El trabajo pie a tierra, como otros muchos aspectos dentro del mundo del caballo, es un tema muy amplio y complejo, pero del mismo modo, una vez interiorizado, es simple, fácil, revelador y muy, pero que muy beneficioso para nuestros caballos.
Este no es un artículo pensado para ser una guía de cómo trabajar tu mismo con tu caballo en casa (lo que en inglés se conoce como DIY, do it yourself); las razones para no enfocar-lo de este modo son varias. La primera y más importante es la integridad física y emocional del caballo, pues incluso con las herramientas más simples y respetuosas con la naturaleza del caballo, como podría ser una simple cuerda y cabezada se puede dañar de manera no intencionada al caballo ( muy a menudo veo gente muy bien intencionada trabajar sus caballos con la cabezada de cuadra, por favor no lo hagáis, conseguiréis todo lo contrario en el cuerpo del caballo, ya os explicaré el porqué en el próximo articulo).
La segunda es que existen infinidad de métodos, artículos, cursos, etcétera, que hablan de la técnica propiamente dicha y los elementos técnicos necesarios para la ejecución de los ejercicios.
Y en tercer lugar, porqué en el proceso de aprendizaje del arte de la equitación no comparto la idea que simplemente leyendo y observando, ya sea mediante tutoriales o de modo presencial, se pueda llegar a comprender completamente la información. El disponer de conocimientos no nos otorga de forma automática la capacidad de saber aplicarlos correctamente, y en la materia que nos ocupa existe un factor fundamental, es necesario SENTIR.
Cuando hablamos de caballos y del mundo que les rodea existen demasiadas variables, en el camino de tener una mejor relación con nuestros caballos deberíamos intentar rodearnos de profesionales de confianza y trabajar bajo su supervisión. Puesto que la sutileza inherente en el arte de relacionarnos con caballos es grande, y si bien es cierto que de los errores aprendemos, si podemos minimizarlos mejor que mejor ¿no?
El trabajo pie a tierra, ya sea trabajo en riendas largas, trabajo a la mano, dar cuerda, etcétera, resulta una técnica de entrenamiento excelente tanto para preparar al caballo para su futura monta, como para profundizar en aspectos del entrenamiento y dar soporte al caballo ya montado, ayudándolo a conseguir una simetría y equilibrio muy difíciles de conseguir de ningún otro modo.
Últimamente parece que está muy de moda, y que mucha gente, como pasa muy a menudo, se ha subido al vagón del trabajo pie a tierra, cuando en realidad es el método de entrenamiento más antiguo, es el primer peldaño de todo el entrenamiento. El trabajo pie a tierra debe ser tratado con respeto y conocimiento, puesto que como ya he expuesto anteriormente de no ser así podemos dañar la salud del caballo.
Por lo expuesto, en mi opinión todo jinete debería trabajar a su montura pie a tierra antes de subirse en su dorso; ¿Cómo sino vamos a mantener una relación equilibrada y entre iguales con él/ella? ¿de qué otro modo vamos a poder ayudarle de un modo compasivo y des del entendimiento mutuo?
El trabajo pie a tierra es una manera genial de entrenar caballo y jinete al mismo nivel, hombro con hombro, sin recurrir a instrumentos para poder maquillar y esconder las posibles carencias de equilibrio y obediencia.
El disponer solamente de una cabezada y una cuerda, hace que el jinete tenga que buscar en su interior otras herramientas para poder conectar y empezar un dialogo diferente si quiere que el caballo ejecute lo que se le pide.
El ser capaz de trabajar a nuestros caballos pie a tierra es una herramienta de gran valor para todo jinete, si en el trabajo pie a tierra somos capaces de conseguir conexión y armonía, una vez montados simplemente debemos dejarnos llevar por el mismo tipo de energía, y una vez establecido eso volar juntos va a ser cosa segura.
Una de las grandes ventajas de trabajar pie a tierra junto a nuestro caballo es que podemos ver la “foto” de lo que sucede en todo momento, descubrir como se mueve, donde se crea tensión, por donde se pierde el equilibrio, etc. el poder observar las extremidades del caballo nos otorga la capacidad de corregir en el momento adecuado y/o incluso mejor todavía, anticipar la situación y adecuar nuestra manera de proceder para poder ayudarlo. Partiendo de esta base nos va a ser posible fortalecer su cuerpo de un modo mucho más suave y relajado, además los desequilibrios propios del jinete no van a entorpecer el proceso, puesto que el peso añadido del jinete no ayuda al caballo cuando este se encuentra en apuros.
Otra de las grandes ventajas de trabajar, hombro con hombro, es que nos permite detectar posibles futuros problemas mucho más deprisa que montados, el motivo que facilita dicho proceso es que la grupa del caballo es visible en todo momento, y además al no existir las ayudas de la pierna y del asiento, nos permite no caer en el corregir situaciones mediante susodichas ayudas, sino en anticipar y incidir en la raíz del problema y no en la manifestación del mismo.
Trabajar al lado del caballo nos obliga a salir de nuestro caparazón, nos sitúa en una posición donde trabajamos con igual intensidad o incluso mayor que nuestro caballo, recorrer la pista a su lado para poder ejecutar los ejercicios nos predispone a estar más preparados físicamente, y nos ayudará, quizás, a comprender que los descansos son igual o más importantes que las fases de trabajo si queremos que nuestra montura disfrute e integre nuestras enseñanzas.
Tener consciencia de nuestra posición, de nuestro lenguaje corporal y de cómo nos acercamos al caballo es vital para poder trabajar pie a tierra. Trabajar en el plano de la conciencia y prestar atención, va a permitir que la comunicación entre el caballo y nosotros empiece a ser más fluida, de este modo las ayudas nacen de la intención, lo cual unido con la respiración y la capacidad de estar presentes, nos sitúa en una nueva situación donde el concepto de ayuda se transforma de un modo maravilloso.
El jinete debe estar conectado consigo mismo en todo momento, trabajar en su capacidad de estar presente, al mismo tiempo que ser capaz de observar y analizar el “feedback” que nuestro caballo nos da respecto a nuestra presencia. Partiendo de este punto de inicio, y junto con la relajación, todos los ejercicios pueden ser trabajados; no existe caballo (o pony) que no pueda realizar el piaffe o el passage (con mayor o menor gracia), o una pirueta al galope, por ejemplo.
El trabajo pie a tierra nos obliga a estudiar profundamente los aspectos técnicos de los diferentes movimientos, así como profundizar en el estudio de la biomecánica del caballo, y dichos aspectos solo pueden beneficiarnos en nuestro camino de mejorar como jinetes.
Este tipo de trabajo nos ayuda a profundizar en el entendimiento de lo que realmente significa entrenar un caballo, a valorar que los ejercicios que hacemos han sido desarrollados para mejorar su salud, no para alimentar a nuestro ego. Gracias al trabajo pie a tierra, y mediante el uso de las diferentes posibilidades que ofrece podemos al final disponer de un caballo fuerte y sano para la monta.
En los próximos artículos exploraremos cada uno de los diferentes tipos de trabajo pie a tierra: el trabajo a la cuerda será la temática de nuestro próximo artículo.
Happy training…. pero sin cabezada de cuadra por favor 🙂