Aproximación; batida o despegue; parábola, vuelo o báscula; recepción o aterrizaje y salida o recuperación: si logramos entender cómo funcionan las cinco fases del salto de un caballo y lo que ocurre en cada momento, podremos mejorar nuestra monta y entrenamiento.
Un buen jinete no solo monta a caballo, sino que también entiende cómo funciona y cómo se mueve. Comprender cómo salta el caballo puede mejorar el rendimiento, evitar lesiones y ayudar a resolver problemas cuando las cosas no vayan del todo bien.
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Fase 1: aproximación
Una vez tenemos claro el recorrido y nos enfocamos al obstáculo, el caballo ve el salto, valora el esfuerzo que necesitará para afrontarlo y ajusta la dirección, el ritmo o la velocidad, el equilibrio, el impulso y la longitud de la zancada para llegar a la batida en el punto exacto. Con un galope equilibrado y rítmico, ajustará cada tranco para colocar sus posteriores debajo de su cuerpo y poder saltar. Debido a la forma en que se enfocan los ojos del caballo y a las características de su visión, necesitará levantar o bajar la cabeza para ajustar el enfoque al salto.
Fase 2: batida o despegue
El último tranco antes de la batida suele ser corto, equilibrado en las manos y con los posteriores alineados debajo de su cuerpo, flexionando el dorso en la articulación lumbosacra. Aquí, el caballo se sienta en sus cuartos traseros con los corvejones doblados, mientras que las manos empujan contra el suelo usando también los hombros (especialmente los tríceps). Son las patas traseras las que empujan contra el suelo, enviando el peso del animal hacia arriba y hacia adelante. En el momento en que el caballo deja el suelo, su cuello se extiende hacia adelante y sus hombros giran, levantando las patas delanteras, las cuales se doblan fuertemente para evitar golpear el obstáculo. Finalmente, los pies se extienden hacia atrás cuando deja el suelo.
En este punto, el equilibrio y la impulsión son básicos, ya que determinarán la altura y anchura del salto, ya que una vez en el aire, no podrá elevarse más. Si es demasiado lento levantando una de sus manos o doblandolas, o si los hombros no giran o las manos no se doblan lo suficiente, puede colgar las rodillas y golpear el obstáculo con ellas, lo cual podría causar una caída.
Fase 3: parábola, vuelo o báscula
Es en este punto cuando el caballo sube hacia arriba y hacia adelante y forma sobre el obstáculo una parábola o arco. Su cuello se extiende hacia adelante y hacia abajo, mientras que sus hombros giran, levantando y doblando sus patas delanteras al máximo a medida que pasan por el punto más alto del obstáculo. Este movimiento de la cabeza y el cuello obliga a extender la nuca y el dorso, ayudando a formar la báscula del cuerpo. A medida que avanza, los cuartos traseros se elevan y las patas traseras comienzan a doblarse.
Cuando los cuartos traseros pasan sobre el punto más alto del salto, los pies empiezan a flexionarse. Los corvejones están bien flexionados, levantados detrás de los cuartos traseros. A medida que las manos descienden hacia el suelo, la espalda del caballo se aplana, la articulación lumbosacra se cierra y el cuello se eleva, mientras que las manos se despliegan y se estiran hacia el punto de recepción.
Saltar con la espalda rígida, hueca o con el cuello retraído impide una buena basculación y causa un salto rígido e inhibido. Sin una buena báscula, las patas delanteras no se pueden ni levantar ni doblar tanto, y las patas traseras quedarán demasiado bajas y golpearán el obstáculo.
Fase 4: recepción o aterrizaje
El caballo aterriza primero sobre una pata delantera extendida, seguida rápidamente por la segunda. El cuerpo gira hacia delante sobre ambas patas delanteras, que luego se recogen y doblan hacia atrás por debajo del cuerpo, creando un breve momento de suspensión antes de que la primera pata trasera toque el suelo. Cuando los pies están bien anclados debajo del cuerpo del caballo, las manos se doblan y se vuelven a extender para recuperar la secuencia adecuada para el galope.
El caballo absorbe la primera sacudida de la recepción con los músculos y tendones del hombro, las manos, las cuartillas y las articulaciones de las patas delanteras. Un buen aterrizaje es equilibrado, coordinado y elástico.
Un aterrizaje duro, desequilibrado o desigual es duro tanto para el caballo como para el jinete y puede dañar al animal. Un caballo tenso no puede amortiguarse de forma eficiente cuando aterriza, y es más probable que cometa errores o se lesione. Una impulsión insuficiente y un balance deficiente pueden hacer que un caballo caiga pesadamente sobre sus patas delanteras, lo que hace que sea difícil reanudar el galope, y en terrenos ásperos, profundos o resbaladizos, puede provocar una caída.
Si el jinete interfiere (especialmente al caer detrás del movimiento, o atrapar al caballo en la boca durante el aterrizaje o recuperación) puede hacer que el caballo baje prematuramente la espalda y las patas traseras, aterrizando más o menos en las cuatro patas a la vez. Esto resulta doloroso y muy duro para la espalda del caballo.
Fase 5: salida o recuperación
El caballo recupera su equilibrio de galope normal, avanza y reanuda el galope. El primer paso después de la recepción, a menudo, se asemeja a un pequeño salto. Cuando un caballo salta con paso majestuoso y aterriza suavemente en un buen equilibrio, su recuperación es rápida, natural y sin esfuerzo, y puede avanzar fácilmente. Un jinete que permanece en equilibrio y no interfiere con los esfuerzos del caballo también lo hará más fácil.
Recepcionar con rigidez, con poco equilibrio o con un impulso insuficiente hace que la recuperación sea todo un esfuerzo. Una recuperación retrasada hace que el caballo sea lento para alejarse del obstáculo y, a su vez, le lleva más tiempo y esfuerzo ajustar su equilibrio y zancada. El estado de la pista puede influir en la salida, haciendo que los posteriores alcancen las manos, algo que podría llegar a ser lesivo o peligroso para el caballo.