El caballo doméstico tiene que aprender a tolerar muchos estímulos y situaciones que provocarían estrés o pánico en un caballo salvaje como, por ejemplo, estar atado o llevar una persona en su dorso. Por otra parte, esperamos del caballo que aprenda a reaccionar con un comportamiento concreto a una serie de estímulos (llamadas ‘ayudas’ en equitación), que son la base de nuestra comunicación con él. Cuanto más clara tenemos la diferencia entre cómo acostumbrar al caballo y cómo sensibilizarlo, más clara será nuestra intención para él y más rápido se convertirá en el compañero seguro y fiable que queremos.
La desensibilización se conoce en inglés bajo el término ‘sacking out’, cuyo nombre proviene de un ejercicio que consiste en tocar y frotar al caballo con un saco de plástico o tela por todo el cuerpo, hasta conseguir que el caballo deje de reaccionar ante él. Actualmente en el adiestramiento se reconoce la necesidad de acostumbrar al caballo joven a los materiales y situaciones extrañas. Por eso la desensibilización o el ‘sacking out’ no se deben limitar sólo al saco de plástico sino a cualquier material que se vaya a usar cerca del caballo, desde la primera cuerda y cepillo, hasta el sudadero y la silla. Tampoco hay que olvidar las herramientas comunes como la manguera de la ducha o los tratamientos de cuidado como el desparasitar o el spray anti moscas.
Pero hace falta un proceso planificado para una habituación con éxito. Bombardear el caballo con el estímulo, no es una solución segura y efectiva para la familiarización con objetos nuevos. Exponer al caballo a un estímulo fuerte y, al mismo tiempo, restringir su posibilidad de movimiento o huida, puede resultar altamente peligroso. Si un caballo se siente atrapado en una situación supuestamente amenazante para él, puede entrar en pánico e intentar liberarse a toda costa (sin tener en cuenta ni tan siquiera su propia integridad física). Aparte de evitar el pánico y un accidente durante el entrenamiento, tampoco es bueno que el caballo experimente estrés o miedo relacionado con el estímulo, la persona o el entrenamiento porque es justo lo contrario de lo que pretendemos con la habituación. Lo más importante para obtener un resultado fiable es trabajar con seguridad y mantener al mínimo el nivel de estrés del caballo.
La impotencia aprendida:
Si se expone un caballo a un estímulo molesto o incluso doloroso sin que el caballo tenga oportunidad de retirarse o liberarse de él, a la larga dejará de reaccionar ante este estímulo, pero no por aceptarlo voluntariamente sino por efecto de su impotencia y se volverá apático.
Debemos aplicar un criterio ético para valorar a qué estímulos sometemos al caballo para no caer en el abuso del animal.
Proceso de una desensibilización planificada:
Durante la desensibilización es importante mantener el estímulo molesto o temido al cuál queremos habituar a nuestro caballo, en todo momento, a una intensidad tolerable para él. Eso se refiere a todos los parámetros como: la intensidad del estímulo, la distancia y la duración del mismo. Empezamos con una intensidad mínima, lejos del caballo y apenas unos segundos. Para conseguir una desensibilización hay que pausar o quitar el estímulo cuando el caballo ya no reacciona ante él y se relaja de nuevo. Así, el caballo se queda tranquilo y confiado mientras aumentamos progresivamente los diferentes parámetros. Primero se deben trabajar los parámetros por separado. Entre ellos: la intensidad, la distancia, el entorno, la apariencia, el tamaño o ruido y la dirección del objeto o estímulo. Solamente cuando el caballo los sabe tolerar se deben aplicar varios a la vez. De esta manera, se va acostumbrando a la existencia del estímulo sin reaccionar con miedo o huida ante él. Con las repeticiones, el caballo aceptará el estímulo cada vez más fuerte, más cerca y durante más tiempo mientras, al mismo tiempo, evitamos causar miedo o estrés relacionado con el estimulo, nosotros o el entrenamiento.
Consejos prácticos:
- Trabajar en un entorno seguro y vallado con suficiente espacio para mantener una distancia de seguridad.
- Empezar el trabajo pie a tierra.
- Comprobar antes el control básico desde el suelo como son: las paradas, la marcha y el paso atrás.
- Presentar los objetos primero desde una distancia y dejar que el caballo se acerque.
- Hacer que el objeto se aleje del caballo e ir con él detrás del objeto.
- Evitar mover el objeto rápidamente hacia el caballo ya que se puede sentir perseguido.
- Repartir el cuerpo del caballo en diferentes zonas, empezando por la cabeza y el cuello.
- El mismo procedimiento desde el principio en ambos lados derecha e izquierda.
- Trabajar con cuidado también las zonas delicadas como barriga, flancos, orejas y nariz/boca.
- Practicar también con el caballo en movimiento (paso o trote lento).
- Tener en cuenta el ruido. Muchos caballos están acostumbrados a la apariencia de los objetos pero no a los ruidos que emiten, por ejemplo las bolsas de plástico, spray o botellas con líquido dentro.
Conocer las reacciones del caballo:
Para la correcta dosificación del estímulo es imprescindible saber leer las expresiones del caballo para tener en cuenta su estado de ánimo y prever sus reacciones. Los indicadores de estado de ánimo son: la mirada, los ojos, las orejas, la cola, postura corporal y la musculatura. La mirada y las orejas indican dónde está el centro de la atención del caballo. La cabeza nos advierte hacia dónde quiere moverse, al girar primero la nariz en una dirección concreta. La postura corporal general, la altura de la cabeza y el grado de tensión muscular muestran si el caballo está relajado y confiado o en tensión y a punto de huir.
La diferencia entre sensibilización y desensibilización:
Para la sensibilización debemos invertir el proceso de aprendizaje del caballo. El objetivo es conseguir que cada vez reaccione a un estímulo más sutil. También es importante empezar con un estímulo o una ayuda suave pero este estímulo deberá aumentar progresivamente en intensidad hasta conseguir una reacción del caballo. Tan pronto el caballo dé una respuesta hay que pausar o quitar el estímulo. Al principio es importante no realizar ejercicios o movimientos demasiado complejos para el caballo, dejarle suficiente tiempo para reflexionar y reaccionar, y aflojar a la más mínima reacción. Con las repeticiones, el caballo hará el ejercicio cada vez mejor y empezará a adelantarse al aumento de la ayuda. La única diferencia para el caballo entre sensibilización y desensibilización es justo el momento en el cuál nosotros quitamos el estímulo. El caballo relaciona directamente su comportamiento con la liberación del estímulo. Si en una desensibilización consigue liberarse del estímulo con huida, es muy probable que más adelante lo intentará de la misma manera. Si en una sensibilización no le sacamos ninguna respuesta a nuestra señal, le estamos durmiendo a las ayudas. Por eso es tan importante ser consciente y consecuente con cómo, cuándo y qué pedimos al caballo.