En este artículo quiero centrarme en la parte de la ciencia que nos permite conocer a los caballos y sobre todo entender cómo aprenden, para así poder establecer una relación con ellos desde el máximo respeto por sus necesidades y capacidades.
Tenemos de un lado la etología, el estudio del comportamiento animal*, en su hábitat natural y los mecanismos que determinan tal comportamiento.
Gracias a la etología conocemos cada vez mejor a los caballos, cómo se comportan, cómo se relacionan, comunican entre ellos y cuales son sus necesidades en su entorno ecológico.
Teniendo en cuenta esta información podemos adaptar, en la medida de nuestras posibilidades, el entorno doméstico para ofrecerles las mejores condiciones de vida, respetando al máximo sus necesidades básicas. Es la etología aplicada la que se encarga de estudiar al caballo en domesticidad y permitirnos ajustar los parámetros necesarios que garanticen su bienestar.
La etología cognitiva es la que nos permite conocer las capacidades que tienen y muy importante también, las que no tienen. En este campo nos interesamos, por ejemplo, en los procesos basados en el aprendizaje asociativo; condicionamiento operante (refuerzo positivo, refuerzo negativo…), condicionamiento clásico y el aprendizaje no asociativo; habituación y sensibilización, todos ellos necesarios para proponer al caballo una formación coherente y acorde con sus propias capacidades y recursos naturales.
No es suficiente con reconocer sus necesidades básicas y adaptar el entorno ofreciéndole las mejores condiciones. Si queremos practicar cualquier actividad ecuestre desde el respeto, tenemos la obligación de comprender estos procesos de aprendizaje y aprender a utilizar las técnicas que nos permiten comunicarnos con ellos de una forma efectiva y responsable. Es aquí donde interviene la equitación etológica que tiene como misión poner a disposición del caballo todos los medios necesarios para que comprenda y aprenda la equitación de una forma más ética, segura.
La equitación etológica pone a nuestra disposición como jinetes, entrenadores, criadores, veterinarios, herradores, etc… las herramientas necesarias para que la educación del caballo sea un proceso coherente y justo (de justicia) para él y seguro para ambos. Hablamos de «Educación» porque se produce durante y en todas las etapas de su vida, desde su nacimiento hasta el más alto nivel en su disciplina, incorporando los conocimientos en biomecánica y equitación que garantizan su equilibrio físico, mental y emocional.
Únicamente si aprendemos cómo aprenden los caballos, tendremos el privilegio de merecer su confianza.
*En este artículo nos referimos al caballo.
Fotógrafa: @JulieCramer