Se tiene el concepto del caballo como un animal asustadizo. Si atendemos a su etología, probablemente nos encontremos ante un hecho probado más que ante una leyenda urbana.
¿Es el caballo un animal asustadizo?
Atendiendo a la naturaleza de sus instintos, debería, ya que al fin y al cabo, nos encontramos ante un mamífero de relativa reciente domesticación y herbívoro, y por definición, prácticamente cualquier herbívoro con una media de 400 kilos de peso se trata de una presa. Hay honrosas excepciones como el rinoceronte, el hipopótamo, el elefante…. Pero no nos engañemos, también son presas: lo que pasa es que quedan pocos depredadores que den la talla para cazarlos.
No es así el caso del caballo, que tiene un tamaño adecuado para que en los inicios de su domesticación se tratara como una res. Ganado para criar y comer. Esto después de muchos cientos de años en los que los cazábamos en su estado feral.
Sí, la primera utilidad que le dimos al caballo fue comérnoslo. Primero cazándolo y luego nos dimos cuenta que era más fácil si lo capturábamos, lo alimentábamos, criábamos con él y nos comíamos sus potros.
Seguramente para el caballo, pasar de ser acosado, lanceado y cazado en la llanura a ser acosado, capturado y encerrado en un corral no fue una mejora sustancial. Y seguro que nuestros modos seguían sin ser ni etológicos, ni educados, ni considerados con las emociones de los caballos. Así que con toda seguridad el caballo seguía sintiendo un miedo atroz al ser humano.
Y si pensamos que la cosa mejoró cuando nos dimos cuenta que podían sernos útiles como fuerza de tracción para la agricultura, o como medio de transporte o herramienta para hacer la guerra o cazar, probablemente nos equivoquemos.
Puede que incluso la cosa empeorara aún más porque hasta entonces sólo molestábamos al caballo a la hora de querer comérnoslo, pero el resto del tiempo lo dejábamos más o menos a su aire. Con su paso a “herramienta”, el ser humano tuvo que aprender, a fuerza de ensayo y error, a dominar, doblegar y controlar a un animal mucho más grande y cuya experiencia con el ser humano era nefasta.
Los inicios de la doma
Existen tratados y estudios históricos que nos hablan de las diferentes formas de domar a un caballo según las épocas, culturas y localizaciones geográficas. Es fácil encontrar en los museos arreos, bocados, sillas de distintas épocas y culturas que nos ponen los pelos de punta.
Fuente: Artículo: EL GOBIERNO DEL CABALLO MONTADO EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA CON ESPECIAL REFERENCIA AL CASO DE IBERIA. BOCADOS, ESPUELAS Y LA CUESTIÓN DE LA SILLA DE MONTAR, ESTRIBOS Y HERRADURAS.- Fernando Quesada
Pero, con más o menos acierto, con más o menos crueldad, el ser humano se encontró ante la tarea de acostumbrar al caballo a su presencia, a su peso sobre su dorso, a acarrear los arreos, silla, cabezada y distintos tipos de bocados o medios para controlar su movimiento.
Así, como aproximación un poco basta, podemos hablar del uso de la desensibilización para domar. El caballo tenía que perder el miedo (o al menos, no manifestarlo), a elementos extraños y a un ser humano que se lo había comido durante miles de años. O, de lo contrario, morir en el intento.
La desensibilización no existe
Al menos en la lengua castellana, ya que se trata de una palabra que para la RAE no está reconocida. No así ocurre con la palabra “insensibilización”:
“Acción y efecto de insensibilizar o insensibilizarse.”
Insensibilizar:
- tr. Hacer insensible a alguien o algo.
- prnl. Hacerse insensible.
Insensible:
- adj. Dicho de un ser vivo o de una parte de él: Incapaz de experimentar sensaciones.
Vistas las definiciones de “insensibilización”, es posible que no nos encaje con nuestra idea a priori de “domar a un caballo”. ¿Es un caballo capaz de no experimentar sensaciones?
No lo creo. Aún incluso si habláramos de llevar a un caballo a un estado de indefensión aprendida, es poco probable que el caballo no reaccione porque no esté sintiendo nada (ni miedo, ni alegría…), sino más bien porque ha aprendido a no manifestar lo que siente.
Paradójicamente, volviendo a nuestra búsqueda del significado de desensibilizar, este concepto sí que existe dentro de la psicología humana, fruto de las ciencias que estudian el comportamiento.
“Desensibilización sistemática
Técnica de modificación de la conducta creada por J. Wolpe consistente en una estrategia sistemática para lograr reducir el miedo y la ansiedad fóbicos a través de la creación de reacciones simultáneas incompatibles (principio de inhibición recíproca) y de exposición progresiva al estímulo fóbico (principio de desensibilización).
Presupone que el aumento paulatino de la intensidad del estímulo que produce miedo, unido a la creación de respuestas incompatibles, facilita la extinción de las reacciones aversivas, hasta llevar al sujeto a una confrontación libre de todo temor con el objeto o situación tratado.”- Fuente: Clínica Universidad de Navarra. Diccionario Médico
Aunque estemos hablando de conductismo humano puro, este concepto sí que empieza a aproximarse a lo que nuestros primitivos orígenes buscaban al domar un caballo. “Modificar su conducta” mediante una “estrategia sistemática para reducir el miedo” mediante la “exposición progresiva al estímulo fóbico”……
Tipos de desensibilización
Estamos de acuerdo entonces en que la desensibilización no pretende, ni puede crear, un caballo insensible al estímulo, pero sí un caballo acostumbrado a este que presente reacciones controladas al mismo o la ausencia total de éstas. Según qué objetivo se busque, o buscara en el pasado, y el tiempo, paciencia y sensibilidad de la que se dispusiera, se utilizan unos u otros métodos.
Entrando en zona pantanosa, existen infinidad de formas de llamar a la desensibilización y de categorizarla, algunas incluso con marca registrada. Sin que a partir de ahora esto sea un libro de cabecera para ningún catedrático, en un intento de aclarar las cosas y cómo aproximación, podríamos decir que principalmente nos encontramos dos vertientes.
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La habituación:
Se da cuando el sujeto se desensibiliza totalmente a un estímulo hasta el punto en que dicho estímulo se vuelve imperceptible.
Un método de habituación es la llamada desensibilización por inundación. Un buen ejemplo de esta desensibilización la tenemos en las actuales corrientes autoproclamadas “doma india”. Se dice que los indios norteamericanos podían tener esta entre otras formas de domar.
El caballo debe de estar controlado para que no pueda escapar, y es expuesto de forma intensa y constante a un estímulo, hasta que pasado un tiempo variable según el caballo y la habilidad del domador, se relaja (o se rinde, según quién opine) y lo ignora. Entonces se retira el estímulo.
Hay corrientes que opinan que este método puede provocar indefensión aprendida en el caballo, es decir que éste nunca llega a acostumbrarse al estímulo, pero que inhibe cualquier reacción a este por miedo a que se le vuelva a aplicar el estímulo.
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Desensibilización progresiva:
El objetivo es el mismo que la habituación, y el resultado es aparentemente el mismo, pero se lleva a cabo muy lenta y gradualmente.
Una técnica es la llamada aproximación y repliegue, la cual consiste en aproximar el estímulo hasta justo el punto antes de que el caballo intente la huida, para justo retirarlo y volverlo a aproximar hasta que el caballo se tense demasiado, y así sucesivamente.
Al ser más lento, llevará más tiempo hasta que el caballo comprenda que el estímulo es inocuo para él.
Al final…
Se trata de acostumbrar al caballo al estímulo, preferiblemente haciendo que comprenda qué es y que no supone un peligro para él.
Independientemente de cómo surgiera la desensibilización y su evolución a lo largo de la historia, está claro que hoy en día queremos caballos valientes, seguros de sí mismos y que confíen en sus jinetes. Lo ideal es poder conseguir esto con una base sólida, respetuosa con la etología del caballo y que respete sus tiempos de aprendizaje.
La desensibilización puede ser una herramienta interesante no sólo para domar, si no también para trabajar a caballos ya domados pero con miedos (naturales o no) a ciertos elementos, o que son de carácter eminentemente asustadizo.
También puede utilizarse para aliviar o quitar resabios, o incluso mejorar el rendimiento deportivo de nuestro caballo (pensad en esos caballos de doma con pánico patológico a los floripondios de los cuadrilongos, o a las sombrillas con extravagantes combinaciones de colores).
Para ello, podremos probar este o aquel método, combinarlos con nuestro conocimiento sobre la personalidad de nuestro caballo y nuestra experiencia personal, sin necesidad de ponerle etiquetas a lo que hacemos. Animo a los lectores a que sigan investigando sobre distintos métodos, marcas registradas o no, de enseñar a un caballo, y profundizar en su relación con él.