“Hola, mi nombre es J.d.B., cuando leáis esta petición yo posiblemente ya no estaré en este mundo»
Como podéis ver, prefiero quedar en el anonimato junto a mi dueña y amiga, por ese motivo he tapado los ojos en las fotografías.
Era un caballo silla francés, y me trajeron a España porque me vieron buen saltador, y lo era. Mi primer dueño me vendió a una chica que me quería y me cuidaba con mucho mimo. Salíamos a pasear con sus amigos, hacíamos doma y algún salto de vez en cuando, nos llevábamos bien. El único inconveniente era que la silla de montar, me iba fatal, no me encajaba… Yo quería decírselo y lo intenté pero, como no hablaba su idioma, no fui capaz de trasladarle mi problema. De hecho, ella ni siquiera sabía que una silla TIENE que adaptarse al caballo. Nos caímos un par de veces… tropecé… el motivo era que la silla se me clavaba en el dorso y al moverme me provocaba un intenso dolor, así que avanzaba arrastrando los pies. Podía haberla tirado, me podía haber puesto de manos o incluso desbocarme, pero las pocas veces que me boté para intentar quitarme de encima la presión que me provocaba el dolor me castigaron, así que preferí dejarlo y me resigné a sufrir en silencio.
Con el tiempo se me desarrolló una atrofia muscular y un desgaste en el cartílago de la espalda, mi propietaria no lo relacionó, de hecho no sabía de donde venían esas lesiones.
Con esta carta no pretendo reprocharle nada a mi dueña, ni a sus entrenadores, amigos, veterinarios o cualquier otra persona que pudiera haber notado algo. En España, por aquel entonces, nadie se planteaba si la silla se adaptaba o no al caballo. Ella me quería y sé que si hubiera sabido que mis problemas tenían solución cambiando o adaptando la silla, lo hubiera hecho sin dudarlo.
Y no era el único, hablando con mis compañeros caballos en su día, supe que a muchos de ellos les pasaba exactamente lo mismo. Algunos eran castigados por botarse o desbocarse al intentar deshacerse del dolor cuando eran montados, acabando sus jinetes por el suelo como consecuencia.
¿Creéis que nos comportamos así porque odiamos a los humanos? ¿que intentamos morder, amenazamos con las orejas hacia atrás, inflamos el estómago de aire o tiramos atrás cuando estamos atados, porque sí?
¡Por favor, tenéis que entender que todas estas reacciones son a causa del dolor! Ninguno de nosotros ha nacido malo, con vicios o agresivo.
En nombre de mis compañeros equinos, quiero hacer un llamamiento a todos los propietarios de caballos, los que publicáis fotos e historias en redes sociales explicando cuanto nos queréis, los que habláis de los éxitos obtenidos en competiciones, los que hacéis excursiones en terrenos complicados y nos dejáis ir a todo galope ¿Os habéis preguntado si la silla con la que nos montáis se nos adapta bien? ¿Os habéis planteado que a lo mejor nos está causando un dolor insoportable?
Ya no hay excusa, podéis pedir ayuda a un saddle fitter .
Mi dueña, por ejemplo, después de lesionar a dos caballos más después de a mi, ha empezado a preocuparse sobre el saddle fitting. Sí: ¡Tarde!
Pero ahora podrá ayudar a otros compañeros y caballos para evitar que pase lo mismo que le pasó a ella conmigo.
Os animo a gastar un poco menos en sudaderos y accesorios de colores para que estemos guapos y invirtáis en contratar el servicio de un saddle fitter. Os mirará si la silla se adapta bien a tu caballo y si no es así os la ajustará o os recomendará que la cambiéis. Me consta que hay sillas a medida por mucho menos dinero de lo que pensáis. Con el importe de unos tres meses de pupilaje en Valencia, o quizás sólo con el pupilaje de un solo mes en Madrid, podréis aliviar a vuestro querid@ compañer@ caballo y asegurarle un futuro sin dolor y sin causar daños irreversibles.
Ah, y por favor, compartid mi mensaje con vuestros amigos del mundo hípico. ¡Entre todos podemos ayudar a los caballos!
Os saluda desde el cielo equino
Vuestro J.d.B.
Contacta con un saddle fitter en:
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