A todos nos ha sucedido alguna vez: miramos los cascos de nuestro caballo y sabemos que algo no va bien. Están agrietados, tienen ceños, la línea blanca está debilitada,…Es entonces cuando preguntamos a nuestro podólogo-herrador, a nuestro veterinario o compañero de cuadra y nos recomiendan biotina. Damos biotina esperanzados en que esos cascos lleguen a parecerse a los de un caballo salvaje y nos damos de bruces con la realidad cuando después de varios meses tenemos la economía más mermada pero los mismos cascos.
Si entendemos de qué material está compuesto el casco y qué nutrientes necesita, podremos trabajar junto con nuestro herrador/podólogo para que esos cascos vuelvan a ser no sólo funcionales, sino bellos. Insisto en que no conseguiremos un casco sano abordando sólo uno de los problemas, tanto la nutrición como el recorte han de estar en equilibrio junto con una estimulación adecuada.
El casco se compone en más de un 90% de proteína, principalmente queratina producida por los queratinocitos. Alrededor de esta en la capa más externa del estuche córneo, encontramos una variedad de grasas y ceras que protegen al casco, tanto de la pérdida de humedad como de la entrada de patógenos.
Las estructuras más internas del casco están formadas también por colágeno y elastina (proteínas) además de otras sustancias que nutren y dan función estructural al tejido conectivo.
Por tanto, cuando queremos dar un soporte nutricional óptimo al casco, tenemos que tener en cuenta qué nutrientes adecuados para la producción de estas sustancias se encuentran ya en nuestra dieta y cuáles son deficitarios y por lo tanto debemos aportar.
Principales nutrientes a tener en cuenta:
– Proteína de calidad
Esto significa, no sólo aportar proteína de cualquier fuente, sino asegurarnos de que los aminoácidos esenciales que se necesitan para la producción de queratina, estén en equilibrio, por lo que un exceso de proteína de baja calidad, será excretada o metabolizada, pero los queratinocitos no podrán producir queratina.
– Grasa
En este sentido, el organismo no tiene un requerimiento de grasa como tal, ya que puede fabricarla a partir de carbohidratos por ejemplo, pero sí hay estudios que demuestran que la fuente de grasa importa y se traduce en una mejor calidad del estuche córneo. La más adecuada en este sentido son las fuentes ricas en omega 3 y bajas en omega 6.
– Minerales y vitaminas
Algunos minerales y vitaminas pueden llegar a ser y de hecho algunos lo son, deficientes en la dieta del caballo si no son suplementados de forma adecuada. Estos trabajan apoyando la proliferación celular, consolidando los enlaces proteicos y evitando la muerte celular por estrés oxidativo como es el caso del zinc, el cobre, el selenio y las vitaminas A y E.
Decir en este sentido, que muchos de los suplementos comerciales se quedan cortos para el requerimiento de nuestro caballo o bien podemos excedernos fácilmente si no se equilibran por un profesional y simplemente añadimos suplementos sin saber bien qué estamos haciendo.
Ciertas vitaminas B son necesarias también para el metabolismo proteico y energético, por lo tanto, para el correcto desarrollo del casco. Sin embargo, la posible deficiencia de estas se limita a caballos de deporte, caballos cuya fuente de energía no es principalmente forraje o es muy alta en cereales o concentrados, caballos enfermos, con disbiosis, caballos mayores, etc.
En resumen, un caballo sano sin una actividad física excesiva y con un buen heno o pasto a su alcance, es muy poco probable que tenga una deficiencia de biotina.
No obstante, hay diversos estudios que han comprobado que 20 mg de biotina diarios mejoran la calidad del casco a partir del tercer mes de suplementación, perdiéndose el efecto al suprimir dicho aporte.
En definitiva, una alimentación que no aporta los nutrientes adecuados, se traduce en una menor actividad de los queratinocitos, debilitamiento general de las estructuras del casco en los que podremos ver una línea blanca estirada, infecciones de ranilla, abscesos, murallas que se cuartean, grietas, etc
Por último pero no menos importante, debemos mencionar los excesos de glucosa y almidón provenientes de la mayoría de concentrados y cereales.
A menudo me encuentro con dos perfiles diferentes de persona en cuanto al suministro de almidón y azúcares (A/A) en la dieta. Unos afirman que no pasa nada y que llevan dando a su caballo concentrados altos en A/A toda la vida sin perjuicio alguno. Esto normalmente sucede porque hemos perdido la percepción de cómo es un casco sano y vemos como normal algo que no lo es. Otros no quieren ni ver un grano de avena porque les aterra la idea y huyen de ella como alma que lleva el diablo.
Bien, como en todo, en el término medio está la virtud. Un caballo que únicamente esté en mantenimiento o en un trabajo ligero, normalmente no necesita un aporte extra de A/A siempre que la cantidad y calidad del forraje sean adecuadas.
Todos estos azúcares aportados innecesariamente producirán picos de insulina en sangre que si se mantienen en el tiempo y son exagerados, originarán cambios metamórficos en las células epiteliales que afectan directamente a las láminas dérmica y epidérmica que forman la línea blanca, debilitando la conexión entre ellas.
Sin embargo, el caballo de deporte necesita un aporte de A/A dependiendo de su actividad física, que incluido en la dieta de forma adecuada reducirá estos picos de insulina.
Para terminar, únicamente me gustaría destacar que no se trata de hacerse con un cocktail de suplementos y arrojarlos al comedero del caballo, sino que equilibrar la dieta conociendo cuáles son los requerimientos y deficiencias específicas de tu caballo, no sólo te ahorrará dinero no comprando suplementos que no necesitas, sino que evitará posibles desequilibrios y toxicidades de nutrientes que deben estar en correcta armonía en la dieta de tu caballo.