El pasado mes de Febrero fueron descubiertos cuatro caballos enterrados en los restos de la muralla de Ávila levantada por Alfonso VI (1036-1109) sobre otros restos hispanorromanos, por los arqueólogos del servicio municipal.
Los restos de los cuatro animales fueron hallados en la calle del Marqués de Santo Domingo —en la parte del casco que se ubica dentro de las murallas— cuando los expertos llevaban a cabo labores de investigación en los muros, a cinco metros de profundidad sobre el nivel actual de la calle (C/ Marques de Santo Domingo), aunque llegaron a perforar hasta siete metros de profundidad.
“Esto nos da un perfil estratigráfico impresionante que nos permitirá datar con gran exactitud el momento en que fueron sacrificados, no hará falta ni pruebas de carbono-14”, dicen los investigadores.
La raza de estos caballos no se ha podido determinar por los veterinarios tras examinar los huesos; para ello se ha encargado un análisis específico de laboratorio.
“Es un hallazgo desconcertante por su excepcionalidad, pero terminaremos descifrando qué nos quisieron decir los visigodos”, concluyen los arqueólogos.
Y es que estamos hablando de cuatro ejemplares que pertenecieron a las élites visigodas, quienes habitaban Ávila hace 1.400 años, y que se sospecha fueron enterrados en forma de extraño ritual ya que tres de ellos tenían la cabeza cortada y al cuarto, el más joven, le extrajeron las costillas, para luego enterrarlos con máximo cuidado en las primeras murallas de la ciudad en cuatro tumbas de piedra tapadas.
¿Qué significado tenía?
No lo sabemos. Lo que sí sabemos es el marcado origen vetón de la capital abulense, que se trataba de una tribu celtíbera asentada en las actuales Ávila, Salamanca, Toledo y Cáceres. Habitaron en castros hasta la llegada de los Romanos, de quienes adoptaron costumbres latinas, pero mantuvieron su gran afición y habilidad como pueblo: la equitación.
Fueron famosos los jinetes vetones entre las tropas romanas, y entre otras, ayudaron a conquistar el área del río Rhin o Britania.
Cuando Ávila fue ocupada por los visigodos éstos asumieron algunas costumbres de los vetones, entre ellas su afición por los caballos. Los visigodos, además, fueron uno de los primeros pueblos que dividió sus ejércitos entre infantería y caballería, con lo que estas últimas unidades adquirieron una importancia notable en su arte militar.
“Si a esto se suma que los propietarios de cabalgaduras recibían tierras por parte del rey, el caballo se convirtió en un elemento más que destacado de su cultura”, señalan fuentes de los servicios arqueológicos municipales.
Quizás, fruto de esta cultura al caballo, surgieran rituales cómo estos, donde los cuatro caballos protagonistas de esta historia fueron enterrados con «todos los honores».
“De momento, desconocemos cuál es el significado del ritual. Igual que ahora se saca en procesión vírgenes o santos para que llueva, los visigodos querían expresar algo con estos entierros. A lo mejor pensaban que los animales les servirían de amuletos o simplemente se les quería honrar”, indican los arqueólogos.
Fuente: El Pais