Al igual que el caballo, el sistema digestivo del burro ha evolucionado para adaptarse a una dieta fibrosa y poco nutritiva. Sin embargo, hay algunas diferencias en su fisiología que hay que tener en cuenta cuando lo alimentamos.
Debido a su origen en regiones semi desérticas, con escasa vegetación de bajo contenido calórico, los burros están adaptados a recorrer largas distancias para alimentarse y a extraer el máximo de lo que ingieren. Son muy eficientes obteniendo lo que necesitan de lo que comen, nutricionalmente hablando. Por esta razón si se les alimenta como a un caballo, con forraje muy nutritivo, pienso, acceso a pastos, etc., pueden tener problemas de salud: obesidad, laminitis, problemas metabólicos, cólicos…
Al igual que los caballos, su sistema digestivo está adaptado a recibir pequeñas cantidades de alimento con mucha frecuencia, obteniendo de este alimento todo lo que necesitan para su mantenimiento.
La fermentación microbiana empieza en el estómago, y si el animal come alimentos de rápida fermentación, con gran cantidad de azúcar y/o almidón (como pienso o pasto exuberante), se producirá gran cantidad de gas como consecuencia de esta fermentación, que no podrá ser expulsado eructando (los burros al igual que los caballos no pueden ni eructar ni vomitar), el estómago se hinchará y provocará un cólico, que puede ser mortal.
En el intestino delgado se da la digestión enzimática de las sustancias no fibrosas, se absorben los aminoácidos, los azúcares simples, lípidos, vitaminas y minerales.
En el intestino grueso, especialmente el ciego, se da la fermentación microbiana. Los microorganismos fermentan la fibra, liberando los nutrientes que ésta contiene y que serán utilizados por el animal y los microorganismos. Estos microorganismos son muy sensibles a los alimentos que les llegan y cambios bruscos en la dieta afectan el equilibrio de los mismos provocando trastornos digestivos graves (cólico, diarrea, laminitis…).
En el intestino grueso se absorben los nutrientes liberados y sintetizados por los microrganismos, así como agua, electrolitos o vitaminas.
Aquí, el exceso de gas generado por esta gran cantidad de actividad microbiana, puede ser expulsado por el ano en forma de “pedos”.
Alimentación práctica
Al igual que los caballos la base de su alimentación tiene que ser el forraje. Pero no hay que alimentarlo como a un poni, pues el alimento pasa más lentamente por su sistema digestivo que por el de un caballo o el de un poni. Esto le permite una mayor digestión y absorción de los nutrientes del alimento que ingiere, ya que éste está más tiempo en contacto con los enzimas digestivos y las bacterias del intestino.
Por eso hay que alimentarle con heno de bajo nivel calórico, que no quiere decir de mala o baja calidad. Tiene que ser verde, sin moho, ni polvo y que no huela a humedad, pero que se haya cortado en un estado avanzado de maduración, así será fibroso y con un bajo contenido proteico.
Otra de las adaptaciones de los burros es su habilidad para reciclar el nitrógeno. Los caballos excretan el exceso de nitrógeno (proteína) como urea a través de la orina, sin embargo, los burros pueden reabsorber esta urea y reutilizar el nitrógeno, según sus necesidades y aportes de proteína en la dieta.
La paja (mejor la de cebada que la de trigo o avena) también es un buen alimento para los burros, aunque no debe constituir la única fuente de alimento, ya que es pobre en algunos nutrientes como las vitaminas.
El forraje hay que acompañarlo con un suplemento de vitaminas y minerales, para corregir las deficiencias y excesos de éstos en los forrajes, así como un aporte diario de sal además del bloque ad libitum. Y sobre todo que tengan siempre agua limpia a disposición.
No es recomendable darles ningún tipo de pienso o cereal, como mucho se les puede dar un poco de pulpa de remolacha remojada (unos 100gr en seco) para mezclar el suplemento o alguna medicación, o si tienes otros animales que coman pienso para que no se sientan “discriminados”.
Es muy bueno también, tanto física como psicológicamente, echarles, de vez en cuando (una o dos veces por semana), alguna rama de árbol o arbusto comestibles (NO les des ramas de pino, por ejemplo).
No hay que olvidar que, aunque su comida sea más pobre que la de los caballos, los burros necesitan los mismos cuidados: veterinario, podólogo, vacunación, desparasitar, repasar la boca…
Ejemplos de posibles raciones
Bibliografía: Equine Applied and Clinical Nutrition, 2013. Edited by Geor, R.J., Harris, P.A., Coenen, M. Elsevier Ltd.
National Research Council, 2007. Nutrient Requirements of horses, sixth ed. National Academy Press, Washington DC.
Svendsen, E.D., 1999. Manual profesional del Burro. Compilación: The Donkey Sanctuary. 3ª edición. Whittet Books
Página de interés: https://www.thedonkeysanctuary.org.uk/#