Los caballos en libertad, suelen delimitar un área de seguridad a su alrededor, aproximadamente de un diámetro equivalente a la longitud de dos caballos.
En una manada de caballos salvajes (no domesticados), en esta área de seguridad solo podrán entrar otros caballos que sean considerados de la familia o compañeros con quien comparta juegos y grooming (aseo mutuo).
En el caso de una manada de caballos domesticados, a parte de aceptar que entren en su área de seguridad a sus compañeros también es probable que nos acepten a nosotros. Habitualmente, en estas manadas están acostumbrados a recibir visitas humanas, por lo que no suele haber ningún problema a la hora de entrar en su zona de seguridad y lo podremos hacer con total tranquilidad.
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Por otro lado, si visitamos una manada poco habituada a la presencia humana y si además no nos conocen, deberemos acercarnos muy lentamente, con calma y paciencia, hasta que el caballo se adapte a nuestra presencia y nos permita entrar en su zona de seguridad. Lo ideal es presentarnos con una posición corporal baja y sin mirarlos de frente para evitar que nos vean como un depredador.
Si bien describimos estas situaciones como momentos en los que habitualmente los caballos necesitarán un tiempo para habituarse, debido a su naturaleza, sus reacciones siempre dependerán en cada caso del caballo, de cómo se haya criado, del entrenamiento que haya recibido, del entorno actual, de la relación que tenga con las personas, etc.