¿Sabías que si el caballo tiene la lengua relajada, el resto del cuerpo también lo estará? La importancia de la lengua para conseguir un caballo conectado es ignorada por muchos aficionados y profesionales del mundo de la equitación, pero hay una explicación sencilla para comprender este hecho.
La lengua está unida al aparato hioideo, el cual está involucrado en una serie de músculos que interactúan con el resto del cuerpo del caballo; por lo tanto, si la lengua está relajada, la cadena de músculos que van desde la boca hasta los abdominales también se relajará y el caballo conectará mucho mejor.
La lengua está conectada con las cadenas musculares dorsal y ventral, las cuales son fundamentales en la biomecánica del caballo, es decir, en cómo se mueve el animal.
Una cuestión de anatomía
El hueso hioides tiene forma de U y sirve como punto de apoyo para que la mandíbula del caballo pueda moverse y, además, protege la laringe y la faringe. Si bien es solo un hueso, es clave para conseguir el equilibrio en la boca del caballo y que el animal pueda masticar sin problema.
En total, hay 42 músculos involucrados con la activación de la lengua, los cuales, a su vez, actúan en articulaciones, tendones y ligamentos a lo largo de todo el cuerpo del caballo. Por ello, una correcta salud bucal y el uso de la embocadura adecuada pueden determinar la salud general del animal y su rendimiento deportivo.
Los dientes son importantes en la biomecánica del caballo, pero lo son aun más la lengua, el hueso hioides o la articulación témporo-mandibular. Por un lado, los dientes crecen contínuamente y no se desgastan como deberían en aquellos caballos que no viven en estado salvaje, por lo que hay que limarlos periódicamente.
Por otro lado, la lengua se mueve gracias a fuertes paquetes musculares y en su base se origina el hueso hioides, el cual está conectado con otros músculos de la cabeza y el cuello. Dicho hueso, situado entre las ramas de la mandíbula, conecta la boca -y, por lo tanto, la lengua- con las principales cadenas musculares del caballo.
Finalmente, la articulación témporo-mandibular es la que conecta la mandíbula con el hueso temporal del cráneo y la que recibe gran parte de la tensión de la boca.
La coordinación entre las cadenas musculares
Los dos grandes grupos musculares del caballo, llamados cadenas musculares, trabajan de forma sinérgica: cuando uno se contrae, el otro se relaja. Por ello, su coordinación determina, en gran medida, el estado muscular general del caballo, ya que si una trabaja más que la otra podrían aparecer problemas de musculación, atrofias, rigidez o dolor.
Así, si la cadena muscular ventral está tensionada debido a la tensión en la lengua -la cual se proyecta hacia la parte baja del cuello-, la cadena muscular dorsal tampoco trabajará correctamente porque no irá coordinada con la ventral. Este trabajo incorrecto, si se mantiene en el tiempo, desequilibra todos los músculos y puede provocar atrofias y lesiones.
¿En qué tenemos que fijarnos para ponerle solución?
Un uso incorrecto del equipo o una monta inadecuada del jinete pueden provocar molestias o incluso dolor en la boca del caballo, aunque el animal también puede presentar problemas físicos, como alteraciones en los dientes, dolor en las articulaciones témporo-mandibulares, molestias en el hioides o dolor en el dorso, entre otros.
Aun así, muchas veces la embocadura presiona el paladar o bloquea el movimiento de la lengua por estar mal colocada, junto con cierrabocas y muserolas demasiado apretados, por ejemplo. La mano del jinete es igualmente importante: un contacto severo, la falta o exceso de tensión, un movimiento contínuo o el uso de técnicas de entrenamiento demasiado exigentes también pueden influir en el dolor en la boca del caballo.
Por eso, la elección y el uso correcto del equipo será fundamental y, de hecho, la boca de cada caballo tiene unas características diferentes y debemos escoger la embocadura que le encaje mejor y le resulte más cómoda. Es recomendable evitar embocaduras severas y ajustarlas correctamente junto a la cabezada. Otra opción es trabajarlo con bitless bridle (cabezada sin embocadura) una práctica cada vez más utilizada.
Como profesionales, aficionados y/o propietarios de un caballo, debemos incorporar en nuestra rutina la revisión de la boca del animal (idealmente cada 6-8 meses y siempre que se detecte alguna molestia en la zona al colocar la embocadura o al trabajar) y estar atentos a posibles señales de dolor.
Además, debemos fijarnos en otros signos de estrés que pueda presentar el caballo, como la posición de las orejas: cuando el animal está relajado y conectado con el jinete, éstas se mueven hacia delante y hacia atrás, prestando atención tanto a la persona que monta como a su entorno. Si mueve mucho la cola, bosteza en exceso o la frecuencia cardíaca es elevada, el caballo también puede padecer estrés. En la boca en concreto, tenemos que fijarnos en la salivación, es decir, si saca demasiado la lengua y se lame los labios o si mastica constantemente como si estuviera comiendo chicle, es probable que el caballo presente algún problema en la boca a causa del estrés.
Wendy Murdoch, instructora y profesional equina, para sentir la conexión con la lengua del caballo propone un ejercicio bastante curioso para poner en práctica mientras montamos. Si bien requiere de una elevada sensibilidad y coordinación entre el jinete y el caballo, no es lesivo ni peligroso y, si se consigue, puede llegar a ser muy beneficioso. Mientras montamos, Murdoch explica que debemos sentarnos tranquilamente y tensar nuestra lengua contra el paladar y moverla hacia atrás y adelante hacia los dientes. Después, relajamos y procuramos sentir qué zonas del cuello, la garganta y la espalda se han tensado. Podemos probar de hacerlo repetidamente durante el calentamiento al paso y observar también la reacción del caballo. Murdoch asegura que, según la sensibilidad de ambos, se pueden llegar a trabajar las transiciones usando solo la lengua.
*Fuente: Equitación centrada 2, de Sally Swift. Editorial Hispano Europea (2006).