Creáis o no en la existencia de «nuestra mitad», si alguna vez habéis sentido que tenéis una conexión única con un caballo, no estáis loc@s. Un grupo de investigadores noruegos y estadounidenses descubrieron que jinetes y caballos pueden entrar en un estado único de «co-ser» entre especies.
Según un estudio de 2013, publicado en la revista Social Anthropology, esta relación de «co-ser» (traducción del inglés «co-being») se refiere a un estado de una relación en la que cada pareja evoluciona para encajar mejor entre sí, tanto física como mentalmente. «A medida que los jinetes conocen a sus caballos, los sintonizan: aprenden formas mentales y somáticas (físicas) de actuar frente a sus compañeros/as, afirmó Anita Maurstad, PhD, profesora e investigadora del Departamento de Ciencias Culturales de la Universidad de Tromso en Noruega. «Los caballos también sintonizan con sus humanos, por tanto, el co-ser es un buen concepto analítico para hablar sobre estos aspectos de la relación», añadió Maurstad.
Esto ocurre debido al concepto «naturaleza-cultura»: para algunos individuos, como las personas y los caballos domesticados, las ideas de naturaleza y cultura no se pueden ver por separado sino que son una noción única y combinada. Es decir, que jinetes y caballos se encuentran en un estado de coexistencia dentro de la naturaleza-cultura del mundo ecuestre.
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Según los autores de la investigación, la teoría del «co-ser» a más allá de la teoría del espejo, que dice que los caballos son reflejos de sus jinetes. Maurstad explicó que «los jinetes conocen a sus caballos como personalidades a través de procesos continuos de compromiso profundo». «Ven a los caballos como personalidades diferentes, tanto en el sentido de que los caballos son personalidades diferentes individualmente como diferentes de ellos mismos; los jinetes no ven a sus caballos como reflejos pasivos de sí mismos», detalló.
Los autores del estudio entrevistaron a 60 jinetes, hombres y mujeres y de diferentes disciplinas hípicas, en América del Norte y Noruega. El objetivo era comprender mejor el efecto de la equitación y su relación con los caballos: por qué montan, cómo influye esta actividad como persona y en su vida familiar. Determinaron que las personas aprendemos a actuar y comunicarnos de maneras que funcionan con sus caballos en particular y, a su vez, los caballos también aprenden a actuar y comunicarse de formas que funcionan con sus jinetes.
«Las personas se están equilibrando de acuerdo con la sensación del caballo, sintonizando sus cuerpos con las sensaciones de los cuerpos de los animales», declaró Anita Maurstad. Siguió: «La acción y la respuesta entre las especies hacen que el hecho de montar a caballo sea una práctica colaborativa donde los cuerpos se sincronizan, y la sincronización es un producto de la acción interna en el sentido que ambos se cambian a través de un proceso de entrenamiento de la reunión entre los dos».
Sin embargo, esta conexión solo puede desarrollarse con el tiempo. Además, consideran que el «co-ser» es muy positivo para las personas y los caballos y que encaja bien en su cultura de la naturaleza. Aunque en la investigación los jinetes hablaron mucho sobre la alegría y el disfrute, la relación con el caballo se explica por ser beneficiosa para el cuerpo y la mente, con cualidades tanto físicas como terapéuticas. En cuanto a los caballos, en este caso domésticos y que ya han aprendido a vivir con humanos y con otros caballos, han aprendido a relacionarse de tal manera que les proporciona buena calidad de vida.