La población del caballo gallego ha descendido a menos de la mitad de individuos en menos de diez años debido al abandono del monte y a una polémica regulación.
La voz de alarma la ha dado la Asociación Rapa das Bestas de Sabucedo, según su presidente Paulo Monteagudo. Su asociación organiza una fiesta que se remonta más allá del siglo XVI, y que genera imágenes polémicas todos los veranos. Nos es familiar que a principios de julio bajan del monte a caballos que pueblan casi 50 kilómetros cuadrados, les cortan las crines, les desparasitan y los vuelven a soltar. Pero cada vez hay menos caballos, menos crines disponibles. En menos de una década se han reducido a la mitad. Siguiendo esta tendencia, es cuestión de tiempo que desaparezcan los caballos y esta tradición.
La Rapa de Sabucedo reúne cada año a 10.000 personas en una aldea de apenas 35 habitantes. En 2006 rapaban al menos 600 de los 800 caballos disponibles. El año pasado galopaban por sus montes apenas 400 ejemplares, de los que raparon poco más de 200. El descenso es mayor aún en la generalidad de Galicia, donde de 17.000 ejemplares que existían en 2010, se ha bajado a 8.000, menos de la mitad.
‘La situación es alarmante, si no se actúa de forma inmediata pronto no habrá ni caballos ni rapas’, predice el biólogo Santiago Bas, uno de los mayores expertos en caballos salvajes.
La pérdida de la especie es una mala noticia y lleva asociada también la desaparición de los trabajadores asociados a esta tradición. De hecho, la de Sabucedo está declarada como fiesta de interés internacional y supone una atracción turística de Galicia en el verano.
Nos encontramos ante varias causas de esta debacle, aunque no todos los investigadores se ponen de acuerdo. El experto en caballos salvajes Santiago Bas, indica que la causa principal es de tipo administrativo: la entrada en vigor de un Decreto en 2012 de la Xunta que regula la especie, y que considera a estos caballos como semidomésticos, simplemente porque tienen dueños, cuando en realidad viven salvajes y en libertad’. ‘El decreto dificulta la tenencia de los animales, los encarece con tasas y caros microchips identificativos, más caros que los propios potros, y obliga a encerrar los animales en pastos registrados’, explica el biólogo y naturalista.
Estos caballos también son conocidos localmente como garranos, tienen un gran valor ecológico, debido a su escasez cada vez mayor. ‘Su importancia en la ecología del monte es fundamental’, relata Bas. Laura Lagos, investigadora de la Universidad de A Coruña, coincide con Santiago Bas.
Su eficiencia en el control de la biomasa los convierte en un aliado fundamental en la prevención de incendios, al contribuir a mantener los montes más limpios. El caballo no solo come los brotes de los tojos, también la madera’, indica.
Cada individuo elimina alrededor de dos toneladas al año de tojo, un arbusto que es muy abundante en los montes gallegos que alcanza la altura de dos metros y es pirófilo (fomenta los incendios).
La eliminación de este arbusto por parte de los caballos ayuda a la regeneración de pastos de montaña. En aquellas praderas dedicadas a la alimentación del ganado vacuno donde los caballos pacen durante el invierno, el rebrote del pasto es más exitoso. También ayuda al ganado vacuno frente a la fauna salvaje, ya que la presencia de caballos en el monte reduce la incidencia de ataques lobos sobre becerros y vacas.
La proliferación de lobos en los montes gallegos también puede ser una causa de la desaparición de los caballos salvajes, según apunta la asociación de Rapa das Bestas, aunque su presidente señala que la principal causa es el abandono del monte.
‘Antes el monte era un medio de vida para el hombre, pero ya no lo es, y la maleza se ha convertido en un enemigo del caballo. Por eso el tojo que antes se recogía para las cuadras crece ahora descontrolado, y los caballos no son capaces de comerlo. Y por eso cada vez es más habitual verlos bajar a los pueblos, en busca de comida’.
También los incendios han afectado de forma directa a los caballos. El nefasto 2006 y el 2018.
En cada incendio podemos contabilizar diez o más caballos muertos, es un goteo constante’,
Que el lobo sea el causante es discutible, vistas las otras razones. Para los organizadores de la rapa de Sabucedo, no hay dudas.
‘Se come a los potros, los prefiere a los terneros, y como hay cada vez más lobos, empiezan a suponer un serio problema para los caballos bravos’, relatan.
Santiago Bas discrepa. ‘Fomenta la selección natural, sobreviven los fuertes’, explica. ‘Está demostrado que de donde se retiran los caballos, los lobos desaparecen’, continúa Bas, que reduce la importancia de cualquier otra causa que no sea el decreto de 2012.
Otras causas del descenso poblacional: el lobo y los incendios
Para Laura Lago las causas administrativas son las principales, pero admite que el abandono del monte genera un círculo vicioso: los arbustos como el tojo crecen sin control, cerrándole el paso al caballo y generando una gran cantidad de biomasa que arde con facilidad.
‘Por eso cada vez es más habitual verlos en fincas o en pueblos’
Como dice Laura Lago, es un problema singular ya que se trata de un animal singular, que vive salvaje pero tiene dueño.
‘Antes tenía sentido poseer un caballo. Por tradición, para trabajos agrícolas, para vender la carne o la crin… Ahora todo eso ya no resulta rentable, así que, salvo en algunas zonas de Galicia, en las que se vende algún potro para carne, en la mayor parte del territorio son su única razón de ser’, concluye.
La explicación de la investigadora Laura Lago pone de manifiesto la importancia de la situación que viven tradiciones como la Rapa das Bestas. Son la única esperanza que le queda a una especie de la que apenas quedan individuos en el resto de España y que se ha extinguido en otras partes del planeta.
Fuente: MundoToro