Tras varios artículos hablando de la importancia del trabajo pie a tierra y mostrando algunos de los ejercicios de equitación conectada para lograr mayor bienestar en los caballos, me parece interesante hacer un artículo dedicado a hablar de los músculos del core del caballo, imprescindibles para que estos puedan soportar el peso del jinete.
Como ya he comentado en artículos anteriores, es una responsabilidad muy grande preparar a un caballo para que pueda ser montado, y personalmente considero que es imprescindible que esto se lleve a cabo a través de un buen trabajo pie a tierra que ayudará a desbloquear patrones de tensión y rigidez en la postura del caballo.
El sistema músculo-esquelético del caballo es maravilloso, perfecto y bonito de ver cuando se mueve correctamente, pero hemos de tener en cuenta que su sistema biomecánico no fue diseñado para llevar a un jinete en medio de su columna, lo que provoca, sin el entrenamiento adecuado, que el caballo hunda el dorso, acarreando dorsos rígidos y tensiones en diferentes partes de su cuerpo, sobre-utilizando las articulaciones de sus extremidades, provocando así aires artificiales.
Un complejo sistema de músculos internos controla la elasticidad de la columna y la mantiene alineada, sobretodo cuando el caballo está en movimiento. Éstos son: psoas, músculo multífido (cervical, torácico y lumbar) y músculos abdominales. Su buena condición es incluso más importante que los grandes músculos del exterior para conseguir un movimiento libre a la hora de ser montados, pues son éstos los que contrarrestan el hundimiento de la columna y conservan los espacios entre las apófisis espinosas al soportar el peso del jinete.
Cuando un caballo joven lleva el peso del jinete las primeras montas, el peso en medio de la columna ocasiona que esta baje. Esto es invisible al ojo humano debido a la presencia de la silla.
Lo que sí puede observarse desde el exterior es la diferencia en las curvas marcadas en blanco (ver foto), cuando el caballo utiliza bien sus músculos del core, no hay tanta depresión después de la cruz ni la línea blanca tiene una curva ascendente tan pronunciada en la zona lumbar.
Esto provoca que se cierren los ya pequeños espacios entre las apófisis espinosas de las vértebras en la parte torácica y lumbar, como se puede observar en la siguiente imagen.
Al no poder activar la zona torácica se crean diversas tensiones, destacando:
-No puede subir la cruz ni la base del pecho, crea tensión en las vértebras cervicales y el caballo no puede estirar el cuello y mantener la nuca libre para aceptar un contacto suave y de apoyo.
-Si no estira el cuello no se activa el ligamento nucal, que es el que tira del ligamento supraespinoso que ayuda a subir el dorso.
-No puede absorber el choque de las manos con el suelo, creando excesivas tensiones en estas articulaciones.
-Crea rigidez en las costillas por lo que el caballo no puede incurvarse.
La tensión excesiva en las lumbares impedirá un verdadero remetimiento de los posteriores, pues es la región lumbar la que transmite las fuerzas creadas en los posteriores hacia delante.
Se ve claramente en la imagen de arriba que las fuerzas contrapuestas en las vértebras de la columna por el hundimiento del dorso provocan que las apófisis espinosas de las vértebras choquen entre ellas, y esta presión puede ser de leve a severa.
Para limitar el dolor de este pinzamiento, cuando se avanza en el entrenamiento, el caballo de forma instintiva (no es una elección consciente) tensará los músculos del dorso y bloqueará esta área para limitar el roce entre las apófisis espinosas de la columna, y en consecuencia, utilizará en exceso y con tensión las articulaciones de las extremidades para compensar la falta de flexibilidad de la columna.
Debido a la generosidad de los caballos, a su instinto natural a esconder el dolor y al hecho de que tampoco emiten sonidos como otros animales domésticos, se hace difícil ver los primeros síntomas de este proceso.
Porlo tanto, hemos de fijarnos en síntomas como dorsos tensos, aires limitados o falta de rectitud, excesiva descompensación en el trabajo a una mano y otra, a eludir el contacto, cojeras, problemas de conducta y resistencias a la hora de montar.
Hemos de tener en cuenta además que un caballo no puede aprender ni concentrarse cuando tiene una restricción física en alguna parte de su cuerpo y/o dolor.
De ahí la importancia de la preparación pie a tierra para montar a cualquier caballo, que según la raza y tipo de morfología del caballo, nos llevará más o menos tiempo. Primero por el respeto al caballo y su bienestar mental y físico y por otra parte, siendo los caballos animales de hábitos, una vez que empiece esta defensa, continuará hasta que finalmente pierden la flexibilidad natural de la columna, básica para el confort y libertad de movimiento del caballo.
Es necesario invertir tiempo en este entrenamiento para que el caballo esté preparado, y posteriormente, a la hora de la monta, ser conscientes de cómo nuestra postura afecta a todas estas estructuras y saber cual es la posición para que el caballo pueda adoptar el esquema postural para soportar el peso del jinete sin sufrir.
Sólo para pensar… poneros en la situación de que vosotr@s tuvierais un dolor lumbar o un pinzamiento de espalda, qué haríais??