Nuestras conexiones y nuestro deseo de establecer una relación con los animales data de hace miles de años. Parece que hay algo especial y místico en la conexión con los caballos. Personas de todas las edades se sienten atraídas por ellos debido a muchos factores como su belleza o elegancia, aunque no es únicamente por una cuestión estética o visual, ya que, el simple hecho de estar junto a ellos nos hace sentir bien.
Pero, ¿por qué son tan eficaces las terapias con caballos?
Los caballos poseen unas capacidades extraordinarias por el hecho de ser un animal presa que ha desarrollado una habilidad particular que le permite “leer” lo que sucede en su entorno para detectar señales que le pueden poner en peligro.
Lenguaje «no verbal»
Cuando se ve amenazado, su reacción inmediata es la de huir, pero no huye por cualquier cosa, si hay un depredador cerca, el caballo es capaz de reconocer si está hambriento y supone un peligro o, por lo contrario, si está saciado y en cuyo caso será inofensivo.
Es capaz de comprender el lenguaje “no verbal” de todo lo que sucede a su alrededor, reconociendo cada señal de incongruencia que para él puede significar salvar la vida, e instintivamente actúan en consecuencia.
Sensibilidad
Por ese motivo, su elevada sensibilidad les permite entender la información que está presente a su alrededor que es imperceptible para nosotros. Ellos perciben fácilmente si hay tensión, agresividad, nerviosismo o incertidumbre, así como calma, serenidad, seguridad o cualquier otro tipo de energía que transmitimos.
Los caballos también utilizan este campo energético para comunicarse entre ellos, por ejemplo, si un miembro de la manada envía un mensaje energético de peligro y huida, toda la manada automáticamente se empieza a mover para ponerse a salvo. Por esta razón, cuando entramos en contacto con ellos, somos analizados energéticamente, y sin darnos cuenta, con la propia energía que desprendemos, producimos en los caballos reacciones instintivas.
En las terapias, los caballos expresan tantas personalidades, habilidades físicas y limitaciones como los humanos con los que están trabajando. Lo mejor de todo es que los caballos no mienten y tampoco juzgan, actúan por lo que sienten al lado de la persona tratada.
Fuente: emozio