Mitad caballo mitad humano, así eran los centauros de la mitología clásica, mezcla del instinto del caballo y de la sabiduría del humano.
Narra el mito que Quirón, el centauro herido, se ofreció para ocupar el puesto de Prometeo castigado por robar el fuego a los dioses.
Desde su herida trascendida, el centauro da la inmortalidad a Prometeo, al que más se acerca a los humanos …
Un binomio en fusión, simbiosis, sincronía, conexión perfecta: El sueño ideal de cada jinete que en su realización habrá que presentar el animal al superhumano de Nietzsche.
Otro mito más conocido aún es el de Pegasus el caballo alado que acaba en constelación celeste mientras que el ego de su jinete le conduce a un macabro final…
La sanación del hombre de los dos mil y pico está manifiestamente cada vez más vinculada con la liberación de su ser auténtico, tarea inalcanzable sin torear con los minotauros del ego y el laberinto de las heridas bajo las mascarillas que las protegen…
Varios manuscritos, estudios, historias de la sabiduría popular universal nos invitan a reflexionar:
¿Quién domesticó al otro, el humano o el caballo?
¿Que pasa si intentamos desnudarnos del pretencioso discernimiento y observamos esa relación antigua con nuestros amigos los caballos?
La jerarquía de las necesidades humanas incluye las necesidades sociales y de afiliación, las de estima y reconocimiento, obviamente desarrolladas en el contacto con los caballos y la práctica consciente de la equitación.
La historia de las civilizaciones del globo es una muestra en sí del papel ya confirmado de los caballos en la realización de las necesidades anteriores, las de la base de la pirámide propuesta por Abraham Maslow en su obra Una teoría sobre la motivación humana.
Sin embargo, la compañía de los caballos no sólo permite al humano alcanzar esas necesidades sino atender incluso la superior: la «motivación de crecimiento», «necesidad de ser» y la «autorrealización».
A lo largo de las sesiones de entrenamiento me hago espectador y observo a los caballos con sus jinetes.
A pesar de que varias veces me cuesta guardar el precioso silencio y aprender a dirigir la clase desde el punto de vista de un aprendiz que también o incluso específicamente aprende con cada jinete y con cada caballo, a pesar de ello, consigo apuntar las observaciones siguientes:
- Con los principiantes, los caballos menos «domados» habituados, (habituados – término más adecuado en sustitución a desensibilizados), buscan la huida del depredador agitándose sin control de su propio cuerpo, intentando agruparse, pegándose unos a otros buscando la seguridad de la compañía como para sincronizar y huir juntos.
- En otros casos están drogados por su propio cortisol y se quedan ausentes, ¡obedientes, sumisos!
No por magia o fantasía, sino desde su instinto de supervivencia de presa, el caballo es un espejo para nuestra energía, pero un espejo vivo con sus propios códigos sociales e inteligencia.
El caballo detecta y reacciona en situación de falta de elección.
En ciertas situaciones su respuesta es la defesa, percibida como desobediencia o agresividad por el jinete inexperto y otras con la huida con el motivo de la protección también y la búsqueda de la calma que rige su mundo.
Sin negar las particularidades de cada especie y dejando de lado el antropomorfismo negativo o tóxico se puede admitir que como mamíferos compartimos muchos más de lo que pensamos con los caballos. Tal vez se puede hablar de intuición equina.
Intuición: Habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón.
- Hay que tener en cuenta que los caballos no han elegido dejar su hábitat natural para acabar con herramientas encima en su dorso, bocados y protectores, visitas medicales, osteópatas, etólogos o comportamentalistas y tampoco vivir en espacios cerrados. De allí, el ser humano tiene la responsabilidad y el deber absoluto de concienciarse sobre la naturaleza del caballo como ser independiente luego como cómplice en el binomio.
- Montar a caballo se debería merecer por competencias espirituales, intelectuales, físicas y, si o si, capacidades financieras a la hora de decidir comprar un caballo que permiten un mínimo de adecuación entre la naturaleza del caballo y el estilo de vida impuesto por los humanos.
Los experimentos han demostrado que los caballos reconocen las expresiones faciales de las personas y las de otros caballos, lo cual les permite regular la interacción social.
Nuestro concepto de inteligencia social está relacionado con nuestra capacidad de reconocer, primero nuestras propias emociones y las de los seres que nos rodean.
Allí no desarrollare más, os dejo reflexionar libremente, pero daré una pista:
Definición de empatía
Tomamos como base una de las definiciones más simples de la empatía como, la facultad de percibir y comprender lo que siente el otro, su estado emocional (empatía afectiva) o su punto de vista, sus creencias, sus intenciones (empatía cognitiva), siempre conservando su integridad psicológica.
La relación caballo-jinete ofrece al ser humano, situado en interdependencia y responsabilidad frente al resto de las especies, una oportunidad para encontrar sentido, trascendencia y elevación.
En la práctica de la equiterapia el caballo en sí no sustituye al terapeuta, sin embargo, en contacto simple con los caballos se van sembrando las semillas de una conexión olvidada, la del humano con su humanidad.
En las cuadras no he visto a Quirón, pero si he encontrado al sanador herido. El sanador que por compañía produce una reflexión, una reflexión tal vez condicionada por la predisposición, la iniciativa, la retrospección y la empatía, sin embargo, una sanación sutil sin mistificación ofrecida a todos los que abren su corazón a ella.