La micotoxicosis se refiere a las patologías ocasionadas por la ingestión de diferentes micotoxinas.
¿Qué son las micotoxinas? Son metabolitos secundarios producidos por ciertas especies de hongos (Aspergillus, Penicillium, Fusarium, …), que son tóxicos tanto para humanos como para animales. Y se pueden encontrar tanto en forrajes como en cereales, así como en los piensos producidos por estos cereales o forrajes.
Las micotoxinas constituyen un mecanismo de defensa del hongo. Cada género de hongo puede producir diferentes tipos de micotoxinas. Son muy estables, difíciles de destruir una vez formadas y pueden persistir durante un largo periodo de tiempo.
Es frecuente la contaminación de alimentos por varias micotoxinas a la vez. Dichas combinaciones de micotoxinas tienen efectos sinérgicos que empeoran las consecuencias negativas para los animales.
La presencia de hongos no implica presencia de micotoxinas y viceversa, ya que algunas de estas toxinas presentan una gran estabilidad y pueden estar presentes en el alimento incluso después de la desaparición de los hongos que las produjeron.
Los hongos pueden producir micotoxinas antes o después de la cosecha, durante el transporte, procesamiento o almacenaje de los alimentos (forrajes, cereales o piensos).
Se conocen unas 500 micotoxinas, las más estudiadas por su incidencia en la producción ganadera, son:
Aflatoxinas: producidas por hongos del género Aspergillus, se encuentran por ejemplo en la soja o el maíz. Afecta especialmente al hígado. Puede contaminar el alimento tanto en el campo como durante su almacenamiento.
Ochratoxina: producida tanto por Aspergillus como por Penicillum, mayoritariamente por un mal almacenamiento. Puede encontrarse en la cebada, avena, maíz, o trigo. Su órgano diana es el riñón.
Tricotecenos: Son micotoxinas que aparecen en el campo, producidas por diversos tipos de hongos de los que destacan los del género Fusarium. Puede encontrarse en el maíz y en productos del trigo como el salvado o la paja de trigo.
Zeralanona: se puede encontrar en granos de cereales o heno. Imita a los estrógenos, afectando el sistema reproductivo y causando aborto, infertilidad, prolapsos…
Fumonisina: producida por Fusarium moniliforme, se encuentra sobre todo en el maíz y sus derivados, niveles altos causan leukoencefalomalacia, enfermedad grave del sistema nervioso central que puede causar la muerte del caballo.
Alcaloides Ergot: se encuentra en los pastos o henos de festuca y raigrás. Peligrosa para las yeguas gestantes, ya que causa problemas durante la gestación y el parto.
Eslaframina: el hongo que la produce se desarrolla en las hojas de trébol y alfalfa, en condiciones de humedad alta, se puede encontrar tanto en el pasto como en el heno. El signo más común es una salivación excesiva. Por suerte los caballos se recuperan a la que dejan de comer el forraje contaminado.
EFECTOS EN LOS CABALLOS
Los caballos que consumen alimentos contaminados por micotoxinas pueden padecer de una gran variedad de problemas de salud, más o menos severos según el tiempo de exposición, la cantidad o el tipo de micotoxina.
La susceptibilidad a las mismas también depende de la edad, el estrés, el estado de salud, nutricional o inmunológico del caballo.
Algunos de los síntomas de la ingestión de micotoxinas son:
- Pérdida de apetito y reducción del consumo de alimento
- Pérdida de peso
- Cólico y/o diarreas
- Problemas respiratorios
- Mayor susceptibilidad a las infecciones, debido a una inmunosupresión
- Daño en los órganos
- Retraso en el crecimiento.
- Irritabilidad
Se pueden observar signos de descenso del rendimiento en los atletas equinos o de la capacidad reproductiva (infertilidad, abortos …) sin otro de los signos antes descritos.
Como veis su diagnóstico puede ser difícil, ya que los síntomas acostumbran a ser vagos y se pueden asociar a otras patologías.
CÓMO EVITARLAS
La mejor manera de evitar las micotoxinas es impedir la formación de los hongos que las producen: comprando henos, cereales o piensos de calidad, y almacenarlos de forma correcta para evitar el crecimiento fúngico.
No darle nunca al caballo henos con moho o que huela a enmohecido, no solo existe el riesgo de las micotoxinas, sino también el del hongo en si, que puede desequilibrar la flora intestinal, y el del polvo que daña las vías respiratorias del caballo. Lo mismo con los cereales o piensos.
Los alimentos de los caballos deben tener unas condiciones higiénicas controladas, conservarse en lugares frescos y sin humedad, a salvo de roedores e insectos, para evitar la contaminación por micotoxinas y otros tipos de patologías.
Tanto las fábricas que fabrican piensos para caballos y otras especies, como las que venden cereales y otros alimentos para caballos, deben controlar la presencia de micotoxinas en sus productos antes de ponerlos a la venta, pero no todas lo hacen.
Existen secuestrantes de micotoxinas que se añaden en los piensos o la ración de los animales, la mayoría están formados por algún tipo de arcilla, aluminosilicatos y/o paredes celulares de levaduras, que atrapan las micotoxinas en el intestino del animal, evitando así su absorción y facilitando su excreción con las heces.
CONCLUSIONES
Si las condiciones de humedad y temperatura son las adecuadas, los hongos se desarrollan en los henos y en los cereales, tanto en el campo antes de la cosecha, como en el almacén después de ésta. Así como en los piensos ya fabricados, si no están bien almacenados.
Los primeros signos de la ingestión de micotoxinas por parte del caballo son letargia, pérdida de apetito, diarrea o cólico. Dosis altas o un consumo prolongado de alimentos contaminados pueden llevar a parálisis y condiciones neurológicas como la leukoencefalomalacia.