Cuando los pensamientos y los estados emocionales se repiten de forma sostenida, alimentándose unos a otros en un ciclo continuo, a nivel cerebral se fortalecen y consolidan determinadas conexiones sinápticas, mientras que a nivel mental se desarrollan las creencias. Estas pueden ser definidas como aquellas sólidas ideas, certezas o convicciones que un deportista ha interiorizado, determinando la actitud con que afronta la práctica de su deporte.
Las creencias son las ideas principales de la narrativa que un deportista se cuenta a sí mismo, el guión con el que diseña la película de su vida; es a través de sus creencias como un jinete interpreta las experiencias que tiene. Por ello, son un factor trascendental en los hábitos y comportamientos que desarrolla, así como en su nivel de activación y motivación, tanto en la rutina del día a día como en la competición. Como si se tratara de unas gafas con cristales de colores, las creencias alteran la visión que las amazonas y los jinetes tienen del deporte ecuestre.
La mayor parte de las creencias de un deportista se desarrollan durante la niñez y la adolescencia, bien por la repetición o por la fuerte carga emocional de las ideas que escucha, las experiencias que vive o los pensamientos y procesos emocionales que desarrolla.
Aunque un deportista adulto puede modificar sus creencias, esta tarea no resulta nada sencilla; cambiar las creencias de una persona es cambiar su identidad, su forma de ser. Modificar las creencias de un deportista adulto requiere un gran trabajo de introspección, implica deconstruirse a uno mismo para poder construir un «nuevo yo».
Un jinete que quiera modificar sus creencias debe comenzar por identificarlas para poder despojarlas de su condición de verdad absoluta; debe empezar a verlas como hipótesis que hay que comprobar en base a la información objetiva que confirme o desmienta cada creencia. Poco a poco, por medio de este proceso de contrastación de sus creencias con la realidad, el jinete las irá modificando; deshará aquellas que representen un lastre y construirá unas nuevas en su lugar.
Al hablar de creencias en el deporte, es habitual diferenciar entre creencias potenciadoras y creencias limitantes. Las creencias potenciadoras son aquellas que impulsan a un jinete a superar los desafíos de su disciplina ecuestre y propician el desarrollo de una motivación extra en los momentos difíciles. Una amazona con creencias potenciadoras tendrá un plus de confianza y seguridad cuando deba afrontar las citas clave del calendario. Las creencias potenciadoras constituyen una sólida base sobre la que sostener y aumentar la autoestima, la confianza, la capacidad de esfuerzo y la resiliencia. Desarrollar creencias potenciadoras facilita enormemente el aprendizaje y la superación de las adversidades propias del deporte ecuestre, especialmente notorias en el alto rendimiento y en el ámbito profesional. Sin este tipo de creencias, es posible progresar en el aprendizaje y mejorar el rendimiento deportivo, pero el proceso es mucho más arduo, insatisfactorio e incierto. Por ejemplo: si un jinete cree que tiene unas buenas habilidades técnicas, afrontará la próxima competición con la seguridad de poder superar el recorrido o la reprise. Cuando ese mismo jinete afronte un cambio de nivel en la competición, sus creencias potenciadoras le permitirán mantener la motivación y el optimismo, a pesar de que, en una etapa inicial, le cueste habituarse a la nueva altura o a los nuevos ejercicios; tendrá la convicción de que alcanzará un nivel óptimo de desempeño en la nueva categoría si sigue entrenando con dedicación e inteligencia. El desarrollo de creencias potenciadoras, sobre todo en deportistas jóvenes, provoca la creación del efecto Galatea: denominado así por el nombre que Pigmalión da a la escultura de mujer que esculpe en el mito, refleja el gran poder o efecto que tienen las creencias potenciadoras y las expectativas de éxito que una persona tiene de sí mismo. Espoleada por estas, esa persona estará más motivada y tendrá una mayor dedicación a su carrera profesional, académica o deportiva; se convertirá en ese magnífico estudiante, deportista o profesional que creía que era o podía llegar a ser.
Por su parte, las creencias limitantes son aquellas que frenan o entorpecen la evolución de un jinete; lastran el desarrollo de su potencial debido a la desconfianza en sí mismo, al surgimiento de dudas en los días importantes y a la desmotivación ante las dificultades que, tarde o temprano, todo deportista tiene que superar.
Socavan su confianza y seguridad, reducen su autoestima y capacidad de persistencia; por ejemplo, un jinete con creencias limitantes interpretará la próxima competición como un reto que desborda sus habilidades técnicas, esto provocará el aumento de la activación negativa y reducirá su desempeño. Cuando ese jinete cambie de categoría o de caballo, las creencias limitantes facilitarán el surgimiento de pensamientos y sentimientos de frustración, derrota o pesimismo ante las dificultades que aparezcan en la etapa de acomodación en el nuevo nivel o con el nuevo caballo.
Una característica habitual en los deportistas con creencias limitantes es la fijación u obsesión por los errores o las malas actuaciones. En lugar de valorar por igual los buenos y los malos resultados para hacer una evaluación equilibrada de su desempeño, estos jinetes dan un excesivo valor a los malos resultados y prácticamente no dan importancia a los éxitos. Un jinete con creencias limitantes encuentra fácilmente excusas o justificaciones para no esforzarse, para no dar el cien por cien en los entrenamientos o para no mostrar sus verdaderas capacidades en la competición. Al encontrar frecuentemente excusas que justifiquen sus errores y limitaciones, estos deportistas están eludiendo la responsabilidad de cambiar y mejorar.
Los jinetes con creencias limitantes también tienden a la exageración o a la generalización; por ejemplo, si en una competición que llovía rindieron mal, estos jinetes afrontarán con pesimismo y negatividad las futuras competiciones en las que haya meteorología adversa, asumiendo de entrada que van a tener un mal rendimiento. Generalmente, cuando un deportista se expresa en términos de «todo», «nada», «siempre» o «nunca», está hablando desde sus creencias limitantes. Por ejemplo: «hoy todo me sale mal», «con este caballo fallo todos los ejercicios», «en esta competición nada me sale bien», «nunca seré capaz de hacer bien este movimiento», «siempre que llueve monto mal», «nunca monto bien en esta pista», «siempre hago mal esta prueba», etc.
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Foto de portada de Philippe Oursel