En el anterior artículo comentábamos la importancia de las lesiones en el caballo de deporte, tanto desde el punto de vista ético, como veterinario y económico. Y para seguir con el hilo que iniciamos, me gustaría plantear algunos datos y reflexiones en torno a las repercusiones económicas de las lesiones, y por tanto, de un mal entrenamiento.
En este sentido, poco o nada pueden servir las opiniones si disponemos de artículos o publicaciones de investigación que respalden nuestros datos. La Federación Hípica Holandesa ha realizado un estudio acerca de las repercusiones económicas de las lesiones cuyos datos, bien contextualizados a la realidad de nuestro país, ofrece interesantes reflexiones.
Para entender bien las cifras que vamos a citar y que nadie se escandalice, hay que tener en cuenta que el nivel de vida es diferente entre Holanda y España y con ello la factura veterinaria también; de modo que es necesario que contextualicemos los datos que ofreceremos en este sentido y dentro del marco de cuánto mueve la economía Holandesa en torno a la hípica. La industria del caballo en Holanda mueve casi 2 billones de euros al año; sí, has leído bien, billones. La principal causa de finalización de la carrera deportiva de un caballo son las lesiones veterinarias concluye el estudio, principalmente las basadas en lesiones tendinosas, osteoartríticas y traumatológicas.
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Dentro de los caballos de particulares en el periodo de un año, un 15,3% tienen lesiones tendinosas, un 7,4% desarrolla procesos osteoartríticos y un 0,9% se ve afectado por otras condiciones traumatológicas como fracturas o heridas. La cifra empieza a volverse preocupante cuando consideramos dentro de los caballos al grupo de los caballos de escuela: en un periodo de un año un 69% desarrollan algún tipo de proceso tendinoso, un 11,5% osteoartrítico y un 11,9% procesos traumatológicos. Es decir, en el caso de caballos de escuela los procesos tendinosos se multiplican por 4, un dato que nos debe de hacer meditar al respecto (seguro que muchos profesionales de la salud equina habrán oído el manido “no, a éste no hace falta que le hagas nada que lo usamos sólo para clases”).
Para abordar el impacto económico de las lesiones equinas hay que considerar dos factores: las probabilidades de lesión junto al coste medio de la lesión:
Impacto económico = Probabilidades de lesión x Coste Medio de la Lesión.
El estudio holandés sabe a partir de los datos de facturación de la industria veterinaria, que el coste de los tratamientos veterinarios asociados a lesiones suponen 854 millones de euros anuales. Sin embargo, es necesario puntualizar que ni los tipos de lesiones, gravedad ni la frecuencia de las mismas son iguales entre caballos de uso particular y caballos de deporte. En esta línea, el estudio propone un cálculo de una simulación respecto a un caballo de deporte. El estudio basado en análisis retrospectivo de lesiones estima que a la edad de 8 años, un caballo de este tipo tiene de media un 23,6% de probabilidades de lesión en el periodo de un año, especialmente lesiones tendinosas. Con las cifras de facturación holandesas, el coste medio veterinario en este tipo de lesiones se estima en 981 euros con un periodo de reposo más de rehabilitación de 3 meses; la cifra puede parecer alta, pero hay que pensar tanto la diferencia en el coste de la vida entre ambos países como el hecho de que se contemplan gastos derivados de fisioterapia y rehabilitación de lesiones. A este cálculo hay que sumarle la estimación, a mi juicio, más impactante de todas, y es que los autores del artículo estiman la depreciación del caballo en 6000 euros tras una lesión de estas características; esta cifra se soporta en la consideración de muchos factores como: pérdida de oportunidades de competición y por tanto de revalorización deportiva y venta, impacto en el nivel deportivo del caballo (ha perdido entrenamientos y necesitará recuperarlos junto a la forma física y técnica perdida) y probabilidades de recaída.
El incremento de lesiones en caballos en los últimos años es lo que ha motivado a las instituciones holandesas a la realización de este estudio.
A la luz de estos datos económicos, las conclusiones fueron:
1.-Reconoce la lesión.
Existen experiencias que demuestran que si bien muchos jinetes son capaces de ver cojeras con clínicas claras, otras como las asimetrías o pérdidas de impulsión no suelen detectarse. Por ello, formación y desarrollo de sensibilidad en este terreno son una muy buena inversión para jinetes y entrenadores.
2.- Ante determinadas irregularidades y/o asimetrías, consulta y para.
Los caballos que ante pequeñas lesiones, asimetrías o irregularidades no detuvieron su entrenamiento tuvieron una mayor probabilidad de desarrollar lesiones más graves a corto plazo. Una adecuada valoración fisioterápica y quiropráctica a tiempo puede reencauzar una biomecánica que llegaría a comprometerse de lo contrario a medio plazo con una lesión más grave con un compromiso de bienestar para el caballo mayor y unos mayores gastos económicos asociados.
3.- Proporciona al caballo un entrenamiento sistemático, metódico y completo.
El estudio del Dr. Munster es claro al respecto, los caballos con mayores niveles de forma física tienen muchas menores probabilidades de desarrollar una lesión. Así, la valoración regular de la forma física del caballo en base a una valoración fisioterapéutica y no sólo en base a resultados deportivos, puede permitir reorganizar y replantear el plan de entrenamiento del caballo.