Todos tenemos en cuenta la importancia de entrenar el dorso de nuestro caballo, sin embargo nos olvidamos de potenciar su flexibilidad
Seguramente habrás oído y leído cientos de informaciones en torno al entrenamiento del dorso del caballo: potencia, sistemas “x” patentados, rendajes auxiliares y metodologías diversas. De hecho, en la actualidad, en diferentes disciplinas ecuestres se vive una auténtica obsesión por el dorso del caballo en cuanto a su entrenamiento y potenciación. Sin embargo, poco o nada oímos en cuanto a la flexibilidad del dorso y la necesidad de potenciar esta peculiaridad física.
En entrenamiento humano, existen muchísimas referencias bibliográficas en torno a la necesidad de trabajar la flexibilidad. La flexibilidad es una habilidad física en la que vale la pena invertir de cara a mejorar el rendimiento deportivo en general. En el caso del dorso del caballo no estamos ante una excepción. Realizar cargas de trabajo constantes de cara a su potenciación muscular sin considerar su equilibrio estructural y flexibilidad, no solo va a restar eficiencia en nuestro entrenamiento sino que va a predisponer al caballo a problemas de dorso y falta de rendimiento.
En biomecánica hay un principio que nos dice que la estructura condiciona la función. En este sentido, tendemos a considerar la columna del caballo como si fuera una estructura rígida dada su magnitud y consistencia. Hay quien cree incluso que se trata de una auténtica viga de carga. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Los trabajos de Faber&Johnson publicados en Equine Veterinary Journal en 2001 ya desvelaron los diferentes rangos de movimiento de cada una de las piezas en las que se articula la columna del caballo: las vértebras.
La columna del caballo es el elemento de protección de un sistema vital y básico: el sistema nervioso, concretamente la médula espinal. El sistema nervioso es el que coordina y controla todas las funciones corporales del caballo; tanto sus sentidos, como propiedades como la propiocepción, simetría, equilibrio o fuerza muscular se fundamentan en un sistema nervioso que proporcione las instrucciones correctas en el momento y lugar correcto. Para proteger este sistema vital, podríamos pensar en disponer de una auténtica tubería acorazada…parecería algo lógico si tan importante es, sin embargo, nos encontramos un conjunto de elementos móviles, las vértebras, que articulados en su conjunto crean la columna vertebral.
Tener una columna formada por pequeñas unidades móviles, contrariamente a lo que podríamos pensar proporciona ventajas. Esto es así, porque sabemos que la rigidez de una estructura suele convertirla en quebradiza y así, una columna formada por eslabones móviles va a ser más flexible y con ello se evitan lesiones mayores. Además, en el caso de los cuadrúpedos, la movilidad de las vértebras permite que la columna describa una forma de “S”; esta “S” es la que permite que los miembros del caballo puedan ir avanzando generándose así el movimiento. Para que el movimiento del caballo sea simétrico, la “S” ha de curvarse por igual a ambos lados del eje que dividiría al caballo en dos partes iguales de cabeza a cola.
Si reflexionamos acerca de este comportamiento de la columna equina, es fácil llegar a la conclusión de lo importante que es su flexibilidad: por un lado permite el avance de los miembros y por otro es lo que permite que éste sea simétrico y en equilibrio. Por ello, un buen plan de entrenamiento debe de considerar la flexibilidad de la columna. Para ello, son útiles recursos equitacionales básicos como círculos, serpentinas, incurvaciones, cesiones, etc.
El trabajo pie a tierra también se convierte en una gran herramienta en la medida que permite trabajar la flexibilidad de la columna y de la fascia toracolumbar sin la silla ni el peso del jinete. Los recursos equitacionales y de movimiento tradicionales trabajan sobre la globalidad de la columna: no disponemos de éste o aquél ejercicio que nos permita valorar y/o trabajar la movilidad de una vértebra en concreto. Es aquí, donde el trabajo del veterinario quiropráctico se convierte, entre otras, en una herramienta de salud y rendimiento deportivo equino. Valorando la biomecánica de cada una de las vértebras, se detectan aquellas con limitaciones y se procede a su ajuste. Con ello, garantizamos que la movilidad y flexibilidad de cada una de las vértebras se produzca en rangos de normalidad. Además, conseguimos que esa “S” que debe de realizar la columna se produzca simétricamente hacia ambos lados y esto hace que las extremidades tengan la posibilidad de trabajar equilibradamente, sin forzar ninguna articulación.
Resumiendo, cuantas más habilidades físicas potenciemos en el entrenamiento equino, más completo va a ser éste. Invertir en una columna flexible, a nivel de entrenamiento y quiropráctico es conseguir, entre otras muchas ventajas, que el movimiento equino sea fluido, simétrico y equilibrado disminuyendo la sobreutilización de estructuras y lesiones.