Un manejo inadecuado y/o una práctica incorrecta de la equitación puede acabar por desarollar diferentes patologías o enfermedades en el caballo, que perjudicarán su bienestar. Por un lado, existen las asociadas a la estabulación, relacionadas con la alimentación, la movilidad, las interacciones sociales y la higiene del animal; y, por otro lado, las relativas a la equitación, como consecuencia de la disciplina, el jinete o la amazona, el entrenamiento muscular, el tipo de doma y los materiales o el equipo utilizado.
Según el estudio «¿Bienestar equino? Patologías asociadas al manejo y a la equitación», de la veterinaria y etóloga Teresa Gamonal, en relación a la alimentación, los caballos estabulados reducen considerablemente el tiempo dedicado a comer (están el 15% del tiempo alimentándose frente al 60% en caballos en semilibertad), lo cual hace que los dientes crezcan continuamente y, así, sus piezas dentales sean más grandes y tengan bordes irregulares. Además, tendrán una mayor predisposición a tener cólicos, problemas con la embocadura o dolor de la musculatura sublingual, entre otros. En relación a su comportamiento, al contar con más horas sin distracciones, el caballo se aburrirá más y es muy probable que aparezcan estereotipias (tragar aire, movimientos ambulatorios, morder la madera o los barrotes…). Las estereotipias no deben pasarse por alto, ya que pueden derivar en ansiedad crónica.
En cuanto a la movilidad, la falta de ejercicio puede acabar en ansiedad, atrofia muscular, pérdida de elasticidad, rigidez articular, disminución de la capacidad cardiorespiratoria o problemas podales. Además, los caballos son animales sociales, de manera que el aislamiento y la soledad producen problemas de sociabilización, agresividad o automutilaciones, entre otros. Finalmente, una mala higiene de su entorno puede producir al caballo problemas respiratorios, dematológicos y/o podales.
En relación a las patologías derivadas de una mala práctica en la equitación, cada disciplina tiene asociadas algunas patologías y la postura y movimientos del jinete pueden repercutir negativamente en el dorso y la boca del caballo, así como una falta de conocimiento sobre el bienestar del animal.
Por otro lado, un entrenamiento demasiado exigente y/o repetitivo, provocará aburrimiento, estrés, falta de propiocepción y/ o dolor, que se convertirán a largo plazo en agotamiento muscular, bajo rendimiento y lesiones. Del mismo modo, el estrés generado durante un proceso de doma o entrenamiento inadecuados repercute tanto en la salud del caballo como en su rendimiento, de manera que tener conocimientos sobre etología equina es fundamental para favorecer su bienestar. El tipo de doma utilizado, si no es el correcto, puede conllevar desconfianza o miedo, contracturas musculares, dolor y, en consecuencia, más lesiones y mal comportamiento.
Finalmente, el uso de material inadecuado o un equipo que no se ajusta al caballo puede provocar heridas y dolor muscular y articular. Especialmente una embocadura inapropiada o una muserola demasiado apretada le afectará no solo en la boca, sino también en los nervios de la cara, en la articulación temporomandibular etc.