Según François Robichon de la Guérinière (École de Cavalerie, 1731), «desafortunadamente, es mucho más fácil recurrir a una práctica falsa que lograr lo que es correcto«. Pero, ¿qué es lo correcto? La capacidad de educar y coordinar de manera eficiente el cuerpo del caballo para la demanda atlética del rendimiento, por lo que «lo que es correcto» evoluciona y cambia con el paso del tiempo. Con un mayor conocimiento del físico del caballo, la capacidad de crear un atleta asegurando su bienestar es mucho mayor.
El verdadero valor de una técnica educativa adecuada no es enseñar un gesto o un movimiento, sino instruir a la coordinación del cuerpo y preparar de manera eficiente el físico del caballo para ese ejercicio. Un movimiento ejecutado sin la coordinación adecuada del cuerpo provoca tensiones anormales en las articulaciones de las extremidades o estructuras de la espalda, por lo que, realizadas de manera repetitiva, acabarán causando lesiones.
Por otro lado, el caballo vive el momento, protege un problema o un recuerdo en lugar de trabajarlo. Así, la reacción inicial del caballo es realizar ese movimiento que proteja su condición física o los malos recuerdos. En esta ocasión, juega en nuestra contra: cuando la técnica de entrenamiento no aborda específicamente el problema del caballo, ejecuta el movimiento para proteger su discapacidad física o una mala costumbre.
En algunos casos, se ha observado que la mente del caballo estaba tan centrada en la imitación que no ha sido capaz de pensar en una coordinación adecuada. Los efectos de enseñar al caballo a realizar un ejercicio sin educar adecuadamente a su físico para la exigencia atlética del mismo pueden llegar a ser nefastos.
Fuente: Science of Motion
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