propensos a sufrir quemaduras solares en áreas de la piel no pigmentadas o arestines, pueden verse afectados por el consumo de alfalfa.
– La alfalfa en estado de floración puede estar infestada por escarabajos de la familia de los meloidos. Es importante adquirirla de agricultores experimentados para evitar la exposición al consumo del escarabajo de la alfalfa, cuya toxina la cantaridina, resulta tóxica y potencialmente mortal.
Creencias y leyendas populares
– La alfalfa produce laminitis. La alfalfa no produce laminitis, lo que puede suceder es que agrave el proceso en un caballo que ya tiene un síndrome metabólico de base. El por qué sucede aún no se ha esclarecido, hay estudios que orientan este efecto hacia la composición especial de aminoácidos pero como hemos visto, el nivel de azúcares es muy bajo y esta no es la causa. Para que esto suceda, el caballo debe tener inicialmente un SME y aún así, sólo algunos caballos muestran esta intolerancia. La alfalfa no produce infosuras en un caballo sano.
– El exceso de proteína de la alfalfa afecta al hígado. Esto tampoco es cierto, lo que hace trabajar de manera extra al hígado son dos factores, uno es el exceso de proteína en la dieta y otro es la falta de aminoácidos esenciales, ya que la carencia de estos hace que los tejidos no puedan aprovechar los aminoácidos no esenciales y el hígado tenga que transformarlos en urea para eliminarlos a través de los riñones. El exceso de proteína es un factor que se mide según el requerimiento diario del caballo. Si no se supera ese requerimiento en exceso, no existe ningún problema, es decir, que si se utiliza la alfalfa para complementar una dieta pobre en proteína o que simplemente no llega a cubrir los requerimientos del caballo, no existe tal exceso de proteína. El exceso de proteína es un valor global en la dieta, no particular de un alimento.
– La alfalfa produce gases. Sólo en caballos intolerantes o aquellos a los que no se les ha introducido de manera gradual. La alfalfa fresca en pastura puede producir estos efectos, pero raramente se produce en alfalfa henificada y cosechada a media floración.
– El contenido en fitoestrógenos puede producir problemas de fertilidad. Esta consecuencia no está totalmente demostrada y los estudios son confusos al respecto, pero es algo a tener en cuenta en yeguas de cría.
Manejo adecuado de la alfalfa
– Como norma general, no exceder el 20% del forraje. Dietas altas en alfalfa pueden producir un hipoparatiroidismo secundario y deficiencias minerales.
– Especial precaución para caballos con SME, PSSM y patología de vejiga.
– Introducir la alfalfa en la dieta poco a poco.
– Equilibrar mineralmente la ración.
En muchas regiones de España, donde no es fácil encontrar un heno de prado, es frecuente el uso del heno alfalfa al 50% junto con paja como fuente de forraje diario para los caballos. Esta mezcla no es adecuada debido a los excesos y deficiencias que hemos comentado y debemos luchar desde la fuerza que hace el consumidor para que el heno de prado esté disponible de forma habitual.
Muchas personas me preguntan, por qué es tan complicado dar de comer a un caballo si en la naturaleza nadie se preocupa de desequilibrios nutricionales o de si comen más de un alimento que de otro.
La respuesta está implícita en la pregunta; primero un caballo salvaje o que dispone de suficientes hectáreas de alimento y disponibilidad de acceso a la diversidad de la naturaleza, tiene menos probabilidades de adquirir deficiencias ya que hace uso de esa diversidad. El caballo doméstico está sujeto a la dieta que su propietario elige, día tras día, por lo que si hay desequilibrios en esa dieta, lo único que estamos haciendo es perpetuarlos y agravarlos en el tiempo. En segundo lugar, muchos caballos no domésticos sufren deficiencias, aunque estas no sean tan graves como para producir patologías. Es nuestro deber como propietarios al cargo de un animal confinado en un espacio reducido y sujeto a la alimentación a la que nosotros tenemos acceso, ser responsables con el bienestar de nuestro caballo y procurar adquirir el conocimiento necesario para que esto tenga lugar o bien ponernos en manos de un especialista en nutrición equina si no disponemos de los conocimientos suficientes.