¡Qué alegría sentí cuando la descubrí!. Por fin había encontrado a una persona del mundo ecuestre que me enseñaría a convertirme en una mujer de caballos de la manera que siempre había deseado. Y además estaba cerquita mía, en Sevilla, mi ciudad!
Todos sabemos que, lamentablemente, en el mundo del caballo aún existe mucho desconocimiento sobre cómo educarlos, comprenderlos y entrenarlos, cómo ser un buen jinete y cómo lograr que el caballo se complemente y conecte con el humano. Afortunadamente, en España, esta perspectiva está comenzando a cambiar y se empieza a ver al caballo como un animal salvaje que necesita ser observado para conocerlo a fondo. Siguiendo su comportamiento, se deben establecer pautas para lograr un caballo amigo, conectado con su jinete o propietario, y no un caballo sumiso y alejado de su naturaleza. Aunque el norte de España está liderando esta nueva conciencia, en el sur todavía nos queda un camino importante por recorrer.
Si habéis leído alguno de mis artículos anteriores, sabréis que estuve colaborando con la etóloga Lucy Rees en su proyecto con los Pottokas en el Piornal. Durante ese tiempo, ayudé en su rescate diario y aprendí a observar su comportamiento en un entorno salvaje, tal como se debe conocer a los caballos. Ahora, por una afortunada casualidad, me he encontrado con Carmen, una discípula de Lucy que reside en Sevilla. La alegría que sentí al descubrir que había alguien de la escuela de Lucy tan cerca de mí fue inmensa. “Finalmente, voy a tener la oportunidad de formarme en el mundo del caballo de la manera que siempre he soñado, pensé”.
Se llama Carmen Manzano y trabajó con Lucy durante un tiempo. Como yo, ha leído sus obras y asistido a sus cursos de formación, lo que le ha permitido adquirir un profundo conocimiento sobre el comportamiento de los caballos. En cuánto supe de su existencia la contacté rápidamente y no tardamos en quedar para conocernos. Carmen es joven, y a la vez muestra una madurez y serenidad notables. En ella veo las habilidades que se adquieren al relacionarse profundamente y de manera adecuada con los caballos: determinación en el trato, calma, equilibrio y humildad. Estas cualidades son imprescindibles para liderar en el mundo ecuestre.
Carmen tiene una escuela en la que cuenta con varios caballos que, tras haber sido reeducados por ella, estos caballos ahora sirven como maestros en la escuela. Entre ellos se encuentran Marismeño y Princesa, “Maris y Prin” para los amigos, dos pura raza española que ya no servían a sus dueños y que presentaban problemas tanto de salud como de comportamiento. Hoy en día, son lo que en inglés se conocen como «lovely horses». Carmen los ha ayudado a convertirse en caballos equilibrados y capaces de conectar fácilmente con los humanos. En mi día a día, a veces trabajo con Maris y otros días con Prin, dependiendo de la energía que Carmen quiera extraer de mí.
Cuando uno quiere emprender el camino de «persona del caballo», se encuentra con multitud de dificultades. Es un camino solitario, a menudo lleno de leyendas, juicios y prejuicios, y «siempre se ha hecho así». En estas circunstancias me he sentido sola y perdida en multitud de ocasiones. A veces hasta incluso dudas de tí misma. Creo que es fundamental poder recorrer este camino de aprendizaje acompañada, ya no sólo con alguien que te enseñe técnicamente en el marco que consideras que es el correcto, si no que además tenga las habilidades sociales y humanas que permitan a la persona, y no sólo al caballo, sentirse a salvo, comprendida, y con un espacio de aprendizaje donde tiene cabida la curiosidad, pero también el error, porque ese espacio está lleno de, sobre todo, comprensión. Comprensión para el caballo y comprensión para el aprendiz.
En el maravilloso camino que he emprendido junto a Carmen, he descubierto lo que en psicología se conoce como un verdadero acompañamiento. Siempre he sido una persona en comunión con la naturaleza y animales y me he relacionado con ellos de manera compasiva y respetuosa. Siempre me he sentido invadida por un amor incondicional a los caballos y por fin forman parte de mi filosofía de vida. Más allá de mi anhelo por aprender a conectar de manera única con los caballos, reflejando mi esencia en cada interacción, mi búsqueda también se orienta hacia la resolución de conflictos en mi relación con estos nobles animales.
Cada encuentro con Carmen es una oportunidad para aprender y crecer en el arte de la equitación y en la comprensión del alma equina. Su apoyo constante, su afecto, intervención, empatía, atención y transmisión de conocimientos han sido un faro de luz en momentos de incertidumbre y desafíos. Estos obstáculos que nos paralizan y que nos amenazan de manera imaginaria y que sin embargo, si los gestionamos bien, simplemente nos hacen estar alerta para sobrevivir ante situaciones comprometidas. Con un buen acompañamiento estos conflictos se hacen más manejables y menos abrumadores.
El mero hecho de saber que no estamos solos en el camino nos llena de fortaleza y nos empodera para perseguir nuestros sueños con determinación. Por eso, hoy y a través de este medio quiero que sea al revés; ofrezco a Carmen mi acompañamiento y me gustaría brindarle todo el apoyo que necesite. Reconozco la valentía que ha mostrado al enfrentarse a ciertos desafíos, y admiro profundamente su constancia, persistencia, resistencia, serenidad y determinación, cualidades que son verdaderamente inspiradoras.
Carmen es consciente de que ha elegido un camino difícil y lleno de obstáculos, pero también sabe que será capaz de alcanzar sus metas si persevera. Siempre acompañados es mejor. Si algo hemos aprendido de los caballos es que el aprendizaje en manada es garantía de éxito.