En el horsemanship y la doma natural hace ya mucho tiempo que se habla de la comunicación con el caballo a través del lenguaje corporal. Normalmente, eso se refiere al trabajo pie a tierra con cuerda o a la doma en libertad, cuando el caballo puede ver a la persona.
¿Y montado? Aunque al final de la doma queremos que el caballo responda a movimientos sutiles, al principio, a los caballos jóvenes e inexpertos les es más difícil interpretar nuestras ayudas de esta manera. Con un lenguaje corporal expresivo, desde la silla, podemos ayudar a nuestro caballo a entender mejor nuestras peticiones y nuevas lecciones, sin tener que aplicar tanta fuerza a nuestras ayudas a través de las riendas o las piernas.
Aunque el caballo no nos puede ver por completo como en el trabajo en libertad, sí que puede percibir ciertos movimientos de nuestras manos, tronco y piernas en su campo visual lateral. Movimientos amplios de nuestras manos con las riendas suaves le avisan antes de que llegue el contacto de la nueva petición.
A través del asiento y las piernas podemos indicarle muy bien la velocidad y la dirección que queremos. Los caballos son muy sensibles al tacto y a la presión. Si giramos o inclinamos nuestro tronco, la distribución del peso en la silla es diferente y ayuda al caballo a saber en qué dirección queremos ir, antes de tirar de la rienda o apretar con la pierna.
Las riendas sobre todo nos ayudan a dar al caballo una postura correcta para trabajar ¡pero no hay necesidad de tirar fuerte de ellas! Un ligero contacto, con la boca del caballo, es suficiente si le hemos enseñado a ceder a la presión. Normalmente, se suele aumentar la intensidad de la ayuda (tirar de las riendas) cuando un caballo no reacciona como se desea. Yo propongo buscar con movimientos suaves y amplios de las manos, con ningún o muy poco contacto, nuevas posiciones que ayuden mejor al caballo a encontrar el movimiento deseado. Así se evita que el caballo se esconda detrás de las riendas o se vuelva “dormido de boca”. Cualquier ejercicio de doma clásica, doma vaquera o salto, se puede pedir sólo con un ligero contacto, o incluso prescindir por completo de las riendas. Para llegar a este nivel de comunicación con el caballo, todos los movimientos deben empezar lo más pequeño y suave posible y aumentar gradualmente justo hasta la intensidad necesaria para iniciar la respuesta deseada. También es importante dar al caballo suficiente tiempo para responder. El caballo se empezará a adelantar y reaccionará a ayudas cada vez más ligeras.
Beneficios de un lenguaje corporal expresivo en la monta para el jinete y su caballo:
- Relajamos nuestras propias tensiones musculares
- Mejoramos la capacidad de descontracción de nuestro caballo
- Mejoramos nuestro equilibrio en la silla
- Mejoramos el equilibrio de nuestro caballo
- Practicamos la independencia de las ayudas
- Ayudamos a nuestro caballo a encontrar la rectitud
- Somos más creativos a la hora de pedirle diferentes ejercicios
- Mejoramos la comunicación con nuestro caballo
- Aumentamos el factor lúdico de la equitación
- Podemos recompensarle en cualquier momento y acariciarlo
- Mejoramos la motivación de nuestro caballo
- Podemos adaptarnos mejor a sus necesidades actuales
- Mejoramos la ligereza del caballo a nuestras ayudas
- El binomio se verá más armónico
- Podemos expresar y gestionar nuestras emociones
- Conocemos mejor sus preferencias
- Tenemos más herramientas para afrontar problemas de conducta como resistencia o miedo
- Obtendremos una equitación más segura
- No quita ni rompe nada que hayamos practicado con el caballo anteriormente
- Practicándolo llegamos a ayudas sutiles y a un caballo responsivo
Lo que necesita el jinete es un buen equilibrio para no caerse e independencia de las ayudas para no confundir al caballo con ayudas contradictorias. Primero necesitamos un alto control sobre nuestro propio cuerpo antes de poder pedir con precisión las diferentes posturas y ejercicios a nuestro caballo. Practicar un deporte compensatorio como salir a correr, yoga o Pilates va muy bien para obtener control sobre nuestro cuerpo. El factor fuerza no es tan importante en la equitación como el factor equilibrio, flexibilidad y relajación. La capacidad de relajar nuestras tensiones musculares es importante para seguir los movimientos oscilatorios de la espalda del caballo con nuestro asiento.
Cuanto más equilibrio y rectitud gana el caballo, más centrado y recto se podrá colocar el jinete. Cuanta más descontracción y ligereza obtiene el caballo, menos tendrá que mover sus manos o tirar de las riendas. La posición centrada con las manos fijas encima de la cruz del caballo da mejor resultados en caballos avanzados que ya saben equilibrarse y mantener la rectitud y reunión.
La armonía del binomio no viene del alto nivel de los ejercicios en sí, sino de la capacidad de ambos, jinete y caballo, para adaptarse el uno al otro. La empatía y la diversión se deben ver en nuestra expresión corporal y no ser sustituidos por una monta meramente técnica. Movimientos amplios de nuestro cuerpo y manos ayudan a expresar nuestra intención al caballo.