¡Claro que sí! Lo vimos en el artículo anterior, si recordamos las imágenes, en la primera, el caballo estaba lanzando unas señales muy claras de malestar hacia mí. Si se lo permitiese, podría hacerme daño justo después, dependiendo de la educación y naturaleza del caballo. Es en ese preciso momento cuando hay que corregir y no tenemos otra. HAY QUE CORREGIR y explicarle que esa actitud no está permitida. No le demos más vueltas. Si no entendemos esto, no podemos estar entre caballos, es mejor tener un pez. Un caballo será peligroso para nosotros si no aceptamos esto.
¿Me dices que no quieres hacer daño a tu caballo?
Me parece perfecto y estoy completamente de acuerdo. ¿Desde cuándo llevarle la contraria a un caballo (o a alguien) es hacerle daño? ¿Estamos dispuestos a renunciar a nuestro espacio personal y nuestra integridad sólo porque no queremos decir “NO” o contrariar a nuestro caballo?
No creo que sea necesario anularnos de esta forma para que el caballo esté tranquilo y cómodo. Es más, si aprendemos a leer las señales que nos indican que el caballo está empezando a invadir nuestro espacio o a hacer algo que no debe lograremos, el 90 % de las veces, llegar a tiempo, con una corrección o gesto mínimos, y le habremos explicado la norma en cuestión que queremos que respete.
Sigamos con el caso del artículo anterior donde vimos el principio y el fin, pero no vimos la corrección en sí. La vemos en un momento y continuaremos con otro ejemplo que te gustará analizar conmigo.
¿Cómo está hecha la corrección?
Si te fijas en la imagen, es tan simple como hemos dicho antes. Yo lo tengo claro, le digo que salga de mi espacio y haga marcha atrás, es decir, cada vez que se adelante y venga hacia mí le haré andar hacia atrás porque sé que es algo que cuesta a los caballos y les hace trabajar. El caballo empezará a entender a base de repeticiones que cada vez que se adelante le hago andar hacia atrás y que cuando se queda a una distancia prudente no le haré hacer nada y relajaré. Y entonces aparece el resultado de la corrección:
Otro ejemplo fácil de entender. Un potrito va corriendo y se da contra la pared, un río de agua helada, una cinta eléctrica, contra su madre o contra un caballo al que no le apetece tener a ningún potro cerca. La pared no va a hacer daño al potro. Ni el caballo que no quiere que el potro se acerque. Sólo le da una patada al aire, o la grupa o un mordisco porque se le ha acercado demasiado y no era el momento. Eso sí, una vez se ha empotrado contra los pies del otro caballo, contra el muro o se ha caído en el agua helada, ha aprendido algo: A tener más cuidado. La próxima vez irá más despacio antes de llegar para ver dónde está el límite. Respecto al caballo que no le quiere cerca, estudiará sus señales primero y en cuanto vea que le hace una señal con la oreja, se parará y se dará la vuelta.
Nosotros tenemos que aprender de aquel caballo que, no sólo logra ver a lo lejos cuáles son las intenciones del potro le va a invadir el espacio, sino también, con un simple gesto logra explicarle al potro que no es momento de acercarse. En el caso del capítulo anterior, si no hubiésemos corregido en ese preciso momento, después de haber invadido nuestro espacio varias veces, tendremos que realizar una corrección mucho más fuerte para que la entienda (la patada para apartar al potro que no se enteró de las señales que el caballo le estaba dando, indicando que no se le acercase demasiado).
¿Ese caballo que le ha dado la coz ha sido violento? Si entendemos la violencia como un gesto bruto, entonces sí. Ha tenido que ser violento para preservar su espacio personal que nadie tiene el derecho de invadir. Pero si entendemos que una corrección no está mezclada con ninguna emoción negativa (rabia o frustración) entonces no es violencia sino un límite.
Pongamos esa corrección o límite por palabras:
“Tu libertad termina donde empieza la mía”
Los caballos (sobre todo los potros) hacen lo mismo con nosotros, nos explican sistemáticamente que no están listos para recibirnos en su espacio. En la primera clase del curso online “Cómo utilizar el LENGUAJE EQUINO en el día a día” hablamos de las tres condiciones que nos permiten compartir el espacio con un caballo. Explicarlo aquí sería demasiado largo, pero es una de las clases más importantes del curso y de nuestra relación con los caballos.
Veamos ahora el ejemplo de un potro de 3 meses con su madre. Ellos en principio, no quieren compartir el espacio por lo que ambos corren de un lado para otro, vamos a trabajar juntos asi que hay que ir marcando unos límites. Sin ofensa ni enfado.
De lejos viene corriendo hacia mí. Yo ya estoy en alerta, brazos arriba fusta levantada, relajada pero firme y lista para ir hacia él y echarlo si hace falta.
Tarda un poco en parar y entender que no puede continuar, por lo que avanzó hacia él y le echó con la fusta y mi mano con un lenguaje corporal expresivo, firme pero tranquilo y, por supuesto, sin enfado:
Después del límite, del que se ha dado cuenta tarde, viene otra corrección que por palabras sería algo así: Por si no te has dado cuenta, este espacio no es tuyo, es mío y yo dicto las normas. Sal de mi espacio, lejos, para que podamos entendernos a distancia primero. En este caso, yo sería el caballo mayor del que hablábamos antes. No le doy la coz, pero casi.
Cuando la madre se da cuenta de que me he metido con su potro, ocurre algo muy natural: Lo defiende contra una posible amenaza: Yo.
Como entiendo perfectamente la situación, no es algo personal, es algo que yo también haría por mis hijos, sólo tengo que explicarle a la mamá que yo pongo las normas de convivencia, pero no les haré daño en ningún momento. Para ello, primero necesita haber una corrección, un “vete de aquí, ya hablamos con más distancia entre nosotras, mi espacio es sagrado. No le voy a hacer daño (aunque aún no lo sepas)”.
Lenguaje corporal firme, de nuevo, sin pizca de enfado, entendiendo la situación, la yegua se resiste y muestra señales de amenaza, pero yo no me arrugo. Sigo diciendo con mi cuerpo y con ayuda de la tralla (por si la yegua se decidiera a atacarme que también puede ocurrir y necesitaría defenderme), que ella debe salir de ahí y guardar distancia conmigo.
La yegua ya se da la vuelta, resistiendo, pero la da y yo sigo con mi cuerpo hacia ella. Sin amenazarla, pero con firmeza y teniendo claro que debo insistir hasta que se vaya del todo para relajar y premiar después. Si no hubiese hecho nada ante estas señales de amenaza, probablemente ya me habría atacado. Sin más. Para que entiendas lo importante que es reaccionar con tiempo.
La razón por la que insisto tanto en la importancia de las correcciones es porque funcionan. Este es el resultado, una y otra vez. Les explicamos las normas de la convivencia en nuestro ambiente, ellos las entienden y nos toman como un puerto seguro donde quieren estar:
Este era un potro que hace 10 minutos quería verme lejos de su espacio y una madre que creía que yo era una amenaza para su hijo:
De la misma forma que hemos visto en el artículo anterior que el caballo pasó de querer atropellarme por ser un estorbo entre la hierba y él, a tener una actitud completamente diferente hacia mí, aquí repetimos el proceso, pero con dos caballos al mismo tiempo en una situación de tensión como es la de una madre con un pequeño que se ve amenazado por alguien en su espacio. No importa la situación, el lenguaje que utilizamos es siempre el mismo.
Concluiremos entendiendo qué tienen en común los dos ejemplos mencionados hasta ahora:
- Tenemos muy claro lo que puede y no puede hacer el caballo, por encima de lo que su instinto le diga.
- Entendemos su instinto, su naturaleza, su pasado, su carácter y su educación, pero no nos arrugamos ante él porque nosotros tenemos claro que no le vamos a dañar. Aunque el caballo aún no lo sepa (nos aseguraremos de hacérselo entender después).
- NO MEZCLAMOS EMOCIONES NEGATIVAS. Si en cada uno de estos ejemplos yo hubiese mezclado emociones, el resultado hubiese sido muy diferente, incluso peligroso según con qué caballos. Sabiendo esto, evitamos muchas reacciones en caballos que nos pueden poner en peligro.
El Cuarto Secreto del libro “Cómo ganar la confianza de un caballo en 5 pasos” es el que aquí nos ayudará a entender un montón de cosas y si ya lo has leído, pero quieres profundizar aún más este tema para entender cómo debes reaccionar y pedir las cosas sin mezclar emociones con cualquier caballo que trabajes, te recomiendo el curso Online “Cómo utilizar el LENGUAJE EQUINO en el día a día”. Te sorprenderás de la cantidad de conceptos fundamentales que solemos pasar por alto y que resuelven el 90% de los problemas “tensos” que surgen con nuestros caballos.
En el próximo artículo seguiremos hablando de correcciones y peticiones, pero ahora, dejamos de hablar de cómo lo hago yo para que reflexiones un poco como lo haces tú. Primero pie a tierra, y luego a caballo. Hablaremos de nuestra energía y de cómo cambiar nuestra intención con ella.