En el primer artículo de esta saga hablábamos de la necesidad de un entrenamiento variado, sistemático, metódico y completo. ¿Nos hemos planteado alguna vez qué significa eso de “completo”?, ¿cuánta “variedad” debemos de introducir?, ¿por qué sistemático?…a lo largo de este artículo vamos a ir desgranando los adjetivos que califican lo que consideramos como un entrenamiento basado en principios óptimos.
Variado, sistemático, metódico y completo: ¿lo cumplo?
Desde el punto de vista fisioterápico vamos a considerar un entrenamiento como completo cuando abarque la totalidad de las competencias físicas de nuestro caballo.
Las competencias físicas las podemos dividir en cuantitativas y cualitativas. Dentro de las cuantitativas encontramos la fuerza, la resistencia, la velocidad y la flexibilidad. En el ámbito de las cualitativas encontramos la denominada propiocepción, que por su importancia, merece un tratamiento a parte. Por ello, un entrenamiento debe de intentar tocar en la medida de lo posible todos estos ámbitos, si bien es cierto que ahondaremos más en uno u otro dependiendo de la actividad deportiva del caballo.
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Aunque parezca una obviedad, es necesario disponer de un mínimo de entrenamiento cardiovascular, más allá del que dan los cuadrilongos para poder enfrentar con garantías una vida deportiva…¿os imagináis unos jugadores de fútbol que, en caso de haber prórroga, no pudiesen jugarla con garantías por faltarles fondo? Pues no es infrecuente que veamos en las pistas a caballos que llegan al final de la prueba exhaustos por un sencillo retraso en los órdenes de salida y un calentamiento que se ha demorado más de lo esperado. Evidentemente un caballo de doma o salto no debe de tener una planificación deportiva como la que tendría un pura sangre de hipódromo, pero tampoco basar su entero entrenamiento en salidas exclusivas al cuadrilongo, porque entonces todo lo que no se asemeje a su entrenamiento diario será una posible causa, sino de lesión, sí de bajo rendimiento. Por ello, deberíamos de introducir varias sesiones semanales de trabajo cardiovascular que dote a nuestros caballos de un mínimo de fondo. Esta habilidad, la resistencia y el fondo cardiovascular no cabe duda que será la clave del caballo de raid, pero asimismo no por ello este último deberá menospreciar la velocidad o la fuerza.
Los sprints de velocidad y enfrentar situaciones de fuerza explosiva de arranque como pueden ser pendientes o saltos van a dotar a nuestros caballos de competencias en estas habilidades que luego se podrán traducir en la capacidad de afrontar la ejecución de determinados ejercicios que basan su brillantez en la explosividad.
Adoptar estrategias que potencien más la fuerza (tiro), la velocidad (sprints y series) o la resistencia van a hacer que todo el conjunto de músculos, ligamentos, tendones y articulaciones se desarrollen para satisfacer únicamente esas demandas y no otras. Es decir, las probabilidades de lesión vendrán si por ejemplo, pretendemos hacer un raid con un caballo que ha trabajado en exclusiva la tracción y el tiro con fuerza explosiva. Por lo tanto, la clave es potenciar unas habilidades sin abandonar el resto de manera que garanticemos siempre un mínimo de las restantes habilidades físicas que nos alejará de las lesiones.
A estas alturas del artículo ya se puede ver que los adjetivos con los que hemos definido el entrenamiento son inclusivos y están totalmente relacionados, de manera que, para hacer nuestro planning de entrenamiento completo lo vamos a tener que concebir variado en diferentes actividades.
Si buscamos en Google “entrenamiento del….” y en los puntos suspensivos ponemos a nuestro equipo de fútbol favorito seguramente veremos que las imágenes que nos salen no son solo las de nuestros ídolos jugando a fútbol sino que los vamos a ver haciendo sprints, corriendo en grupo haciendo fondo, imágenes de gimnasio y piscina y muchas imágenes curiosas en las que estarán salvando obstáculos o teniendo que driblar una serie de conos o barras en el suelo. ¿Curioso, verdad?, si un grupo de futbolistas que generan millones de euros de beneficios no solo se entrenan jugando al fútbol sino que éste es tan solo una parte de su entrenamiento, seguramente será porque para obtener el mayor rendimiento con la menor probabilidad de lesiones éste debe de ser el protocolo más acertado: variado y completo satisfaciendo la totalidad de las habilidades físicas cuantitativas.
Mención a parte requiere la flexibilidad, pues de ella emanan otras muchas capacidades. Es necesario que el caballo, como atleta que es, realice de manera habitual como una parte más de su entrenamiento, sesiones de estiramientos, tanto de sus extremidades como de su dorso y cuello. Es una buena idea comenzar con cualquiera de las tablas de estiramientos que abundan por la red, sin embargo, si lo que buscamos es maximizar el rendimiento de nuestro caballo deberemos de contar con una tabla diseñada a su medida por parte de un veterinario especialista en rehabilitación y medicina deportiva; un diseño personalizado optimizará los rangos de movilidad más disminuidos y mejorará las principales restricciones en base a la biomecánica del caballo en pista y una exploración veterinaria meticulosa.
Y como todo entrenamiento no podemos tener progresos si no es sistemático y metódico. Es fácil entender que nadie nos quitaremos la barriga para la “operación verano” si empezamos en el gimnasio el 1 de agosto al igual que si soy una persona sedentaria no me podré preparar para una maratón con garantías en tan solo un mes. Esto que todos vemos clarísimo en nosotros mismos a veces no se ve tan meridiano en el entrenamiento equino. Todo el aparato osteomuscular necesita aproximadamente unos 3-4 meses para responder mínimamente a las cargas de trabajo. Con lo que, como cualquier actividad que pretendemos realizar en nuestras vidas a medio/largo plazo, deberemos de trazar un plan que incluya un mínimo de determinadas sesiones semanales de cada actividad.
Los pocos estudios que hay en torno a fisiología muscular del ejercicio en caballos, por ejemplo los estudios de core-training de la Dr. Clayton, muestran como son necesarias un mínimo de 4 sesiones semanales para modificar vascularización y volumen de los grupos musculares. La sistematicidad debe de incluir asimismo la alternancia en los trabajos. Sabemos que las cargas de trabajo generan microlesiones de manera normal en músculo, ligamentos y tendones y que se necesitan 1-2 días para la reparación de éstas, siendo el fruto de la reparación la que culmina el proceso de entrenamiento. Por ello, es una buena idea que un día de entrenamiento cardiovascular le siga una jornada de trabajo de otra actividad física totalmente diferente de manera que no redundemos en días consecutivos de trabajo de una misma actividad deportiva. Los estudios de McLean y McGreevy demostraron como la alternancia de sesiones y actividades quizá puede demorar la consecución de unos objetivos en el tiempo (digo quizá porque no sucedió así en todos los caballos) pero siempre sucede que, los objetivos marcados se obtienen en menor número de sesiones totales de esa habilidad. Quizá lo veamos más claro con un ejemplo: si queremos conseguir un ejercicio x con nuestro caballo, si entrenamos todos los días de manera idéntica para ello quizá necesitemos 21 sesiones en unas 3-4 semanas. Si repartiésemos esas sesiones en solo 2-3 sesiones semanales obviamente se extenderá la consecución a varios meses, pero lo que demostró este experimento es que entonces a los caballos ya no les costaba 21 sesiones sino 14 sesiones, con lo que podríamos pensar que nos demoraríamos 3-4 meses pero en realidad los resultados aparecen antes, en torno a 1,5-2 meses y con la gran ventaja de evitar problemas derivados del aburrimiento y el sobreentrenamiento, así como haber apostado por el entrenamiento completo con esta segunda opción, lo que habrá redundado en un atleta más completo y por ello con menos probabilidades de lesión.
En el próximo número entraremos de lleno en los estiramientos y el entrenamiento de la flexibilidad. Hasta entonces, ¡disfrutad de vuestros caballos!