Veamos un ejemplo muy concreto que seguro que nos ha pasado a todos…
Supongamos que estamos acostumbrados a caballos relativamente fáciles de manejo, con sus manías y triquiñuelas, pero nada que nos quite el sueño.
Caballos que salen bien de la cuadra y son tranquilos dentro, a la hora de comer no se muestran particularmente problemáticos, para llevarlos de la mano son educados y relativamente obedientes, dando cuerda saben las ayudas, se le apunta hacia donde deben ir, se les chasquea con la lengua, da un poco igual hacia donde miramos y la energía que utilicemos. Incluso podemos quedarnos quietos en el centro y el brazo va rodando por encima nuestro sin que el caballo se pare, sabe lo que tiene que hacer, trotar, tantas vueltas para un lado, tantas vueltas para el otro y ya está.
Hecho.
Un poco de paso y ya tenemos hecho el trabajo a la cuerda.
Y todo es muy fácil y bonito, incluso creemos que sabemos dar cuerda. Y sabemos, pero nos queda mucho por aprender.
Como siempre en equitación, nunca podemos admitir que sabemos hacer algo porque al momento siguiente algo pasará que nos demostrará que nos queda mucho por aprender: otro caballo, una situación nueva, otro jinete o un profesor.
Hasta que llega a nuestras manos un caballo al que, cuando empezamos a dar cuerda se nos pone de cara constantemente. ¿Te suena? Quieres que vaya hacia delante, incluso le miras de frente como para preguntarle “¿Qué pasa? ¿Tan complicado es? ¡Sigue avanzando! ¡A mi alrededor! ¡Venga! Lo impulsamos con la tralla o con el resto de la cuerda en la grupa y seguimos mirándole para ver si su cara sigue de frente o a ver qué va a hacer.
Nada, podemos hacer el pino que el caballo se nos nos pone de cara a los dos o tres pasos y se nos queda mirando tontamente con la cabeza levantada y la mirada confundida.
Creemos que lo hace por maña ya. Y, de hecho, si cada vez que lo ponemos a trabajar hace esto y se sale con la suya, terminará entendiendo perfectamente lo que le estamos pidiendo.
Sí, lo has leído bien. Nos hemos expresado muy bien: Cada vez que el caballo ha hecho el ademán de mirar hacia dentro, le hemos mirado la cara y con la tralla le hemos impulsado en la grupa para que mueva la grupa ¿Cierto?
Veamos lo que ha entendido el caballo:
Empieza a trabajar y de repente intenta buscar algo más cómodo: No trabajar. Si se viene al centro sabe que le acariciaremos y muchas veces se da por terminada la sesión. Mira hacia dentro para ver si es uno de esos momentos.
Nosotros le miramos a la cara en la que intentamos buscar alguna señal, algo que nos diga por qué está haciendo esto, toda nuestra energía está en su cara mientras pensamos en lo que está ocurriendo y el por qué hace lo que está haciendo. A veces incluso un poco frustrados y todo. El caballo interpreta: “Ah, que tengo que reducir la velocidad, me estás bloqueando el paso con la mirada, es porque quieres que vaya hacia a ti” ya que la parte delantera del caballo es el freno y la parte posterior, es el motor y el gas.
Nos mira, incluso viene, nos quedamos mirándole a la cara aún más sorprendidos y le achuchamos con la tralla. El caballo interpreta: “ok, tengo que sacar la grupa de tu espacio, me achuchas y al mismo tiempo me estás frenando, entonces tengo que rodar sobre mis manos. Nada, no quiero que me presiones en la grupa y voy a aliviar esa presión.”
Resultado: Le hemos enseñado al caballo que cuando está andando a la cuerda y nos mira ligeramente, tiene que acercarse y sacar la grupa de nuestro espacio. Es decir, se nos pone de frente. A veces incluso, toman la iniciativa de cambiar de mano sin que parezca que se lo hayamos pedido. También lo habremos hecho, o por lo menos no le habremos sabido limitar su intención de darse la vuelta, con eso ya le hemos explicado que el que toma las iniciativas es él. (Agravando el problema si lo vamos dejando pasar una y otra vez.)
¿Es el resultado que queríamos? No. Pero es lo que el caballo ha entendido.
En este artículo no te daré la solución a este problema, en el curso online de dar cuerda encontrarás una clase específicamente diseñada para solucionar éste y otros problemas, en la que explico con pelos y señales qué interpreta el caballo según nuestro lenguaje corporal en cada fase del trabajo a la cuerda.
Una cosa que sí puedo decirte, es más, ya lo he dicho y acuérdate la próxima vez que vayas a dar cuerda: La cabeza y la espalda del caballo será nuestro freno y los posteriores serán el gas y motor del trabajo a la cuerda.
Si ponemos nuestra mirada e intención (queriendo o sin querer) en su cara, el caballo, de entrada (si no está condicionado para seguir trotando pase lo que pase hasta la indicación siguiente), se parará, reducirá la marcha y/o nos dará la cara, puesto que le estamos llamando la atención con nuestra mirada e intención. Se nos encarará para saber cuál es nuestra reacción y qué es lo que queremos de él.
Y, por otro lado, si queremos que el caballo se pare, pero estamos achuchando sin querer con nuestra intención puesta en la grupa del caballo (en un caballo que tiende a huir, más asustadizo, por ejemplo), el caballo correrá cada vez más.
Ya te digo que esto no te va a solucionar el problema, te hará dar el primer paso hacia la solución la próxima vez que estés dando cuerda: serás más consciente de dónde llevas la mirada y tu intención corporal 😉
Si es así, esta publicación de hoy ya ha aportado un granito de arena para tu buena relación con tu caballo a la cuerda y, es más, cada vez que le demostramos al caballo que entendemos su lenguaje y que lo utilizamos a favor de que trabaje pero que se sienta cómodo, que le damos a entender que sabemos perfectamente qué queremos de él y sabemos pedírselo de forma que entienda, subimos un peldaño en su confianza.
Por otro lado, cada vez que utilizamos mal nuestro lenguaje corporal con un caballo que aún depende mucho de ello para entendernos, se volverá cada vez más inseguro y ya sabemos lo que ocurre con los caballos que se sienten inseguros con nosotros: Se vuelven cada vez más imprevisibles.
Si te interesa tener a tu caballo bien trabajado a la cuerda, prueba el curso online sobre el ABC del trabajo del caballo a la cuerda, se te abrirá un mundo para solucionar todo tipo de problemas a la cuerda, incluyendo el que hemos hablado en este artículo, asistirás a clases en las que te explico con todo detalle lo que significa nuestro lenguaje corporal para el caballo y cómo utilizarlo a favor del trabajo a la cuerda, pasaremos por varias fases del trabajo a la cuerda obteniendo a un caballo equilibrado, flexible, atento y fácil de manejar a la cuerda y podrás utilizar todos los conceptos aprendidos cuando estés montando. Empezarás a relacionarlo todo, te lo prometo 😉
En el artículo siguiente veremos Cómo influye nuestra comunicación cuando un caballo no sabe estar quieto.