En esta serie de artículos me gustaría plantear una mirada distinta a la relación que tenemos los humanos con los caballos. La voluntad es poder profundizar y cuestionar algunos de los sistemas de entrenamiento y de educación existentes actualmente, haciendo hincapié en buscar principios más éticos al crear cualquier tipo de relación con un equino.
Puede ser que algunos de mis artículos os hagan fruncir el ceño o levantar una ceja o dos, pero me gustaría que esta serie nos sirviera a todos para abrir nuestro corazón y mente a nuevos conceptos y quizás también atrevernos a ponerlos en práctica. Sintiendo siempre que la salud de nuestro animal es lo más importante para establecer una buena relación con él.
En la filosofía de Symbiosis no solamente entendemos al caballo cómo un cuerpo físico, sino que lo percibimos en su totalidad incluyendo su mente y su cuerpo energético (algunos autores lo llaman alma ). Al entrenar y enseñar a nuestros caballos debemos tener en consideración los tres, ya que esta es la única forma de crear un caballo equilibrado, armónico y feliz.
Estoy segura que todos los que estamos dentro del mundo de los caballos, lo estamos porqué amamos a estos fabulosos animales; y que todo el mundo quiere lo mejor para sus caballos, pero ¿¿que es lo mejor para nuestros caballos??
Es aquí donde realmente necesitaré vuestra ayuda; necesitaré que pongáis todo lo que habéis escuchado y aprendido sobre el mundo del caballo de lado, y que os pongáis unas gafas nuevas, para de este modo empezar a ver el mundo con los ojos del caballo, pero atención existe un peligro, mucho cuidado, pues podemos caer en la trampa de antropomorfizar-los.
Sin profundizar demasiado, los caballos instintivamente son animales que han sobrevivido gracias a la capacidad de asustarse que tienen, a su rapidez en salir corriendo, y si todo eso falla, la capacidad que tienen de luchar físicamente (coces, morder, levantarse de manos, botarse etc.). Además no podemos olvidar que son animales muy sociales a los que les gusta estar en grupo.
En estado salvaje son animales muy tranquilos y sumamente curiosos.
A la hora de relacionar-nos y educarlos es primordial que tengamos lo anteriormente expuesto en cuenta, y que lo utilicemos en nuestro favor, y que NUNCA, castiguemos al caballo por comportarse como tal. Es nuestro deber aprender cómo entenderlos, entrenarlos y ayudarlos a convivir con nosotros de una manera saludable y segura.
Nuestro trabajo como jinetes, educadores o entrenadores es hacer del caballo un animal valiente, seguro de si mismo y ayudarle a brillar en nuestro mundo.
Tristemente, demasiado a menudo veo caballos que sólo se mueven, responden o reaccionan al mundo exterior cuándo están dirigidos por un humano lo que en inglés se conoce como shut down horses y que podríamos traducir como caballos desconectados o caballos que están tan sobrestimulados, malentendidos y/o aislados de su mundo natural, que viven en estado de alerta permanente.
Sería conveniente empezar a pensar que la ausencia de personalidad equina y curiosidad no es un signo de un caballo bien entrenado, ni un signo de gran liderazgo por parte del entrenador o jinete, o de una relación fantástica entre caballo y humano; bien el contrario, es signo de que un caballo ha estado entrenado con métodos de dominancia y castigos, y es normalmente un indicio de un caballo mal entendido o infeliz.
Desafortunadamente para el caballo, muchos de los métodos de entrenamiento utilizados hoy en día para entrenarlo son métodos que suprimen la personalidad equina.
Para mí, un caballo bien entrenado es un caballo que ejecuta lo requerido por su jinete de una forma segura y con ganas, que quiere seguir a su humano porqué este le da seguridad y confort, y lo más importante de todo: porque se lo pasa bien con su humano.
Este estilo de entrenamiento no implica que el caballo puede hacer lo que le dé la gana sin tener ninguna consideración en relación al humano, pues esto resulta peligroso para todo el mundo que les rodea. Ese estilo de entrenamiento nos permite interactuar con caballos que son seguros de montar y de llevar de la mano, y al mismo tiempo pueden expresar cómo se sienten y/o lo que están pensando y sintiendo.
Es nuestro deber permitirles todo eso, aliviarles y redirigirlos de una forma calmada y serena para que de este modo quieran ser nuestros inseparables compañeros y decidan seguirnos.
En esta serie también me gustaría señalar cuáles son los signos de incomodidad o miedo cuando estamos entrenándolos, y cómo sobrepasarlos de una manera segura y relajada. Recordad que poquito a poco todo llega. Todo el tiempo dedicado a conocer a vuestro caballo y ayudándolo a superar sus dificultades, son puntos extra que permitirán que sobre unas solidas bases vuestra relación sea una muy buena relación.
Si las cosas no salen del modo que esperabais, intentad recordar que el caballo SIEMPRE quiere cooperar, sino lo hace es por alguno de los siguientes motivos:
Primero y muy importante, no entiende lo que le estas pidiendo, en ese caso deberás encontrar la manera de explicárselo de otra forma, hacerlo más despacio o en pequeños bloques.
Segundo, y muy importante también, hay algún motivo impidiendo que lo haga (y aquí pueden haber des de bloqueos físicos y/o mentales, de dolor, malas experiencias, a motivos ambientales ).
Sea cual sea el motivo porque nuestro caballo “desobedece” siempre depende de nosotros que el resultado sea positivo o no.
En el próximo articulo hablaremos de la importancia del trabajo pie a tierra y cómo empezar a introducirlo para ayudar a nuestro caballo que consiga la rectitud física y la flexibilidad mental .