Estamos ante el que puede ser el proyecto de renaturalización más controvertido de nuestro continente: el de la reserva de Oostvaardersplassen.
Un modo nuevo y radical de intentar recuperar, o al menos convertir, la naturaleza, no exento de polémica; esta reserva nacional se encuentra el norte de Ámsterdam y aloja cientos de caballos ferales de raza Konik, originarios de Polonia, que trotan libres por una gran pradera.
El hábitat nos podría retrotraer a las estepas de Asia Central, salvo que nos encontramos en un lugar desde el que se pueden ver las vías del tren, autopistas y edificios a lo lejos; es decir, en pleno centro de Holanda, región de Flevoland, construida donde antes había agua por los holandeses en 1968. Ahora en vez de agua tenemos una planicie de casi 6.000 hectáreas que está por debajo del nivel del mar y que es reserva natural.
El proyecto innovador nace en los años 80, cuando en vez de industrializar este terreno, un grupo de científicos propuso al gobierno su recuperación y repoblación con especies tales como ciervos rojos, caballos Konik y toros de Heck. Especies que por supuesto no son autóctonas (los ciervos son de Escocia, los caballos de Polonia y los toros de Alemania).
Cercados y sin depredación
Durante el invierno de 2017 las temperaturas y las condiciones climáticas fueron especialmente frías, lo que hicieron que en la reserva de Oostvaardersplassen hubiera menos alimento disponible y provocó la muerte de la mitad de los grandes herbívoros, ya que éstos se encontraban limitados por las vallas a la hora de buscar alimento más allá del perímetro. Las redes se llenaron de imágenes de caballos caquécticos deambulando por el lugar y muchos ciudadanos denunciaron la gestión de esta reserva.
Al no haber depredadores, continuaron los problemas y la polémica al siguiente invierno (2018) cuando tuvieron que trasladar a casi un tercio de los caballos a otras reservas en otros países (entre ellos España).
Cuatro años después la situación ha mejorado, pero aún así sigue habiendo sobrepoblación tanto de caballos como de ciervos y toros, lo que provoca que sea necesaria la intervención humana constantemente.
Actualmente existe una ley que establece desde 2020 la obligatoriedad de hacer una gestión de los animales basada en su bienestar, debiéndolos alimentar cuando sea necesario y buscando disminuir el sacrificio, sin causar sufrimiento.
Oostvaardersplassen puede verse como un experimento de ecología, del que aún tenemos mucho que aprender, ya que como «renaturalización» tiene muchas limitaciones- indicaba Wouter Helmer, cofundador de la ONG Rewilding Europe y ecólogo.
El concepto de «renaturalización» proviene de los Estados Unidos en los años 90; y a diferencia del tradicional concepto de conservación, que busca proteger lo que ya existe, la renaturalización se focaliza en generar nueva naturaleza, en crear nuevos lugares donde se reproduzcan procesos naturales a la vez que se responde a las necesidades económicas y sociales de la zona de manera conjunta, integrando el entorno; vaya, un «empezar desde cero», en lo que Holanda ha sido pionera, donde en los años 80 apenas había ecosistemas «naturales».
Se trata de manadas que viven libres, que llegan a tener un comportamiento parecido al que tendrían en un ambiente salvaje; pero como viven en un espacio acotado sin depredadores, nosotros los humanos somos los responsables de su bienester; así que son considerados de forma legal como ganado agrícola, ya que está demostrado y hemos visto que aumentan la biodiversidad de plantas y otros animales. El problema es que cada año debemos enfrentarnos a la decisión (no siempre en nuestras manos o posibilidades) de reducir su número o darles más héctareas de terreno para procurar que tengan suficiente alimento»- indica Wouter Helmer
Elemento de atracción turística
La seguridad de las personas que visitan la reserva es otro tema controvertido en los proyectos de renaturalización, ya que existe un equilibrio delicado entre intervenir, pero poquito y con cuidado; entre permitir la presencia humana pero sin molestar a los animales: un reto casi inalcanzable.
Construir nueva naturaleza tiene beneficios que se deben divulgar, pero existe una incertidumbre sobre el futuro de estos espacios.
¿Podría esta naturaleza creada por el ser humano permanecer sin la propia intervención del ser humano?
Fuente: Eldiario.es