Los pastores mongoles empezaron a experimentar con técnicas de la odontología equina hace más de 3.000 años, con el objetivo de mejorar la salud dental de los caballos y contribuir a su bienestar y productividad. El progreso de la sociedad humana se vio profundamente impactado por el simple hecho de extraer un diente de un caballo. Lo confirma el estudio Origins of equine dentistry (PNAS, 2018), que aporta nuevas pruebas arqueológicas.
Los investigadores del estudio, financiado por la National Geographic Society, han analizado cráneos excavados en un antiguo cementerio de caballos en la estepa de Mongolia. Los nómadas serraban los dientes díscolos de sus caballos con herramientas de piedra y, más adelante, también les extraían los dientes que podían molestarles a la hora de ponerles la embocadura.
Según William Taylor, director del estudio y miembro del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, estas innovaciones «surgieron junto a lo que parece la aparición de la equitación». De hecho, las mejoras y avances en el campo de la odontología equina podría haber ayudado a los pueblos nómadas a recorrer mayores distancias, por contar con caballos más sanos, y a utilizar a los caballos en los combates.
Los investigadores se centraron en los restos de Deer Stone-Khirigsuur, una cultura mongola que existió entre el 1300 y el 700 aC y gracias a la cual se hallaron las primeras pruebas físicas de la domesticación de los caballos. Sus cementerios estaban rodeados de decenas, incluso cientos, de sepulturas de caballos sacrificados.
Los inicios del estudio pretendían averiguar novedades acerca del transporte equino a través de los dientes, pero en 2016 (un año después del inicio del proyecto) vieron que los patrones de desgaste en huesos y dientes demostraban que los caballos llevaban bridas y se usaban para montar. Además, el grupo de investigadores vio que algunos de los restos óseos presentaban señales directas de la intervención humana.
Descubrieron dos ejemplares de caballos jóvenes de la Edad de Bronce con incisivos laterales parcialmente cortados: uno de ellos, del 1150 aC, encontrado en el yacimiento de Uguumur, representa la prueba más antigua del mundo de odontología veterinaria.
William Taylor explica que «este animal habría tenido problemas a la hora de comer correctamente y con su comportamiento», de manera que «parece que se usó una herramienta para restaurar la superficie plana normal de la boca serrando el incisivo torcido». Además, los residuos de silicatos en los dientes implican que se usó una herramienta de piedra. De todos modos, Taylor asegura que se trata de «algo experimental».
Por otro lado y gracias a los restos óseos del yacimiento de Bor Shoroonii Am, los investigadores descubrieron que los pastores mongoles ya extraían el diente de lobo a caballos jóvenes para que no les doliera la brida. Esta práctica coincide con la época en que se remplazaron las embocaduras blandas hechos de cuero y otros materiales orgánicos por bocados de metal, ya que el diente de lobo crece frente a las muelas donde se suele colocar la embocadura.
Taylor explica que «el cambio a las embocaduras de metal podría haber sido algo que permitió que montar a caballo pasara de ser una práctica de pastoreo a una tecnología militar», ya que ayudaba a tener un mayor control del animal en situaciones de estrés. Por eso, «la odontología veterinaria podría haber desempeñado un papel bastante crucial en la aparición de la equitación como tecnología militar», asegura.
Imagen: William Taylor
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