El caballo refleja quienes somos
Se comenta que el caballo es nuestro espejo, sobretodo en el área del coaching con caballos. A nivel emocional, el caballo nos hace de espejo ayudándonos a ver y descubrir cosas sobre nosotros mismos. Si hace tiempo que tratas con ellos ya sabes que se adaptan a nuestra actitud, tanto en el manejo como montando. Si estamos nerviosos, frustrados o enfadados, la actitud del caballo también cambia.
Lo que no se comenta tanto es que a nivel físico el caballo también nos refleja. En la Equitación Centrada esto es un hecho muy importante que nos ayuda a entender todavía más por qué debemos montar y pedir cosas al caballo con un enfoque especial en nosotros mismos.
La estructura ósea
Para empezar a familiarizarse con esta idea será necesario tener un mínimo de conocimiento, tanto de nuestra propia anatomía como de la del caballo. Su estructura ósea es prácticamente igual que la nuestra. Una de las diferencia es que el caballo no tiene clavículas sino que sus escápulas – espaldas – están aguantadas por músculos, y que algunos de los huesos tienen diferente forma. Los huesos de las manos del caballo – la primera y la segunda falange y el tejuelo – son como los tres huesos de nuestro dedo corazón. Pero si nos pusiéramos de cuatro patas e hiciéramos una radiografía de ambos, seríamos curiosamente iguales.
Partes comparables
El hecho de que la anatomía de ambos sea similar nos ayuda a pensar en la equitación como una coordinación entre nuestro cuerpo y el del caballo. Un jinete con buena consciencia corporal (que sabe montar desde el centro de su cuerpo y en equilibrio puro), y un instructor con buen ojo, pueden detectar la tensión en una parte del caballo y encontrar la solución en la relajación de la parte comparable del jinete.
Por ejemplo, si notamos que el caballo tiene tensión en la nuca, en la articulación que conecta la columna con el cráneo, con relajar nuestra articulación temporomaxilar, podemos, a través de nuestras cervicales, omoplatos y brazos, transmitir esta relajación al caballo. Un suave movimiento de nuestras mandíbulas y nuca puede ser suficiente para soltar esta tensión en ambos.
Cuando hablamos de problemas de tensión en el caballo, aparte de la influencia que tenemos nosotros en ellos, también es importante insistir en que nos hemos de asegurar que lleva un equipamiento bien adaptado – montura y brida (sea con o sin hierro) – y que si cerramos la boca del caballo con la muserola y el cierrabocas muy apretados, le impedimos relajar su mandíbula y su nuca. Si el caballo no puede mover sus mandíbulas no puede haber un correcto funcionamiento de la columna y de la zona sacro-lumbar.
Otro ejemplo muy visual es cuando el jinete monta con la pelvis volcada hacia delante, creando tensión en las articulaciones de la cadera. Así no puede acompañar bien al movimiento dorsal del caballo y esta posición fuera de equilibrio, por muy pequeño que sea el desvío de la pelvis, limita el movimiento de su cadera y crea tensión y bloqueo en la zona pélvica del caballo. Si el jinete corrige su pelvis a una posición neutral, desaparecerá la tensión y consiguirá alargar la línea superior desde la nuca hasta la pelvis, liberando las articulaciones de la cadera y, en consecuencia, los posteriores.
Un ejercicio de partes comparables sin caballo
En la Equitación Centrada se realizan ejercicios sin caballo para que el jinete pueda aprender más sobre consciencia corporal y sensibilidad. Con el ejercicio “Dedos en las axilas” podemos practicar la idea de las partes comparables, y cómo el caballo refleja el uso de nuestro cuerpo en el suyo. Se realiza en pareja donde uno interpreta el papel de jinete y el otro el del caballo. El jinete se pone de pie detrás de su “caballo” y coloca dos o tres dedos en los lados de la caja torácica, justo por debajo de las axilas de su caballo, como si fueran las piernas al montar. Este será el único contacto que tiene el jinete para llevar a su “caballo”. Ninguno de los dos debe hablar, hasta que una vez acabado el ejercicio, el “caballo” podrá expresar lo que ha vivido. El “caballo” simplemente, debe dejarse llevar por lo que siente. El jinete, antes de empezar debe centrarse, colocar bien sus cubos de construcción, respirar bien, usar los ojos suaves y sobre todo, aplicar la intención clara de lo que quiere transmitir. Ahora puede pedir a su caballo que camine.
Te sorprenderá lo poco que se tiene que hacer para que el caballo no sólo camine, sino que empiece con el pie que el jinete desea, para que gire, para un paso atrás e incluso para que haga una “cesión a la pierna”. Cuando la comunicación entre el jinete y su “caballo” funciona tendrán la sensación de flotar juntos en la misma dirección. Y eso sólo con poner unos dedos en su caja torácica. Si aprieta demasiado con los dedos creará resistencia en el “caballo”. Si los pone demasiado flojos e indecisos no le llegará el mensaje. Para ver la diferencia, se puede hacer el ejercicio sin intención clara, por ejemplo,con tensión en un codo, un hombro, apretando los dedos o poniéndolos flojos.
Al montar – analízate
Es nuestra responsabilidad montar con el cuerpo libre de tensiones y realizar ejercicios y movimientos que ayuden también al caballo con este mismo fin. Al montar, puedes realizar un rápido análisis de tu cuerpo y revisar, de los pies a la cabeza, si tienes tensionada alguna zona.
En el momento de pedirle al caballo algún ejercicio puedes preguntarte: ¿Estoy haciendo algo con mi cuerpo que dificulta su comprensión? ¿En qué lugar? ¿Le estoy pidiendo algo y no me entiende? ¿Está preparado física y mentalmente para realizar lo que le estoy pidiendo? ¿Tiene alguna molestia o el equipo que lleva no es el adecuado?
Para quien quiera profundizar en este tema os recomiendo mirar el capítulo “Sesión 3” en el segundo libro de Sally Swift “Equitación Centrada. Una exploración más profunda”.