El devastador incendio de La Granja, protagonista de los medios durante las últimas semanas, ha quedado extinguido gracias a la labor de los efectivos técnicos, agentes y cuadrillas de la Junta de Castilla y León; del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación; BRIF; la Unidad Militar de Emergencias; Bomberos de Segovia; Patrimonio Nacional; profesionales voluntarios de varios puntos del país, con medios aéreos de todas las administraciones.
El incendio se inició el pasado 4 de Agosto, en la Sierra de Guadarrama, en el término municipal del Real Sitio de San Ildefonso. Este incendio forestal ha provocado la quema de unas 410 hectáreas de monte –150 de ellas dentro del Parque Nacional.
Es una noticia que desafortunadamente en nuestro país, en los meses estivales, no nos es ajena. Todos los años España y Portugal sufren numerosos incendios forestales, la mayoría de ellos, como es el del caso que nos atañe, presumiblemente provocados.
Se habla pues en los medios de héctareas calcinadas, de valor ecológico de los paisajes arrasados, de personas evacuadas y de daños materiales. Pero, ¿eso es todo?
¡No! Como hemos podido comprobar en las noticias con este último incendio, los animales que viven en las zonas quemadas también sufren las consecuencias del incendio. Es el caso de una manada de 27 caballos, que pastaban tranquilamente en la zona de La Granja.
Esta zona, además de por su valor cultural y paisajístico, es una zona donde existe ganadería, y dónde es fácil ver caballos junto con vacas pastando en sus montes, como era éste el caso.
Aún cuando se produce la evacuación de las personas, es muy difícil desalojar los campos de los animales domésticos que moran en él. Es entonces cuando el instinto de supervivencia aflora.
Aunque para el caso de esta manada de 27 caballos que pastaba apaciblemente en los montes, el instinto les jugó una mala pasada. El miedo por el incendio, quizá la confusión por el humo, el calor, y los medios de extinción sobrevolándoles, hizo que en su intención de huida, esta manada se dirigiera directamente hacia uno de los focos más activos del incendio.
Pero afortunadamente, Ciro Muñoz, uno de los miembros de la brigada helitransportada de la Comunidad de Madrid, piloto, contempló la escena anticipando los terribles acontecimientos que le deparaban a los caballos si continuaban en aquella dirección.
Pilotaba su helicóptero, y en una demostración de pericia y valor humano, cambió su rumbo para interponer su helicóptero en el camino que llevaban los caballos. Descendió, les sobrevoló, y les cortó el paso, en una maniobra que bien podría estar poniendo en peligro su vida, para desviar a los caballos y dirigirlos hacia otra zona, lejos del camino que habían tomado y les llevaba a un foco activo del incendio, salvándoles probablemente la vida.
La historia de un incendio conlleva siempre desolación y tristeza al contemplar la destrucción causada. Pero hay historias como esta que, escritas bajo el inestimable y encomiable esfuerzo de los efectivos que trabajaron incansablemente para combatir las llamas, ayudan a paliar y superar el daño.