Las orejas de los caballos cuentan con 16 músculos cada una, lo que les permite moverlas en varias direcciones y, además, disponen de una capacidad auditiva extraordinaria. Junto a estos músculos, esta zona tiene multitud de tendones y glándulas, convirtiendo la parte superior de la cabeza en una área muy sensible.
Por ello, la brida, sea del tipo que sea, tiene que ajustarse a la cabeza del caballo en la medida correcta para no añadir una presión innecesaria a estas estructuras internas, que podría traducirse en incomodidad o dificultad del movimiento natural del oído. Si nosotros nos ajustamos el casco (o una gorra o un sombrero) de manera que nos aprieta en exceso la cabeza, nos produce dolor de cabeza; si la brida le aprieta demasiado o le presiona en puntos sensibles, entendemos que el caballo también puede tener dolores o malestar.