Existen diferentes productos que se aplican, generalmente, con un pincel sobre la superficie de los cascos del caballo, con el propósito de hidratarlos, mejorar su crecimiento y/o prevenir algún tipo de afecciones. Pero… ¿realmente son eficaces?
Ilka P. Wagner, de Equine Veterinary Services (Texas, Estados Unidos) y Susan Kempson, PhD y adjunta en Royal School of Veterinary Studies de la Universidad de Edimburgo, han estudiado la eficacia de los diferentes productos que se aplican en los cascos de los caballos. En su investigación han contado con Robert Sigafoos, podólogo equino y director de Applied Polymer Research Laboratory en la University of Pennsylvania’s School of Veterinary Medicine.
Dichos aceites, cremas y pinturas sirven para remediar grietas, pérdida de hidratación y otras afecciones de los cascos. Wagner explica que estos productos están preparados para su aplicación externa y son beneficiosos para el crecimiento, el metabolismo y la salud general de la pared de los cascos del caballo. Wagner divide estos productos en tres grandes grupos, en función de sus componentes:
- Basados en derivados del petróleo, generalmente se venden en frascos o tarros.
- Basados en lanolina, con consistencia de loción de manos. Provienen de grasas vegetales y suelen contener alcoholes y glicerina.
- Basados en agentes secantes, los cuales suelen incluir acetona.
Sigafoos explica que ha utilizado este tipo de productos, principalmente, para mejorar las grietas en la banda coronaria, un problema muy común en la región donde suele trabajar. Dice que han funcionado «aquellos que contienen agentes antifúngicos y esteroides para controlar las infecciones de hongos», aunque considera que los resultados son más pobres cuando se trata de problemas agudos o crónicos del casco.
Por su parte, Kempson ha investigado los efectos de estas grasas examinando la permeabilidad del casco: «este trabajo empezó en la década de 1990 y sigue en pie». De la misma forma que hay una barrera que controla el paso del agua y de los materiales solubles en la piel, también existe una barrera permeable en la suela y en la ranilla. Para analizar el comportamiento de la pared del casco, Kempson utilizó trazadores visibles solubles en el agua y los siguió a través del microscopio. Así, «si el agua puede entrar en el casco, también puede salir», asegura.
Comparó el comportamiento de diferentes partes del casco y vio que en aquellos cascos de buena calidad, el agua no penetraba en la pared. En cambio, en los cascos de menor calidad, el agua penetraba más allá de la superficie y llegaba a espacios intercelulares dentro del casco.
A su vez, examinó cómo las condiciones ambientales podían afectar a la integridad del casco: heces, orina, temperatura y humedad. Kempson asegura que «los resultados fueron sorprendentes», ya que «el frío, el calor y el agua no tuvieron efecto sobre la barrera permeable, pero sufrieron aquellos cascos expuestos a las heces y los cascos que tenían mala calidad«. En cambio, los cascos de buena calidad solo se vieron marginalmente afectados.
La formalina es un compuesto químico utilizado en histología
(Parte de la biología que estudia la composición, la estructura y las características de los tejidos orgánicos de los seres vivos ) y como desinfectante: los productos para los cascos del caballo que contienen este componente no afectan a la permeabilidad del mismo. Kempson explica que «la formalina hace perder plasticidad al casco y lo hace más propenso a la rotura», de manera que en un casco de mala calidad, «los productos con este compuesto penetran más que en los pies de buena calidad». ¿Y esto qué significa? Según la investigadora, «las microroturas causadas por la formalina se extienden más allá de la superficie y permiten que el agua y otros materiales penetren en el casco».
Así, los cascos de mala calidad tratados con formalina son más susceptibles a infecciones y agentes tóxicos, por lo que este químico se tendría que evitar en estos casos. Además, el estudio concluye que los productos para los cascos que contienen disolventes y alquitrán o betún perjudican a los cascos de mala calidad, porque aumentan la sequedad y debilitan la zona. En los cascos de buena calidad, también se produce esta situación, pero los efectos negativos tardan más tiempo en aparecer.
Por otra parte, estudios previos han mostrado la relación entre la hidratación del casco y sus propiedades mecánicas: «si la pared sufre de deshidratación o de exceso de hidratación, el casco será más susceptible de padecer roturas«, asegura Wagner. En la investigación en cuestión, se tomaron muestras de 10 caballos sanos y los sometieron a 15 productos distintos, los dejaron 48 horas y tomaron medidas cada ciertos intervalos de tiempo.
Los resultados indicaron que muchos de estos productos podían mantener en condiciones idóneas la hidratación de la pared del casco de 12 a 24 horas, frente a las muestras a las que no se aplicó ningún producto, que perdieron hidratación. Los productos que mantuvieron mejor la hidratación de los cascos fueron aquellos compuestos por aceites, alquitrán y derivados del petróleo. De todos modos, Wagner afirma que «no necesariamente es algo positivo o beneficioso, ya que puede sobre-hidratar la pared del casco y debilitarla». Lo ideal es mantener la hidratación sobre el 70-75%, aunque todavía se tendrían que realizar nuevos estudios para concretar estos datos y analizar los factores externos. Además, los investigadores admiten que los resultados no pueden extrapolarse directamente, ya que el movimiento propio del caballo puede retirar parte del producto, reduciendo su efectividad.
La segunda parte del estudio consistió en el examen de cinco caballos vivos a los que se aplicaron tres productos distintos durante 13 semanas, estando expuestos a varias condiciones ambientales. Durante este tiempo, se les aplicaron productos basados en lanolina y en derivados del petróleo dos veces al día, mientras que los productos con acetona se aplicaron una vez por semana, según recomendaciones del fabricante.
Las conclusiones de esta investigación apuntan a que no hubo cambios significativos en la resistencia de la pared del casco ni en su flexibilidad. De todos modos, el estudio afirma que estos productos pueden afectar a la pared del casco, pero en cierto grado.
Hay que tener en cuenta que un buen y adecuado cuidado de los cascos del caballo tiene que ver con:
- Una correcta alimentación y un cuidado periódico de los cascos.
- Los productos para los cascos tienen más efecto sobre los cascos de mala calidad o dañados que sobre los de buena calidad.
- Unas malas condiciones ambientales (suciedad, humedad, heces y orina) pueden dañar cualquier tipo de casco, en especial aquellos de mala calidad.
- La pared del casco llega a su máxima calidad cuando la hidratación relativa se mantiene sobre el 70-75%.
- Los productos para los cascos que contienen agentes hidratantes como la formalina disminuyen la elasticidad de la pared del casco, haciéndolo más débil.
Fuente: Briggs, K. Feeding the Feet. The Horse. Sept 2000, 87-96.